- Rebecca
No sé porqué me esperé ahí sentada, perdiendo el tiempo. Él probablemente ahora viviera en otro edificio, con alguna pareja y una vida sin remordimientos, pero yo tenía un agujero negro en mi pecho que yo misma había creado, y me sentía estúpida por ello. No sabía como deshacerme de él, así que probé con lo último que me quedaba: enfrentarme a la realidad, sentarme allí y esperar.
Y mientras esperaba, los remordimientos del pasado que estropeé venían otra vez de golpe, como si no me sintiera ya lo suficientemente culpable como para lidiar con otra ronda de recuerdos cada vez más dolorosos. Lo fastidié, bien sí, sé eso, pero todo el mundo merece una segunda oportunidad ¿no?
Al fin y al cabo yo era una niña, no sabía lo que hacía. No era una buena persona al sentirme celosa de él, pero Tommy lo aprovechaba en mi contra y eso era lo que más me enfurecía de todo.
Lo admití, ¿pueden los dioses dejarme en paz ya?
Pero luego siempre aparecía el horroroso recuerdo en el hospital. Él conectado a una máquina, más pálido que nunca, con su hermoso cabello pelirrojo todo revuelto y sus párpados cerrados, ocultando esos maravillosos ojos verdes, ‘como las hojas en primavera’. Y yo lo abandoné. Lo dejé tirado porque mi orgullo pesaba más que él, y no lo ayudé cuando más me necesitaba, sobretodo porque echaba de menos los viejos tiempos y no era capaz de admitir tal cosa. Tenía un ego demasiado grande como para eso.
Así que rezando a los dioses para que me diesen esa oportunidad, esperé a Tommy. Mi Tommy, él que nunca cambió, no como yo.
Y por mucho que rezase sabía que no me perdonaría, porque lo que le había hecho no merecía su perdón. Y lo sabía, y seguía teniendo ese orgullo que me esperanzaba de tal idea, de tener la compasión del único chico del que siempre he estado enamorada y con el que rompí todos los lazos por unos simples y asquerosos celos de niña de diez años.
Oí el rugido de una moto que se detenía. Luego nada. Y luego unas pisadas que indicaban que alguien estaba subiendo por las escaleras, ya que el bloque no tenía ascensor. Mi corazón empezó a acelerarse hasta que alcanzó un ritmo frenético cuando quien estuviese ahí estaba subiendo el último tramo de escaleras hacia el último piso, es decir, donde yo me encontraba. Un cuerpo apareció. Era alto, delgado aunque parecía haber echo ejercicio y la prueba definitiva para reconocerlo: un pelo anaranjado bastante alborotado.
Sin embargo, en vez de dirigirse hacia la puerta donde estaba yo sentada delante, caminó hasta el otro lado del pasillo con los hombros caídos, algo abatido. Cuando llegó a la puerta del final buscó en los bolsillos de sus pantalones por la llave de su piso. Yo miré la pelota por última vez antes de lanzarla en su dirección cuando él se dispuso a abrirla. Rebotó varias veces antes de detenerse entre sus pies, chocando levemente con la puerta. Primero, Tommy miró la pelota, no podía verle el rostro, así que no sabía de su expresión, pero luego, él se giró y sus ojos se clavaron bruscamente en los míos. Me quedé petrificada por el cúmulo de emociones que atravesaron su rostro en un segundo: sorpresa mezclada con un poco de tristeza, anhelo y enojo.
Pero después de un segundo más, una lágrima diminuta rodó por su mejilla y solo entonces me dí cuenta de lo mucho que lo había extrañado y de la humedad en mis mejillas.
Y ahí lo tenía, delante de mí, con una sonrisa floreciendo en la comisura de su boca mientras podía notar mi propia sonrisa asomarse debajo todo aquel sentimiento de culpa y resentimiento.
Por fin.
Mi Tommy.
_________________________________________________________
Ahh ahí se acabó mi corto, bueno, aún falta una parte, que la subiré mañana! No olviden votar y comentaar!! Os lo agradecería muchoo!! Besoos a tod@s:*