Capítulo 5

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Me acerco, quiero besarla.
El tiempo de espera es largo, así que no continúo.
Siento un beso pequeño en la mejilla.
-Adiós, extraño.-dice antes de subirse al camión.
-Adiós, locomotora. -digo tocándome la mejilla.
Basta, Mateo, es hora de irte.
Camino las dos cuadras que quedan para llegar a mi casa.
-¿Cómo te fue, hijo?- Pregunta mi madre, apenas entro.
-Genial, mamá. Fue maravilloso. Tomamos café, hablamos y vimos una película. Casi nos besamos y...
-Hijo, necesito hablar contigo. Sé que Zoé es encantadora, pero me preocupa. Me preocupan los dos. Ella no aguantaría una ruptura amorosa, y tú... bueno, ella puede hacerte mucho daño.
Me sobresalto, no espero que mi madre dude de mí.
-Mamá, inevitablemente tendré que sufrir rupturas amorosas. No te preocupes por mí... aparte, ella es fuerte... lo dijo su padre.
-Todos somos fuertes, Mateo. Pero incluso la roca más fuerte se quiebra en algún momento.
-Todos estamos un poco roto, mamá... y tú no puedes evitarlo. Tú estás rota, yo estoy roto, Zoé claramente está rota y todo el mundo lo está.
-Sé que no tener un papá es algo... mira, creo que si yo fuera hombre podría ayudarte mejor.
Mi mamá comienza a llorar, y me acerco hasta ella.
-Eres una mamá excelente. La mejor del mundo. No es tu culpa que esté deprimido, ni que me enamore. No va a ser tu culpa si rompen mi corazón. Eres mi mamá, sí... pero aun así yo soy humano, igual que tú... y cometemos errores y aprendemos de ellos. No está mal fallar, mamá. Aunque tú raramente lo haces. Te amo, y créeme que no necesito que un idiota venga a decirme cómo funciona mi pito, o cómo "hacer cosas de hombres" porque... te tengo a ti y es más de lo que puedo desear.
Mi madre sonríe y me abraza. Le respondo el abrazo, y así nos quedamos un rato.
-Sólo quiero que seas feliz, Mateo.-dice ella entre sollozos.
-Lo seré, mamá. Lo soy.

***

Me tomó tiempo darme cuenta de que tengo muchísimas cosas buenas. Tengo a la mejor madre en el Universo, al mejor amigo que existe... y a una chica que cualquiera desearía, y sin embargo ella me desea a mí.
Tengo la capacidad de llegar lejos, aunque aún no sé cómo hacerlo.
Pienso en esto mientras camino a la Biblioteca, donde me quedé de ver con Zoé. Van ya dos meses desde que vinimos aquí por primera vez, este ya es nuestro lugar de partida.
-Hola, extraño.
-Saludos, vaporera.
Sonríe y me abraza rápidamente. Apenas se separa, cierra los ojos.
-Como lo prometí, hoy no traigo pupilentes-dice aún con los ojos cerrados.- Espero que no te asustes, porque de verdad son horribles.
Abre los ojos.
Qué hermosos ojos, demonios.
-Zoé... son hermosos.
-Lo dices porque te gusto-contesta rodando los ojos-si le preguntamos a alguien más, dirá que son horribles.
-¿Quieres apostar?
La tomo de la mano antes de que pueda contestar, y la paro frente a la primera persona que encuentro.
-Hola, buenas tardes. Mi amiga cree que sus ojos son horribles. ¿Qué cree usted?
La persona mira los ojos de Zoé y sonríe.
-Pienso que son diferentes y muy bonitos. Tienen matices azules en algunas partes, verdes en otros... con un bonito fondo gris. Nunca vi unos ojos tan lindos. ¿Acaso son pupilentes?
-No, mi amigo. Son naturales. Esta chica usa lentillas color miel porque no le gustan sus ojitos grises.
-A mí me parecen lindos.
Nos despedimos del amable señor, y continúo con mi experimento.
-Probablemente lo dicen porque estoy presente- dice ella -apuesto a que si no estuviera ahí, dirían que son horribles.
-Apuesto a que no.
Comenzamos a planear algo.
-Esa chica es linda, ¿no cree?
La persona junto a mí, me mira extrañada. Era una mujer de unos 40 años.
-¿Cuál?-inquiere.
-Esa, la del pantalón negro.
-¿La que tiene ojos como grises? Sí, es linda. Tiene unos ojos hermosos, y una nariz preciosa.
-Gracias, dijo lo que necesitaba escuchar.
Me levanto enseguida y camino hacia Zoé.
Repetimos el experimento 10 veces más, obteniendo los mismos resultados.
-Está bien, ya entendí. Mis ojos son lindos. ¿Qué quieres como premio?
Mi corazón se acelera, y la idea pasa por mi cabeza. Sería sensacional. Quiero un beso.
-Quiero un beso.
Ella sonríe, tímidamente, se acerca y me besa la nariz.
-Listo, extraño. Ahora, vamos al karaoke.

