—¿Caín? —Susurra Leo detrás de la puerta volviendo a dar unos cuantos golpes para verificar mi presencia—. ¿Estás ahí, amor?
¡¿Qué!? ¿Se supone que soy su puto novio? ¡No!
Pero debo hacer algo rápido. O tal vez... él me pueda ayudar, le puedo sacar información. Seguro se está vengándose porque lo rechace. ¡Es toda su maldita culpa!
Trago saliva, dudoso por lo que estoy a punto de hacer. Con cuidado bajo de la cama, y olvidándome que estoy descalzo camino hacia la puerta para abrirle. Y ni bien lo hago, se abalanza contra mí para abrazarme. Sus cabellos dorados rozan mi mejilla y sus delgados brazos me rodean la cintura con fuerza. Me quedo atontado ante eso, y le doy un empujón para alejarlo, haciendo que se tambalee hacía atrás. Alza una ceja sorprendido cuando recupera el equilibrio, y mira por sobre mis hombros, indagando detrás de mí.
Lo ha visto, mierda.
Me aparta con un manotazo y dirige su vista al suelo. Estaba vez mira con horror su foto fotografía despedazada, y al cabo de cinco segundos hace una mueca de desagrado para quitarla al instante.
—¿Qué pasó, amor? —Sus ojos azulados me examinan con detenimiento—. Ruth me llamó preocupada, diciendo que actuabas raro.
¿Quién mierda es Ruth?
Ah, ya entiendo. Es la pelinegra con corte de hombre.
—Me siento mal... desde.... desde la mañana.
—¿Y qué pasó con la foto? —ladea el rostro, curioso. Lleva su mano a mi pómulo izquierdo para acariciarlo con delicadeza. Trago saliva. Quiero retroceder pero temo que me descubra.
—Ayer vinieron mis primos e hicieron un desastre —Me rio nervioso y como leyendo mi mente deja de tocarme. Es entonces que una idea fugaz cruza mi mente—. ¿Podemos ir al parque ahora? Tengo ganas de tomar aire fresco.
Sonríe al instante e ignorando el desastre del piso me alcanza mis converse negras, que estaban en un rincón de la habitación. Mientras tanto él se va al baño a arreglarse el pelo y no sé qué mierda más.
—¿Vamos? —propone al volver y me da el pase para salir primero.
Hay algo que no me cuadra del todo en él, está actuando demasiado gentil conmigo.
Asiento y él camina detrás de mí hasta llegar a la puerta principal. Giro para verlo y muestra una sonrisa torcida, y dos hoyuelos se marcan en rostro como resultado.
Agh.
Salimos alrededor de la una de la tarde. Me aconseja llevar algo más encima además de una playera, pero no le tomo importancia.
Recorremos el vecindario que conozco perfectamente, aunque con algunas cosas cambiadas. Y cuando doblamos la esquina veo una casa diferente a las demás. No solo porque tiene a una familia “normal” viviendo allí (desde la ventana puedo ver a un hombre mayor junto a su esposa), sino porque el exterior está cubierto de insultos y advertencias, que me hacen dudar de que clase de mundo es éste, y de lo que me espera aquí.
“Lárguense criadores” “No deberían existir” “Dios nunca los perdonará”
«¿Dios?»
—No los mires, son una vergüenza para la humanidad. —Leo escupe cada palabra con odio, y saca el dedo corazón en dirección a la casa cuando ya estamos suficientemente lejos de ésta.
Se me ocurre que también ellos vienen de otro mundo, al igual que yo. Pero si es así, no han encontrado la manera de regresar... Sacudo la cabeza olvidando todas esas ideas paranoicas que se van formando en mi mente.
Yo volveré a mi mundo, pase lo que pase.
Después de caminar por varias cuadras llegamos al parque más cercano. Es pequeño, pero tiene árboles que embellecen el lugar, y juegos ya oxidados que formaron parte de mi infancia. Una ola de recuerdos azota mi mente al pasar cerca de éstos, y puedo ver a mi hermano ayudándome para resbalarme del tobogán, y revolverme el pelo cuando ya estoy abajo. Siempre me consentía y lo quería mucho.
Era mayor de edad en ese entonces, y estaba cursando la carrera de abogacía por la insistencia de mi padre. Pero un día cualquiera, cambio por completo y no volví a saber casi nada de él.
Cuando nos vamos acercando a un grupo de chicas, Leo entrelaza nuestras manos ¿qué mierda hace? Me dan ganas de patearle en la entrepierna, pero resisto. Cuando ya estamos a un par de metros de ella distingo a alguien demasiado conocido para mí.
Sheena, mi novia.
Aprieto los puños, molesto. Porque la veo besándose con una morena alta y con curvas, en frente de todos y sin pudor alguno. Al sentir mi fuerte agarre, Leo me suelta.
—¿Quién eres? —pregunta deteniéndome con un golpe en el hombro. Mi piel se eriza al instante. Se sitúa al frente de mí, observando cada gesto que hago.
—Soy Caín.
—Tú rompiste mi foto. —Me agarra de la playera con fuerza manteniéndome en el aire por varios segundos. Llevo mis uñas a su mano para tratar de incrustárselos en la piel pero mi cuerpo se va debilitando y solo consigo hacerle arañones. El aire me va haciendo falta y es cuando cierro los párpados, rendido—. Te lo vuelvo a repetir ¿Quién mierda eres?
Y sin respuesta alguna, me suelta haciendo que caiga al piso de golpe.
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Heterofobia
General FictionCaín es un chico amargado, machista y por si no fuera poco, homofóbico. Pero de un día para el otro su vida cambiará drásticamente. Y así vivirá su peor pesadilla, donde no tendrá ninguna escapatoria posible. ※NO a la discriminación en todos sus a...