La muerte (Yaoi)

134 9 3
                                    


La cálidas gotas cayendo desde cielo, es algo que siempre recordaré. La verdad nunca comprendí que fue lo que había pasado. O tal vez nunca quise comprender. Yo era feliz tal cual, de hecho soy feliz ahora, a pesar de lo que estoy pasando.

El viento fresco de este lugar es tan puro que desearía que nunca se fuera.

-Es difícil ¿No? -Una pequeña voz hizo sacarme de mis pensamientos.

-Sí, lo es. -Respondí sin mirar a la persona que había dicho eso.


El pasto verde era tan reconfortante que no quería dejar de acostarme en él, la sensación de estar rodeado de tanta vida hace que mi corazón se estremezca. Bueno, no es exactamente "vida" pero me gusta llamarla así. Puedo llamarla así, pues me hace triste llamarla de la manera en que todo el mundo lo conoce. El limbo... Esa es una palabra cruel, creo yo.


-¿Y bien? ¿Qué hace Tatsuhisa hoy? -La voz del chico que siempre me acompañaba se hizo presente. Al parecer estaba en la misma situación que yo. La verdad no entiendo como alguien tan lindo y amable como él, haya terminado condenado a muerte. Aoi me contó que no cometió el crimen, y que fueron los jueces corruptos los que hicieron que muriera para salvar a alguien más.

-No lo sé. -Me senté a la orilla de un pequeño lago que había por ahí. Me incliné un poco hacía el agua para verla mejor.

Tatsuhisa estaba en el comedor que compartíamos hace muchos años. Estaba rodeado de papeles y fotografías, seguro quería tratar de averiguar quién había sido mi asesino, porque sí, estoy muerto. Me partía el corazón verlo así, por eso casi nunca me asomaba a aquel lago, el único lugar donde podíamos comunicarnos con la tierra. Me limpié una lagrima de mi mejilla, para después pararme y dirigirme donde Aoi se encontraba.


En este lugar llegan más personas de lo que me imaginé. Personas que no quieren abandonar a sus familias ni amigos, personas que prefieren no ser libres, por estar viendo y protegiendo a quienes querían. Personas como yo, que todavía no sabían si irse o no.

El bosque que el limbo tenía, era uno de los lugares más hermosos, se respiraba paz y tranquilidad, por así decirlo. Una vez, en una visita a ese bosque, me encontré con una niña de no más de 8 años, parecía divertirse jugando con las hojas que se encontraban esparcidas por el lugar. Me acerqué a ella con la esperanza de conversar. Me contó que había muerto a causa de un descuido al cruzar la calle, y que no pensaba irse hasta que pudiera decirle a su hermana gemela que no era su culpa.


Aquí hay millones de historias, todas tan desgarradoras.


Volví a ir al lago, me senté en la orilla como siempre lo hacía, y vi lo que Tatsuhisa hacía. Se encontraba durmiendo. Parecía tan tranquilo y tan lindo. Lo extrañaba demasiado, pero sabía que no podía hacer nada. Si solo le pudiera decir una vez más cuanto lo amaba. Toqué el agua.


-¿Te gustaría volver? -Preguntó Aoi. Me encontraba recargado en un árbol en compañía del muchacho.

-A veces. -Dije cerrando los ojos. La verdad, es que cada instante que pasaba en este lugar me arrepentía de no haberle hecho caso. Yo no estuviera aquí si nunca hubiera ido al lugar donde trabajaba a altas horas de la noche. Yo solo quería saber que pasaba con el trabajo que teníamos que entregar, a cambio de eso, recibí una muerte de lo más dolorosa...

Me encontraba en el auto buscando mi celular para avisarle que ya iba de regreso, cuando unos hombres me sacaron del auto y comenzaron a golpearme. No sabía porque lo hacían, tal vez había faltándoles al respeto. Fue hasta después donde comprendí que se equivocaron de sujeto, y que yo pagué los platos rotos. No les odio, un error lo comete cualquiera ¿No?


No supe cuánto tiempo pasó desde la última vez que me asomé al lago, pero cuando lo hice, vi a un Tatsuhisa completamente nuevo. Según Aoi, por fin habían encontrado a mis asesinos, cosa que me alegró por él. Pero sabía que pasaba algo más. Esa sonrisa significaba más que el logro por algo. Tatsu se enamoró, de eso estaba más que seguro. Sonreí ante la idea.

-Que seas feliz. -Expresé antes de pararme.


Hoy me encontré con una hombre un poco mayor a mí, o bueno, lo era cuando estábamos vivos. Le hablé, y pasé con él un buen rato, platicamos sobre diversas cosas, sobre su muerte, sobre su vida, sobre la vida de sus seres queridos y sobre cómo se sentía aquí. Era un hombre amable, seguro Morikubo era muy querido en su vida. Él me dijo que antes de morir a causa de cancer, su ex esposa lo había visitado con un bebé en brazos. Dijo que se sintió con tanta felicidad que lloró.


En serio me gustaría que todos tuviéramos segundas oportunidades.


Volví a ver al lago después de hablar con ese hombre, esta vez la imagen que vi fue horrible. "Tatsu, basta, deja de torturarte" Fue lo que pensé al verlo. Volvió a llorar, y para mi desgracia, fue por mí. La última vez que lo vi pensé que ya lo había superado, cosa que me hizo inmensamente feliz, pero ahora... pareciese que nunca quisiera olvidarme. Cosa que necesitaba hacer.

Toqué el agua, pero a diferencia de las otras veces, fui tomado por algo que me obligó a hundirme entre las tibias aguas del lago.

Abrí mis ojos esperando encontrarme acostado en el pasto, pero lo único que vi fue un techo. Me paré confundido. Miré a todas partes y descubrí que estaba en mi hogar. Sonreí, y decidido salí corriendo en busca de mi amado. Me desesperé cuando no lo encontraba. Escuché unos sollozos provenientes del cuarto del baño. Apresurado me dirigí ahí, la imagen que vi me hizo sentirme miserable. Tatsuhisa se encontraba en la bañera con un cuchillo en la mano. Preocupado me acerqué a él. Grité tanto como pude para evitar cualquier desgracia, pero parecía no funcionar. Desesperado lo tomé de los hombros y lo comencé a mover. No fui el único que se sorprendió de lo que hice, pues Tatsuhisa por fin pareció verme. Sus ojos mostraban sorpresa y algo de alegría.

-Amor... -Susurró. La forma en la que lo dijo hizo que mis ojos se llenaran de lágrimas.

-Sí, soy yo. -Acaricié su mejilla con una pequeña sonrisa. Lo extrañé tanto. -Por favor, no lo hagas. -Supliqué.p

-Pero... yo quiero ir contigo.

-No se pueden tú debes estar aquí. Prométeme que lo harás. -Tatsu estaba mal, realmente mal. Sus ojos carecían de vida.

-S-Si... -Asintió sin muchas ganas. Me incliné hacía él y le deposité un beso en la frente.


La vida es tan corta, eso es lo que he aprendido. Hubieron millones de cosas que quise hacer en vida, lamentablemente no puedo. A veces si maldije la tonteria que hice, pero la verdas es que no puedo hacer nada. Debía alegrarme, aquí hay pequeños que ni siquiera pudieron llegar a su adolescencia, soy afortunado si lo pienso bien.

El pequeño prado nunca había estado tan verde, ni nunca antes disfruté tanto correr. Me sentía libre, y con tanta vida, a pesar de ya no tenerla. Trepé un árbol hasta la punta, y me quedé ahí viendo el horizonte.

-Si solo... -Fue lo que dije antes de sentir una brisa atravesarme.


Había una vez un SeiyuuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora