Volver a comenzar

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No sé exactamente si fue porque no la recibió o simplemente la ignoró, pero cuando salí del hospital hacía tiempo que daba por hecho que no iba a saber nunca más de ella.

Seguí mis estudios. Fue más difícil de lo que pensé volver a la sociedad aunque tuve suerte cuando empecé la universidad e hice nuevos amigos. Cuando tuve la edad suficiente, me independicé, pero no fui muy lejos. Había un piso al final del pasillo en el mismo bloque que había estado viviendo toda mi vida que estaba vacío, así tenía mi propio hogar y estaba cerca de mi madre, ya que no quería dejarla sola. Y con todo eso, empecé una nueva vida, y la verdad es que fue bastante bien: conseguí un trabajo en la cocina de un hotel, ya que siempre me entusiasmó estudiar la carrera culinaria; conocí a una chica llamada Amanda de la que me enamoré, y no volví a sufrir ataques, solo algunas revisiones de vez en cuando. Conseguí un aumento en el trabajo y me permití el lujo de ir a París con ella. Fueron los mejores años de mi vida. Todo era mucho mejor. Lo único que hacía desaparecer la sonrisa de mi rostro era Rebecca. No sé por qué aún conservaba una leve esperanza, la verdad, pero a veces no podía dormir pensando dónde estaba ahora, o qué estaba haciendo, o si salía con alguien. Aunque aquella chispa fue apagándose lentamente, dejando en mi mente un recuerdo confuso de los años que ella había estado en mi casa con una sonrisa ensanchada en el rostro, feliz de estar conmigo.

Un día fuimos a cenar a casa de mi madre, y Amanda quiso ver fotografías de mi niñez. Me sorprendió que en la mayoría de ellas no estuviese solo. En todas aparecía Rebecca, con el rostro aún de una niña, la niña más hermosa que jamás había conocido, y los recuerdos vinieron de nuevo como si nunca se hubieran ido. Y entonces me di cuenta de lo mucho que la echaba de menos, de que aunque mi vida hubiese cambiado por completo una vez más, los sentimientos que perduraron en mi corazón durante mi adolescencia siempre fueron los mismos. Y eso no lo podía reemplazar con otra persona, porque sabía que mi amor por Amanda no era real, y no quería herirla de esa forma.

También sabía que no podía recuperarla ya que aquella esperanza a la que durante un tiempo me aferré se había ido, pero ella siempre permaneció en mi mente. Nunca se fue.

Así que tomé una decisión y rompí con Amanda. Aquello también fue doloroso para ella, pero no quería que fuese engañada ni sujeto de una amor falso.

Tenía veinticuatro años por aquel entonces, y me sentía perdido, fuera de lugar. Como cuando salí del hospital y tuve que enfrentarme al mundo porque allí el tiempo se había detenido para mí. Yo había intentado hacerlo de nuevo, lo de parar el tiempo digo, pero el presente me golpeó por detrás y caí de bruces al suelo.

Una noche en el hotel, mientras yo terminaba unas exquisiteces, asomé la cabeza por uno de los cristales circulares de las puertas que daban al comedor para ver a los clientes disfrutar de la comida. Siempre me gustaba hacer eso. Mi miraba fue vagando por cada una de las mesas, hasta que choqué con unos ojos oscuros que me miraban fijamente. No los reconocí al instante hasta que vi el rostro completo.

La madre de Rebecca estaba allí e intuí, por la cabeza rubia oscura que tenía delante de ella, dándome la espalda, que estaba con su hija. Estonces ella articuló algo con los labios e hizo que Rebecca empezase a darse la vuelta lentamente. Yo me escondí; no quería que me viese, tampoco quería verla. Me revolvía las tripas el simple hecho de saber que ella estaba aquí, tan cerca de mí.

Me disculpé y me marché cuando un fuerte palpitar en la cabeza amenazó de que aquella no sería mi mejor noche.

Había estado esperando por aquel momento prácticamente toda mi vida, y a la hora de la verdad ni siquiera podía verla, y menos interactuar con ella. Rebecca no había sido capaz de hacerlo durante todos estos años, todo el tiempo que estuve en el hospital mientras ella se lo pasaba bien con sus amigos. Ahora era mi turno.

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Bueno, bueno bueno, ¿os va gustando? Sé que al principio es un poco avurrida y tal pero el final va a estar genial. Además la estoy publicando rápido porque estoy empezando otra y, al ser un corto, mañana a lo mejor ya está toda:)

Años perdidos bajo la soledad de una vida sin élDonde viven las historias. Descúbrelo ahora