Capítulo 1

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Una tarde, en la orilla oeste del río Anduin, cerca de Amon Hen...

"¿Dónde está Frodo?" –preguntó Merry, de repente.

Legolas y Aragorn, que estaban hablando en voz baja, se detuvieron al instante y miraron a su alrededor. El portador del anillo no estaba.

Sam se puso en pie y lo llamó frenéticamente.

"¿Señor Frodo?"

"¿Alguien vio a dónde fue?" –preguntó Aragorn. El resto negó con la cabeza.

"¿Dónde puede estar? –gruñó Gimli-. No es un lugar seguro para andar solo."

"A lo mejor no lo está –dijo Legolas, de repente-. Boromir también se ha ido."

El elfo y el montaraz se miraron. Los dos habían notado el cambio en el hombre durante el largo recorrido en barco que habían hecho desde Lothlorien hasta Amon Hen. El hijo del Senescal de Gondor no podía resistirse a la tentación del Anillo Único, sin importar cuánto lo intentara.

"Iré a buscarlos" –dijo Legolas, finalmente.

Aragorn asintió y vio cómo su amigo desaparecía en los bosques que tenían detrás. Si alguien podía encontrar a Frodo, ese era Legolas. El príncipe elfo había sido un manyan, alguien con el místico poder de curar a los demás con su toque. Puede que ya no fuera capaz de hacerlo, pues hacía cientos de años que le habían arrebatado ese poder, pero la sangre manyan todavía corría por sus venas y con ella podía detectar el malvado poder del anillo. Él encontraría al portador, sin duda.

Aragorn también rezó para que lo hiciera pronto, pues Gimli tenía razón. No estaban en un lugar seguro y Legolas le había dicho que sentía cómo una malvada presencia se acercaba a ellos. La comunidad tenía que cruzar a la orilla este lo antes posible antes de ser capturados. Ya habían descansado bastante y era el momento de continuar.

Legolas caminaba bajo las copas de los árboles, siguiendo la presencia del anillo que solo él podía sentir

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Legolas caminaba bajo las copas de los árboles, siguiendo la presencia del anillo que solo él podía sentir. Mientras lo hacía, llenó los pulmones con el fresco aire del bosque y olió la maravillosa esencia de los árboles y la tierra que lo rodeaba. Esperaba desde el fondo de su corazón que los bosques prevalecieran a las fuerzas oscuras de Sauron y rezaba para que la magnífica madre naturaleza siguiera en el mundo miles de años más.

Y para ello tenemos que destruir el anillo. ¡No podemos dejar que Sauron lo recupere! Pensaba.

Entonces Legolas sacudió la cabeza al acordarse de Boromir. El hombre había ido demasiado lejos. ¡Hombres! ¡Tan débiles y fáciles de convencer!

Legolas había tenido contacto con la raza de los hombres desde niño. Una vez lo habían secuestrado y usado su habilidad sanadora para su propio beneficio, casi matando al príncipe manyan en el proceso. Años después, habían vuelto a secuestrarlo. Y esa vez habían tomado su inocencia y habían destrozado su alma. Legolas nunca volvería a confiar en los hombres... excepto en Aragorn.

Legolas llevaba vigilando a Boromir desde que habían salido de Rivendel hacía unas semanas, sin pasar más tiempo del necesario cerca de él. Sabía que tarde o temprano el hombre sucumbiría ante la llamada del anillo, pero a pesar de eso, sabía que toda la culpa no era de Boromir. El anillo era tan poderoso que ni el más fuerte de los hombres podría ignorarlo. Su poder lentamente se hacía dueño de las emociones, de la mente y finalmente del alma.

Pero el príncipe también sabía que Boromir no se rendiría fácilmente. Llevaba varios días viendo cómo el hombre se resistía al deseo por el anillo único. Qué pena le daba. Ser controlado de esa forma por una fuerza externa era lo más degradante que podía imaginar y daba gracias a ser inmune a la maldición del anillo gracias a su sangre manyan. Era lo único que el Señor Oscuro Sauron nunca conquistaría; no lo había hecho hacía miles de años y nunca lo conseguiría.

De repente, escuchó a dos personas discutiendo y aceleró el paso al reconocer las voces de Boromir y Frodo. Al llegar a un claro, vio que el hombre estaba sobre el hobbit, intentando quitarle la cadena de la que colgaba el anillo.

"¡Boromir!"

Legolas cogió una flecha de su carcaj a la velocidad de la luz y la colocó en su arco, apuntándole al hombre.

"¡Aléjate de él, Boromir!"

El hombre se detuvo de golpe y Frodo aprovechó la oportunidad para liberarse y ocultarse detrás de Legolas. Boromir se giró para mirar al elfo, con los ojos inyectados en sangre y el rostro rojo de furia.

"¿Y si no qué harás, elfo? ¿Matarme? ¡Hazlo!"

"Frodo, vuelve con los demás" –susurró Legolas, con prisa.

El hobbit dudó.

"Legolas..."

"¡Vete, Frodo!"

Y por fin el hobbit le obedeció y echó a correr hacia la orilla del río donde estaban los demás. Legolas bajó el arco, pero sin dejar de observar a Boromir.

El hombre bufó.

"El todopoderoso elfo al rescate –dijo Boromir, sarcásticamente. Y entonces su expresión cambió de golpe. Había miedo y ruego en sus ojos cuando miró a Legolas-. Mátame y acaba con ello. ¡Odio esta debilidad! ¡Mátame, por favor!"

Legolas sacudió la cabeza.

"No me corresponde a mí tomar tu vida –dijo suavemente mientras retrocedía unos pasos-. Nunca podría matarte a menos que no me dejes otra opción."

Boromir empezó a llorar.

"¿Entonces qué será de mí ahora? El anillo está ganando. Ya no puedo oponerme a él. ¿Qué será de mí...?" –susurró. Legolas no supo qué decirle.

Y entonces se escuchó un grito de terror detrás de ellos.

"¡Frodo!" –exclamó Legolas, reconociendo la voz al instante.

Al mismo tiempo, las sombras amenazantes que rondaban cerca desde hacía un tiempo aparecieron desde todas direcciones como cientos de feas bestias: los Uruk Hai y los orcos.

Boromir se puso en pie rápidamente y alzó la espada, listo para la batalla. Legolas se giró hacia él.

"Todavía formas parte de la comunidad."

El hombre miró al elfo con intensidad y asintió.

"La comunidad –entonces balanceó la espada con fuerza, gritando-: ¡¡Por la comunidad!!"

Legolas se dio la vuelta y corrió hacia donde había oído la voz de Frodo, disparando flechas rápidamente mientras se aproximaba a los Uruk Hai. No falló ningún disparo a pesar de estar corriendo y las bestias caían de un solo golpe, pero Legolas no desperdició tiempo en alegrarse. Temía descubrir el destino del hobbit cuando iba de camino al río.

Se encontró con Frodo luchando valientemente contra sus atacantes usando su pequeña espada, Dardo. El hobbit todavía estaba lejos de la comunidad, así que dependía de Legolas alejarlo del peligro.

El príncipe se acercó corriendo, disparando con precisión. Finalmente alcanzó a Frodo.

"¡Vete, Frodo! ¡Corre y escóndete!" –gritó, indicándole la abertura que acababa de crear para que el portador del anillo escapara.

Frodo no malgastó el tiempo y salió corriendo sin mirar atrás. Por un momento no supo qué camino tomar para llegar al río, pero siguió corriendo a través de los arbustos, las raíces y las rocas. Se estaba quedando sin aliento, pero no se atrevió a detenerse para mirar atrás.

Pues ya llegó la nueva historia :) con un poquito de retraso por el trabajo pero ha llegado y ya tenemos a Legolas en líos. ¿Saldrá bien de la batalla? ¿O habrá algún imprevisto?

Alma TorturadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora