En el choque de la vida VI.

4 1 0
                                    

A principios de septiembre las clases aún no habían empezado, los alumnos empezarían a ir en unos días. A ese centro solo iban profesores y el servicio. Juanan y Bárbara se dirijan a la entrada, accedieron a un patio trasero en el que habían varias chicas jóvenes como ellas. Era curioso como en la época del franquismo las chicas jóvenes de entre 14 y 21 eran lo más frecuente en servicios domésticos. De una escalera salió una mujer toda vestida de negro, con sus medallitas doradas y sus colgantes con cruces , traje de chaqueta con hombreras como se llevaba hacia 20 años y su falda de tubo ajustada hasta la tibia. Lo más curioso era la expresión de amargura en esa mujer y su corto peinado oscuro y rizado. Les comunicó que tenían que seguirla a un pasillo donde esperarían a entrar en un aula donde hablarían con uno de los abades.

En ese pasillo esperaban todas las jóvenes impacientes y nerviosas. El señor de dentro del aula las iba llamando. Ahí empezó a hablar con Maika, una joven de 16 años que ya había trabajado el año pasado allí, pero le iban a cambiar de puesto e iba a hablar con el abad. Dos amigas suyas del año pasado pasaban a saludarla. Ana y Carmen.  Maika era de un país latinoamericano. Era de estatura baja, morena, con rasgos latinos y el pelo moreno brillante y liso. Vestía un vestido negro y holgado. En ese momento en el que hablaba con Bárbara la llamaron, 5 minutos después salió comunicando que se dedicaría a limpiar el aula de los caballetes. Posteriormente llamaron a Bárbara.

Ese señor con túnica y gafas, con kilos de más la miraba de arriba a bajo y empezó a hacerle preguntas.

¿Fumas?

No

¿Bebes?

No

¿Tienes novio?

No

¿Has tenido relaciones prematrimoniales?

Bárbara pensó que debía decir que no aunque ya había tenido de manera precoz a los 13.

No.

Ese señor empezó a hacerle un montón de preguntas incómodas como si quería casarse, tener hijos, estudiar. También le preguntaba si que aspiraba con quién vivía, si vivía sola, si salía por las noches, si se llevaba chicos a casa. Solo tenía que dar la impresión de ángel doméstico, joven perfecta a los ojos del régimen, de buena familia que no diera problemas.

Cómo Bárbara nunca había trabajado y era la más joven y nueva allí. La destinaron a lo más forzoso. En primer lugar tenía que limpiar algunas de las aulas pero también tenía que ayudar a las que limpiaban el patio trasero y el aula de arte. Ese iba a ser su trabajo los próximos diez meses. Hasta junio. Y lo peor venía ahora, preparar el colegio para cuando empezaran las clases. No sabía lo que le esperaba.

Transición en Flor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora