Capitulo VII

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Como ya estaba vestida, me dirigí al comedor. Me gruñían horrible las tripas. Soy más comelona que el come galletas jaja
¿No?; ¿no dió gracia? Carajo, fracasé.
En fin, al llegar al comedor, donde se suponía que estaba la cocinera, pues no fue así...
Todo allí estaba vacío, cubierto por una oscuridad inexplicable.
Al acercarme a una mesa noté unas marcas, junto con manchas rojas. No me asusté, creí que era solo un sueño, pero no fue así.
“Ayuda...”. Escuché un grito que venía de la cocina.
A pesar del miedo que sentía, me dirigí a la cocina, cada paso que daba, se escuchaba más clara la voz, era la cocinera, estaba en peligro.
Me asusté muchísimo.
Al llegar, ví a la cocinera tirada en el piso, estaba herida, tenia sangre por todo su cuerpo.
—Gracias por venir, por prestarle atención a mis llamados de ayuda. —
— ¿Que tienes? ; ¿por qué estás toda cubierta de sangre? —
— ¿Sangre? Jajajaja, ahí si me hiciste reír... Esto no es sangre Eli, esto es salsa de tomate.
Lo que sucedió es que yo estaba llevando unos tomates para el lavaplatos, y al darme cuenta, ya estaba en el piso, toda cubierta de tomate. —
—Pero... ¿Y la marca que ví allí en el piso?, como si hubiesen arrastrado algo con fuerza. —
—Esa marca es de mi caída. —
—Ah, y... Entonces ¿estás bien? —
—Sí, gracias, ahora si no te importa, ¿podrías ayudarme a levantar? Por favor—. No pude evitar reírme.
—Jajaja, claro que sí, lo siento. —
—Gracias. —
Ya cuando estaba levantada, me preguntó:
— ¿Para qué venías a la cocina Eli? —
—Para comer, daaa. Es que me estaban gruñendo mucho las tripitas. —
—Jajajaja eso lo explica. —
—Bueno, ya que me ayudaste, te daré el doble de lo que venías a comer, así que... ¿Que quieres? —
—Todo... —
—Jajaja, eso no puedo hacerlo. —
—Dame pizza, lasagna, hamburguesa, y... Helado... Amo el helado, así que no puede faltar. —
— ¡Vaya! Si que eres aprovechada. —
—Jajajaja algo, cuando se trata de comida y me dan la mano, me llevo el cuerpo. —
—Te lo llevaré en la noche, ¿vale?  —
—Mas vale que me lo lleves ¿eh? —
—Ok... Quien te oyera diría que eres ruda jajaja. Está bien. —

NOCHE DE FRANCACHELA Y COMELONA:

¡Toc toc!
— ¿Quién es? —
—Soy yo, la cocinera, y por cierto, mi nombre es Ernestina. —
— ¿Eh? Ok... Sigue Ernestina. —
—Hola, acá te traigo mi pago de la deuda. —
—Claro. Si no lo hubieses traído hubieses tenido que volver por todo, simple, pero, como lo trajiste... Pos quédate si quieres. —
—Gracias. —
—Pero no te daré nada, ni creas. —
—Tranquila, solo quiero que me cuentes sobre ti. Y por cierto, ese guardia que hay allí afuera cuidándote está rebuenísimo. —
—Ok... —
— ¿Ya te lo comiste? —
— ¿Qué? Por supuesto que no, no soy tan fácil. —
—Eso no me dijo tu amiga, Cami. —
—Hey, lo que te haya dicho es mentira. —
— ¿Por qué lo niegas? —
—Porque no es cierto. —
—Aparte intentas mentirte a tí misma, pero no lo logras. —
— ¡Cállate!, ni me conoces. —
—Pero eres predecible. —
— ¡Mentira! —
—Sabes que es cierto. —
— ¡Que te calles! —
—Sabes que no lo haré ¿verdad? —
—Entonces si no te callarás, es mejor que te vayas. —
— ¿Y si no?; ¿que harás? ; ¿matarme igual que hiciste con tu familia? —
— ¿Que dijiste, perra? —
—Lo que escuchaste idiota, lo que escuchaste—. La saqué de mi cuarto y tiré fuerte la puerta, tenía unas ganas de, de, de matarla...
Me acosté y me volteé mirando hacia la pared tratando de ignorar y no pensar en lo que esa me dijo, pero no lo logré.
Dormí, como dos horas después de acostarme, me volteaba para un lado y para el otro sin saber el motivo. Pero dormí que es lo importante.

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