La tarde siguió normal, sin nada especialmente diferente.
Sentados frente a un Mc Donnalds, Zoé se queda callada.
-¿Puedo comenzar con las preguntas hoy?
Habíamos empezado un juego, a las 9:00 nos haríamos 5 preguntas cada uno, obteniendo un total de 10, para conocernos mejor.
-Claro-contesté, lanza la primera.
-¿Dónde está tu papá?-pregunta seria.
Aclaro mi garganta.
-No lo sé. Posiblemente con alguna mujer. No tengo idea y tampoco me interesa.
-¿Qué pasó con él?
-Nunca lo conocí. Abandonó a mi mamá cuando tenía 6 meses de embarazo, ya sabes... fue por cigarros. Mi mamá ha intentado poner la imagen de que él simplemente no estaba listo. Yo sigo pensando que es un idiota. Uno no simplemente coger sin condón y esperar que salga un pastel, ¿sabes?
Asintió. Eso me gusta de ella, que dice las cosas cuando deben de decirse, y cuando no hay nada que decir... solo se calla.
-¿Cómo murió tu mamá?-pregunto, arrepintiéndome al instante.
-Un día, mi casa explotó. No es broma, la llave de gas estaba abierta. Mi padre y yo nos salvamos porque no estábamos ahí. Podríamos verlo de dos maneras, fuimos afortunados o desafortunados. Pudimos haber muerto, pero aquí estamos... vivitos y coleando, por lo que puede decirse que somos afortunados. Pero, perdí a mi madre, y él a su esposa... al amor de su vida... así que somos desafortunados.
-¿Por eso tu padre se volvió loco?
-No.
-¿Entonces?
Toma aire, al parecer nunca había contado eso a nadie.
-Mi madre murió porque mi papá olvidó cerrar bien la llave del gas. A causa de la culpa, comenzó a tomar demasiado. Cuando el alcohol no pudo mantenerlo alejado de la realidad, intentó con drogas. Todo empezó con marihuana, y algo de crack... pero todo fue empeorando, y entonces encontró la heroína. Eso mató casi por completo sus neuronas. Comenzó con brotes psicóticos, alucinaciones y pérdida de la memoria y habla.
>>Lo peor fue cuando comenzó a golpearme, y cuando mi tía se dio cuenta... llamó a la policía. Como no estaba bien de sus facultades mentales, lo internaron en el Hospital de tu mamá. Así fue como se volvió loco.
-¿Qué edades tenías en cada momento de la historia?
-Cuando murió mi mamá, 8. Cuando mi papá comenzó a tomar 8. Cuando me golpeaba, 12. Cuando lo encerraron, 14.
-Dos años de maltrato, mierda... Eres fuerte.
-No del todo, aún me rompo.
Lágrimas resbalan por su rostro, y yo solo puedo abrazarla. Zoé no merecía eso.
-¿Cuándo fue la última vez que lloraste?-pregunta, secándose las lágrimas.
-Hace como 5 años.
-¿Por qué?
-Porque Sergio se enojó conmigo.
-¿Por qué?
-Porque lo golpeé sin querer. Entonces é me golpeó y nos peleamos. Fue muy raro, porque ambos terminamos llorando y prometiéndonos no volvernos a golpear nunca.
-Hermoso, conmovedor.
Sonrío, un poco torcido. La miro a los ojos, y ella se endereza.
-¿Qué tuvo que pasar para que odiaras tus ojos?
-Desde que tengo 5 años, la gente me dice que son horribles. Principalmente en la escuela, por eso cuando cumplí 15 y entré a una nueva escuela, mi tía me regaló unos pupilentes de un color "más normal". Desde entonces tengo ojos color miel.
-Vaya, es extraño. Odias algo porque a otros les gustaban. Consiguieron su objetivo, ahora los escondes y ellos ya no se sienten inferiores.
Rueda los ojos, pero admite que tengo razón.
Seguimos hablando, de cosas sin sentido. Y de que sus ojos son realmente lindos.
Pienso que debe considerar dejarlos así, a la larga tanto usar pupilentes le puede dañar los ojos, y los tiene demasiado lindos como para hacer ese desperdicio.
Puede ser un buen momento para pedirle que sea mi novia. No se lo espera, y ya llevamos 2 meses saliendo. Nos gustamos, ¿qué más daba lo demás? No rompería su corazón, ni yo el suyo. Nos haríamos felices el tiempo que se pueda, y ya... nada más, tan simple como eso. Sí, se lo diré.
Tomo valor, me preparo para hacerla...
-Ahí viene mi camión, Holmes.-dice, levantándose rápidamente de los asientos que hay en la parada.
-Espera, una preguntita más. Apenas llevo cuatro.
-No-dice ella mientras hace la seña al camión para que pare- fueron 5. ¿Cómo murió tu mamá?, ¿por eso tu padre se volvió loco?, ¿entonces?, ¿qué edades tenías? y por qué odio mis ojos.
Se sube al camión y sonríe. Me mira sonriendo todavía.
-No, extraño... aún no seré tu novia.
Se mete al camión y huye... otra vez.

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