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Llego a casa a rastras, con los pies adoloridos y sintiendo como laten con cada paso que doy. Al entrar trato de hacer el menor ruido posible, pero se me complica demasiado. Todo está tan silencioso que mi respiración parece escucharse por toda la casa, aunque sé que solo es mi imaginación.

Subo cuidadosamente al segundo piso, y cuando estoy seguro que no hay nadie cerca entro al baño a toda velocidad, y tras de mi cierro la puerta.

Lo primero que hago es mirarme al espejo. Y todos los moretones que tengo en la cara me dejan pasmado, el que mas resalta es uno en mi ojo izquierdo. Nunca creí verme en tal horrible estado.

¿Qué hago ahora? Porque sé que si la esposa de mi mamá me ve así, hará un escándolo. Es una alterada. 

Por eso debo cubrir todas las heridas y fingir que me caí o algo así. Pero no sé como, ni con qué. Reviso el estante blanco del baño en busca de algún producto que me ayude.

Resoplo rendido, al darme cuenta que no hay nada allí.

No sé que otros lugares revisar, pero empiezo buscando por la cocina. Siempre con el temor de que me encuentren y todo mi plan se vaya al traste. 

Reviso algunos cajones cerca del lavabo y sigo sin encontrar lo que busco. Mierda. Estoy a punto de irme de allí cuando siento los pasos de alguien. Estoy en cuclillas y dándole la espalda, pero no por mucho, porque dice solamente una vez mi nombre. Pero me llevo la sorpresa de que está Catalina, mi madre. Con los brazos cruzados y tanteando el piso, y en cuanto me ve completamente sus manos caen a los costados. Está horrorizada.

¿Quién no lo haría?

—¡¿Caín?! ¿¡Qué te pasó!? —Corre hacía mí y al llegar, levanta la vista para tener mi rostro entre sus delicadas manos. Son suaves y me transmiten tranquilidad.

—Yo... —Miro a un lado, evitando el contacto visual. Por Dios, se me hace difícil mentirle ¿Por qué ahora?—. Me caí en el parque. Nada grave, tranquila.

Frunce el ceño. Obviamente no me cree, ni yo mismo me trago esa mentira.

La observo detenidamente. Las arrugas ya se están formando cerca de sus ojos, y algunas canas resaltan en su pelo castaño. Siempre me pregunté porqué no saqué su color de pelo y ojos. Antes, el parecerme a mi padre era cumplido. Ahora... ya no lo sé.

Se me oprime el corazón, de solo recordar a mi verdadera madre.

No me doy cuenta pero ella, con la yema de sus dedos está recorriendo cada herida de mi rostro. Y no lo hace con precisión, porque esta temblando. Puedo escuchar su sollozo.

—Lo siento, mamá —digo sin pensarlo mucho, y me agacho un poco para rodear mis brazos en su delgada cintura. Ella me corresponde tímidamente y se acurruca en mi pecho. Estando así, sus músculos se relajan pero aumenta su llanto. Necesitaba abrazarla, desde hace mucho tiempo.

Perdonarme por no defenderte de mi padre. Por quedarme callado mientras tu cuerpo se iba quebrando poco a poco.

Perdóname, mamá.

—Cuando estés listo, puedes contarme lo que pasó —Me dice, y separa nuestros cuerpos, y el calor que me estaba dando hace poco, desaparece. Una sonrisa aparece en su rostro, y en la mía también, aunque trato de disimularlo—. Ven, vamos abajo.

La sigo obedientemente, bajamos por las escaleras y nos dirigimos al comedor. Yo me quedo sentado un rato jugando con mis dedos, y ella se va a buscar algo en la cocina. Me quedo pensando en varias cosas, entre ellas mi padre.

Cuando vuelve la veo con alcohol y algodón en mano. Me dedica una sonrisa sincera y se sitúa a mi lado. Como lo suponía, no importa de que mundo sea porque siempre me va a ayudar.

Después de cinco minutos ya desinfectó cada una de mis heridas y me dice que suba a mi habitación mientras hace la cena. La quiero ayudar... Pero se niega rotundamente.

Suspiro y asiento con la cabeza.

Al llegar veo que el desastre de la mañana ha desaparecido. Me llega a sorprender, de alguna forma.

Busco la foto de Leo, pero no está por ningún lado. Tenía ganas de quemar su foto, una lástima.

Estoy tan aburrido que me  quedo recostado en la cama, recordando todo lo que me pasó hasta ahora, tengo dos cosas en claro: nadie sabe quién soy y no hay forma de volver a casa.

Todo eso es muy fácil de explicar pero no de digerir. Y por el momento la única alternativa que tengo es no levantar sospechas y seguir esta maldita vida que no es mía. Suelto un bufido, frustrado por mi gran suerte.

En eso, siento como algo me llama, es raro, como si debiera ir al pasillo. Y lo hago.

Recorriendolo me percato de algo que habia pasado por alto en la mañana. Una foto familiar donde se aprecia la boda de mi madre y la otra, Ruth. Ambas estaba con un vestidos de novias tomadas de la mano, y al lado de ellas está mi otro yo y Abel, mi hermano.

Entonces él existe, pero ¿Dónde está?

Vuelvo a mi habitacióna un poco perturbado y prendo el televisor para despejarme. Mi hermano y yo nos veíamos pocas veces. El principal motivo era nuestro padre, ya que Abel siempre se comportaba afeminado y por eso recibía gritos y se tenía que ir de casa.

Me concentro en las noticias que están pasando en la tele aunque no llegó a comprenderlas del todo.

Cambio de canal. Aparece la ceremonia de una iglesia. Se ponen a leer citas bíblicas y yo oigo atentamente.

En eso escucho: "Lev 18:22-23 El comportamiento heterosexual y otras perversiones sexuales son una abominación"

N/a:

Volviii <3 

Espero que les haya gustado este capitulo renovado :3 ggg

Y bueeno ¿Como estan? ¿Me extrañaron? ¿no? okey jajajaja xD 

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⏰ Última actualización: Apr 23, 2019 ⏰

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