iv

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El día finalmente llegó. Scorpius estaba terminando de arreglarse la bufanda en el espejo cuando entró Albus a la habitación que ambos compartían. Alzó las cejas.

—¿No te quedas en el castillo? Había preparado ya las cartas de Snap explosivo.

Scorpius le dirigió una mirada de disculpa a través del espejo y murmuró bajito:

—He quedado.

Su amigo lo oyó y esbozó una sonrisa.

—¿Con una chica?

El rubio asintió.

—¿Con quién?

La más temida pregunta. Scorpius bajó la cabeza y se pasó la mano por la nuca, empezando a notar un calor corporal que le subía desde los dedos de los pies hasta la punta de las orejas.

—Has quedado con mi hermana ¿verdad?— dedujo Albus, con una sonrisa.

Scorpius asintió.

—¿No estás enfadado?

El moreno negó.

—¿Quién mejor que tú?

—Pero... soy un año más pequeño...

—Tío Remus y tía Tonks se llevaban trece.— cortó el chico al rubio que estaba empezando a divagar.— Sal y pásatelo bien. Iré a buscar a Henna.

Scorpius salió. Habían quedado a las cinco, pero a las cinco menos diez él ya estaba en la puerta del Gran Comedor, dando vueltas y recordándose a sí mismo todos los motivos por los que Andrea Potter ahora mismo podría estar riéndose de él.

Pero, contra todo pronóstico, Andrea apareció por allí a las cinco en punto, con un jersey Weasley y la bufanda de Gryffindor ondeando detrás de ella.

—¿Vamos?— dijo extendiendo su mano hacia el chico.

El asintió y le dio la mano. Y sintiéndose el chico más afortunado del mundo, salieron hacia Hogsmeade.

white • scorpius malfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora