Dicen que los ojos son la ventana del alma y en este caso, bailando entre celeste y blanco, sus ojos no reflejaban nada más que mi propia existencia en ellos. (Aunque eso no signifique que exista también en su memoria). Me parece que es porque esos monótonos ojos solamente los usa como escudo ante todo lo que le pueda hacer daño. Me hacían sentir que en realidad era solo una persona en este mundo.
Sus labios estaban totalmente serios. Pero al contrario con los ojos, éstos respondían ante mis gestos. Y cuando sonreía… cuando sonreía te invadía una extraña felicidad… y de repente miedo. Me daba miedo de que deje de sonreír y que lo bien que me siento ante esa amplia y blanca sonrisa desaparezca igual de rápido.
Y desaparecía.
Al volverse a poner seria lo único que sentías eran unas ganas locas de poder hacerla reir por siempre… pero no se podía.
En su cara existía un innumerable universo de pecas. Y lunares. Entre todos ellos tenía uno (el cual era mi favorito) del lado izquierdo en la comisura de los labios, que desaparecía al sonreir y eso era lo único que no me gustaba de su sonrisa.
Que ocultaba cosas.
