Transición en Flor.

En el choque de la vida VIII.

Bárbara, guiada de su abuela, se sentó en una silla que había preparada junto al balcón con una mesa, en la mesa había un vaso de cristal, sencillo, tintado en un tono anaranjado, había una servilleta y sobre ella cubiertos, esa mujer había estado esperando a Bárbara, le había hecho la comida y pretendía servirse la.

La abuela de Bárbara se mostraba amable y servicial, y le preguntaba de todo , cómo le había ido el día, le preguntaba sobre sus padres, sobre su
hermana, etc. En unos meses harían buenas migas, porque a la abuela de Bárbara le encantaba contar historias antiguas de esa ciudad, de hacia 60 años y claro a Bárbara le apasionaba todo lo antiguo y le encantaba escucharlas.

Bárbara por una vez se había sentido como en casa en aquella turbulenta ciudad, después de comer , su abuela le preparó una cama y le dijo cariñosamente que podía dormirse ahí la siesta.

Después de ese duro día de primer trabajo, limpiando esas aulas y suelos. Bárbara estaba agotadisima, y empezó   a relajarse en esa cama de sabanas blancas. En esa siesta es cuando empezaron los sucesos extraños en la vida de Bárbara.

Quizás era por la casa, o por la energía que traía Bárbara , pero Bárbara presenció su primera parálisis del sueño, la primera de muchas que tendría en toda su vida.

Se sentía despierta, pudiendo apreciar la habitación, esta vez todo había cogido un tono oscuro, como si la energía de la casa la hubiera oscurecido. Pero ella no se podía mover, ningún músculo de su cuerpo, solo podía mover los ojos , creando una situación de angustia . En ese momento empezaron a aparecer sombras oscuras que se acercaban a Bárbara, Bárbara podía ver todos sus movimientos en frente de ella y Bárbara lo único que quería era moverse de allí, salir corriendo. Pero su cuerpo estaba dormido. En un momento pudo moverse , movilizando todo su cuerpo en un salto que rebotó en la cama, Bárbara percibió la habitación más clara e iluminada por la luz que venía de la ventana. Las extrañas sombras habían desaparecido. Bárbara miró el reloj de la mesilla de noche y vio que eran las 16:30 y recordó que tenía que irse pitando a su otro trabajo de tarde.