Capítulo 1

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Suena la maldita alarma.
"Despertador" es un nombre inútil, porque de un tiempo para acá me despierto mucho antes de que esta porquería suene.
Como siempre, me levanto, voy a ducharme, a vestirme, bajo a desayunar y me lavo los dientes.
Tomo mi mochila, llaves y audífonos. Me despido de mi madre y camino hacia la parada del bus para ir a mi maravillosa escuela.
La odio.
Ir a la escuela no está mal, es solo que la mayoría de la gente ahí apesta. Los chicos levantando las faldas de las chicas, diciendo quién está más buena, cuál de ellos está más fuerte... es siempre lo mismo. Y las chicas no son mucha diferencia. Hablan solo de maquillaje y chicos, mientras escuchan la música que esté de moda.
El bus se detiene y bajo hacia la escuela.
Cuando llego me siento en uno de los bancos a leer mi libro favorito, La peste de Albert Camus.
Pasaron alrededor de 20 minutos y sentí un  golpe en la cabeza. Era Sergio, mi mejor amigo. Era su forma de saludarme, golpeándome con una libreta.
-Hola, cara de bola.
-Hola, pequeño bastardo.
Hablar con él era divertido, siempre tenía algún tema de conversación interesante y hacía comentarios muy divertidos.
-Oye, sé que no te gusta mucho la idea de salir de tu cueva, pero hoy un amigo dará una pequeña fiesta en su casa. Creo que te hará bien salir un rato, ¿sabes? No creo que sea bueno que pases la mejor etapa de tu vida encerrado leyendo o viendo la TV. No digo que eso sea malo, sino que es bueno salir de vez en cuando; y hace algunos meses que no sales para nada.
-¿Mi madre habló contigo?
-No, Mateo. Soy tu amigo y me doy cuenta de esas cosas. ¿Crees que 11 años de amistad no ayudan en nada?
Tenía razón, ultimamente todo era demasiado aburrido. Mismas caras, mismos lugares, mismas canciones... mismo todo. Si realmente quería un cambio tenía que hacerlo yo.
-¿Qué dices entonces, wey?
-Que está bien, ¿cómo tengo que ir vestido?

***

Las clases continuaron de manera habitual, fáciles y aburridas.
Mucha gente piensa que ser un genio es algo bueno, que tienes la vida resuelta. Pero son unos idiotas. Es a veces más un problema. Desde que despiertas, tu cerebro va a 1000 por hora, todo a tu alrededor es un motivo para pensar y pensar. Divagar es demasiado común. Y ni hablar de el hecho de que la escuela se vuelve aburrida. Todo se vuelve aburrido. Esa es una de las razones por la cual mi madre, al escuchar que mi CI era de 133, no hizo fiesta, ni se puso del todo feliz. Es una putada, porque todos esperan algo de ti.
Pensaba en eso, cuando el reloj dio la hora de salida.
Por primera vez en mucho tiempo me sentía emocionado, ligeramente. Tenía el presentimiento de que algo pasaría, algo que no era malo... simplemente algo.

-Entonces, paso por ti a tu casa a eso de las 8. -dijo Sergio mientras guardaba sus cosas.
-Oye, relaja la raja, no le he pedido permiso a mi madre.
-Sabes que aceptará, tu mamá es un amor.
Tiene razón, mi mamá es lo mejor que tengo ahora mismo.
-Está bien, de todas formas te aviso ¿vale?
-Arre pues, nos vemos.

Camino de nuevo hacia la parada del bus. Tengo suerte, al parecer, ya que el camión y yo llegamos al mismo tiempo, y encima venía casi vacío, por lo que me toca ir sentado. Paso gran parte del camino leyendo y de pronto siento la necesidad de mirar a la gente que sube. Una chica, de ojos color miel, cabello ondulado, largo y negro se sienta junto a mí. Decido no darle importacia, aunque... cielos, la chica es hermosa. Sigo leyendo, aunque me cuesta trabajo concentrarme con alguien tan linda a un lado.
Siento que alguien toca mi hombro.
Me retiro los audífonos, a ver qué quieren ahora.
-Ese es mi libro favorito.
Mi corazón se acelera al ver que es ella.
-Sí, es muy bueno. También es el mío.
-Oye, no te pongas nervioso, solo soy una chica con gustos similares.
Me sobresalto en seguida, parece ser alguien directa y bastante observadora.
-Lo lamento.
Vuelvo a ponerme los audífonos, y ahora decido mirar por la ventana. Gente.
Corriendo, caminando, riendo o llorando. Cientos de personas, todos apurados. ¿Por qué no podemos detenernos un rato a respirar? Todo parece ser tan absurdo. Y es que bastaba simplemente mirarlos.
Seguramente ni ellos sabían porqué lo hacían, porqué vivían.
-Qué putada- dije para mí mismo.
-Lo sé- contestó la chica justo al momento que terminaba la canción, por lo que pude oírla.
Me retiro los audífonos, y la veo. Estaba mirando al frente, seria. Su nariz recta y fina sobresalía ligeramente. Sus pestañas eran largas, y rizadas. No llevaba demasiado maquillaje, y tenía algunas pecas.
-A algunas personas suele incomodarles que las miren.
-Lo lamento-contesto volteándome.
-Deja de lamentarte por ser como eres, y mejor di porqué haces las cosas.
-¿Qué puedo decirte? ¿Te miro porque creo que eres linda y misteriosa? ¿Te veo porque me gusta observar a la gente?
-Eso está mejor. - Se voltea para mirarme y sonríe ligeramente. -Así está mejor.
Esa sonrisa hace que se me erice la piel, y trago saliva.
-Emmm... sí, gracias. ¿Cuál es tu nombre?
-Hola, extraño. Dejemos que el destino decida si debo decírtelo.
Se levanta y va hacia el conductor.
-Adiós, Manuel. Gracias.
El chofer se para en seco, y la chica baja. No sin antes mirarme y sonreir de nuevo.
¿Qué demonios había sido todo eso?
Todos en el autobus se quejaban, pero Manuel no hacía caso. Solo reía un poco, y continuaba con su camino. Yo no había tenido tiempo de reaccionar, por lo que decido repasar la historia en mi cabeza hasta llegar a mi casa.

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