Eran alrededor de las 8 de la noche. Estaba sentada en la banqueta junto a mí. Mi mano reposaba sobre la suya. Veíamos el cielo nocturno, en silencio.
-¿Te imaginas que alguien allá, en esa estrella de ahí nos esté observando?
-Sería extraño-dije. Acto seguido la abracé-Pero si nos ven, que no piensen que solo somos amigos.
Zoé me miró con sus hermosos ojos grises, y sonrio de una forma tierna.
-Entonces bésame, bobo.
Nos besamos un buen rato, hasta que se alejó un poco.
-¿Y si alguien en esa otra estrella pensó que los estábamos viendo e hicieron lo mismo que nosotros? Una Zoé y un Mateo.
-Posiblemente no estén juntos. Ya sabes, por lo de los mundos paralelos.
-Tal vez ellos están al revés en otras cosas. Tal vez el papá de Zoé es psiquiatra y la mamá de Mateo está loca.
-Tal vez en esa otra estrella de allá, Mateo y Zoé nunca se conocieron.
-Pobres, de lo que se están perdiendo.
Tomó mi cara entre sus manos, así, sin avisar y apretó mis cachetes.
-Di "soy una pacita".
Ambos comenzamos a reír, era absurdo y eso nos divertía aún más.
-Ven, extraño.
Se levantó de un brinco y me extendió la mano, sonriendo.
-¿A dónde?
-A donde los niños van a divertirse.
Sonaba decidida y divertida. Me puse nervioso enseguida, pero sabía que con ella todo valdría la pena. Al fin y al cabo, era alguien divertida.
Caminamos un rato, hasta que encontramos un taxi dosponibe.
-¿Cuánto nos cobra de aquí al parque de diversiones?-pregunta Zoé sin subirse al coche.
Me quedé helado, nunca me había subido a una montaña rusa, me daban un pavor infinito.
-Pues... 50 pesos.
-Excelente.
Me empujó dentro del carro, y ella fue de coopiloto. Pasó todo el camino hablando con el conductor de un sinfin de cosas, y al final se despidió de él diciéndole su nombre.
-Vamos, Mateo... no seas un chillón.
Caminamos hasta la entrada, donde una chica estaba vendiendo boletos. Las entradas costaban 500 pesos, y no incluían comidas.
-Zoé... no traje tanto dinero.
-Tranquilo, conozco a alguien que nos pasará gratis.
Dicho y hecho, un guardia de seguridad era amigo de Zoé, por lo que pasamos sin ninguna dificultad. Nos reímos con ganas, pero paré en seco al ver que Zoé me llevaba hacia una fila para una montaña rusa. Era enorme, la más grande del parque. Daba 5 giros de 360 grados, las caídas eran demasiado pronunciadas y el carrito llevaba una velocidad impresionante.
-Me voy a morir ahí arriba.-dije apenas vi el tamaño de la subida.
-Claro que no, pero si te mueres ¿puedo quedarme con tus CD's?
Sonreí incómodo. No quería decepcionarla, así que accedí a subirme.
La fila era relativamente corta, habían 100 personas aproximadamente delante de nosotros. El recorrido duraba 5 minutos, y esperamos 30. Fue el tiempo de espera más largo de toda mi vida.
-No, ¡me quiero bajar!
-Mateo, ya estamos subiendo, no hay marcha atrás.
Sentí un millón de cosquillas yendo desde mis pies hasta mis manos. Desde lo más alto, podía ver toda la ciudad. Los coches en el estacionamiento parecían de juguete, y las personas parecían hormiguitas. Zoé estaba maravillada observando todo, y a mí no me disgustaba la vista. El problema era que sabía que en cualquier momento comenzaría la bajada.
Apenas pensé en eso, y comenzamos a bajar a toda velocidad. Zoé levantaba los brazos, y yo gritaba aterrorizado. Pero, a la mitad empecé a disfrutar del aire en mi rostro, sentía como si volara.
A la siguiente bajada, me permití levantar los brazos. Me sentía feliz, libre.
Cuando acabó el paseo, no podía ocultar mi emoción. Saltaba, reía y decía un montón de cosas que ya no recuerdo.
En un momento, Zoé simolemente tomó mi rostro entre sus manos y me besó.
-¿Joven? ¿está con nosotros?
La voz del profesor de piano logra regresarme a la clase. Todo el recuerdo había comenzado porque se empezó a escuchar la canción que le atribuí a ese momento con ella.
-Sí, profesor. Lo lamento.
El maestro regresa al frente, y sigue con la explicación.Termina la clase, y salgo rápidamente del salón, no quisiera toparme con...
-¡Mateo! ¿Qué te pareció la clase de hoy? A mí me fascinó, es una de las mejores clases que hemos tenido ¿no crees?
Liz era una chica molesta. Hablaba demasiado, y nunca decía nada interesante. Era bajita, de piel tostada y ojos verdes. Su cabello era largo y rizado. Lo llevaba teñido con mechas californianas, y su estilo de ropa me recordaba a Zoé.
-Sí-contesté a secas.
-No hablas mucho, ¿verdad? Vaya, me recuerdas a una amiga. Era muy rara, ¿sabes? Yo era su mejor amiga en la escuela y no sabía practicamente nada de ella. No hablaba con casi nadie, pero todos le hablaban. Es una chica realmente cool. Dicen que se fue a Canadá con unos familiares, eso es lo que dicen en la escuela. Los rumores sobre ella nunca paran. Se llama Zoé, ¿la conoces?
Me paro en seco, ¿será la misma Zoé que yo conozco? El nombre no es común, y Zoé siemore decía que había una chica en su escuela que era demasiado molesta y ruidosa.
-¿Zoé Uriqueta?
-Sí, sí. La chica cool.
-¿Familiares en Canadá?
-Eso dice su prima, aunque no es muy creíble porque se odian. ¿Conoces a su prima? Es como ella, pero habla más y es más divertida.
Dejo de escuchar y comienzo a caminar rapidamente hacia la salida. Me escabullo por una calle para que Liz no pueda encontrarme y le mando un mensaje a mi madre.
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Destino
Teen FictionMateo, un chico de 17 años, piensa que su vida es monótona y aburrida por lo que decide salir con su mejor amigo a una fiesta. Las cosas dan un giro cuando conoce a Zoé. Nada es tan fácil como en un principio, y es donde el destino elegirá si ambos...