Capítulo 9

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Narra TN.

El día definitivamente fue raro. Que Christopher me haya besado, ya es común, lo diré otra vez, es un mujeriego. Pero que seamos amigos, en serio eso es raro. Más aún cuando desde que llegó a la preparatoria me trató mal. Qué le habrán dicho los demás de mí.
—¿En qué piensas?–interrumpe Zabdiel alcanzándome una taza de café.
—Uhm... En nada.–sonreí y bebí un poco de café.
—Estaba pensando que, cuando terminemos la preparatoria podríamos...–suspira.–No importa.
Lo miré un poco confusa. Y seguí bebiendo el café.
—Bueno.–habló y lo miré fijamente. Se puso nervioso.–Quiero que cuando terminemos la prepa, tratemos de formar una familia...
—¿Una familia?–abrí los ojos como platos y él asintió sonriendo.
—¿No quieres?– y en ese momento su sonrisa se desvaneció.
—¡No! Digo, sí, sí quiero, pero ¿no crees que es muy apresurado?
Él permaneció callado y siguió tomando café.
—Zabdiel.–lo llamé. Él me ignoró y agarró una galleta del plato.–Zabdiel no te puedes enojar por eso.–bufé.
—Para tí es una estupidez, ¿no entiendes que yo te amo, TN?– me mira apenado por unos segundos, hasta que le contesto;—Yo también te amo, Zab... Está bien. Seremos una familia. Lo prometo.–sonreí. Él me devolvió la sonrisa y se levantó de la silla para abrazarme.
—Te amo muchísimo, ni te lo imaginas.–dijo sollozando. Él estaba abrazándome, con su rostro hundido en mi cuello. Me separé y lo tomé suavemente de las mejillas.
—¿Porqué lloras?–le pregunté. Él se limpió las lágrimas con una servilleta y se volvió a sentar.
—Lo siento es... La emoción.–ríe.
Tomé mi teléfono. Estaba en la casa de Zabdiel y tenía que avisarle a mi madre que iría a la preparatoria con él, no hacía falta que me venga a buscar el chofer.
—Bueno, hija, nos vemos en la tarde.–dice mi madre antes de colgar.

—¿¡Que te pidió qué!?–gritó Morena.
—No sé para qué te lo cuento si gritas.–bufé. Zabdiel estaba mirándonos fijamente. Estábamos algo lejos de él. Y nos incomodaba. Bueno, más bien a mí.
—¿Enserio quieres eso?–pregunta con los brazos cruzados.—Porque tu cara dice "no".
—Tú no me conoces muy bien, yo quiero estar con él pero, ¿Formar una familia? Es muy apresurado, a los veinticinco quizás quiera formar una familia. Antes no, repito, muy apresurado.–murmuré
—¿Cómo está mi linda novia?–me interrumpe el chico de fleco, pasando su brazo por el hombro de mi mejor amiga.
—¿No me contaste?–fruncí el ceño.
—Lo siento, no pude mandarte un mensaje.–dice apenada. Es novia de Christopher. ¡Novia! ¡Novia de ese maldito mujeriego!
—¿Pasa algo aquí?–dice Zabdiel a mi lado. Lo que faltaba.
—Nada, yo ya me iba.–dije mirando con enojo a Morena. Ella me miró triste.—¡TN no te enojes porfavor!–exclamó.
—¿Cómo no quieres que me enoje? Estás con él, Christopher Velez, el chico más mujeriego y estúpido de la preparatoria. ¿Estas enamorada o sólo quieres sexo?–gruñí.
—¿Y tú? ¿Tú con Zabdiel? Me acabas de decir que sólo es un pasatiempo. Pensé que eras inteligente. Chica.–hizo una cara desafiante. Miré a su novio. Éste no hacia nada. Miraba con atención a lo que sucedía.
—Zabdiel no tiene nada que ver en tus malos gustos.–murmuré.
—Por lo menos, yo amo a Christopher.–dijo y se fue caminando de la mano del chico que arruinó toda mi vida.
—Zabdiel...–volteé a verlo y no estaba.
—¿Me perdí de algo?–dice mi mejor amigo comiendo una tostada.
—No, de nada, ¿Vamos a la clase?
—Vamos a clases diferentes...–dice obvio.
—Lo olvidé.–reí nerviosamente.
Iba a entrar al salón. Pero no estaba preparada para ver a Zabdiel mirándome con tristeza, desilusión... No sé qué más.
Suspiré y caminé hasta los baños. Me miré al espejo. Miré detrás mío, una nota.
"Cuenta el cubículo 5, desde este."
Fruncí el ceño y caminé hasta el cubículo 5.
Entré y no había nadie. ¿Habré contado mal?
De repente, me toman de la cintura empujandome dentro del cubículo.
—¿Otra vez tú?¿Por qué siempre en el baño?–dije cuando quitó su mano de mi boca.
—¿No escuchaste lo que te dije ayer? Te quiero cerca. Además, el baño es el único lugar donde puedo besarte o, follarte.–susurró coqueto.
—No estoy para estupideces.–traté de safarme de su agarre.
Tomó mis dos manos y las llevó a mis costados. Se acercó a mí y rozó nuestros labios.
—Estoy tan asombrado de tu... Mirada. Muy provocativa.–susurra antes de besarme. Apretó más fuerte mis manos con las suyas para evitar que lo empuje.
Preparé una de mis piernas para golpear su parte íntima, pero fue tarde. Me levantó del suelo. Enrollando mis piernas en su cadera. Yo lo miraba perpleja. Él estaba con los ojos cerrados, mientras movía su boca, acariciando mi cintura. "Mal día para usar top, querida TN"–dice mi conciencia.
Sus manos suben más allá de la cintura, hasta mi espalda, ya sabía lo que estaba por hacer. Aproveché que me acariciaba la cintura para empujarlo brutalmente.
—¿Qué haces?–pregunta enojado.
—¡Dime tú que mierda haces! Y ya bájame.–le grité
—Sólo te beso...–dijo y solté una carcajada.
—Ya empezó la clase, genio.–bufé.–Ademas, estoy mal, tú, grandísimo idiota, me hiciste pelear con mi mejor amiga, y mi novio que... No sé dónde está.—desvié mi mirada a mis piernas. Él aún no me soltaba. Y no quería sentir su bulto.
—Tranquila...–me toma de la barbilla.–Si yo fuera tu novio, no me enojaría contigo por nada en el mundo. Salvo que vea con mis propios ojos que me fuiste infiel. Después, nada más...–comenzó a acercarse a mí lentamente pero otra vez lo separé.
—¿Me puedes bajar?.–asintió y apartó su cuerpo del mío. Al sentir el suelo casi me caigo.
—Uhm, ¿estás bien?–pregunta. Yo asentí con la cabeza. Dí el otro paso pero no sentía mis pies. ¡Se habían dormido! Me agarré del brazo de Christopher. Que duro está.
—Se me duermieron las piernas, o los pies, o... ambos.–susurré.
—Oh, qué mal.–ríe.
Abrí la puerta del cubículo y agarrandome de los costados. Para evitar caerme. Pero me caí, al pisar, sentía un cosquilleo en mis pies. Caminé rápido y me tropecé, escucho la risa detrás mío y me vuelvo a levantar.
Me limpio las rodillas y empiezo a saltar para que se me vayan las malditas cosquillas.
—¡Eso es! ¡Tú puedes! ¡Adiós a las cosquillas!–grita apoyado en la puerta de un cubículo.
Le saqué la lengua y caminé hasta la salida del baño.
—Espera.–dijo. Fruncí el ceño y lo miré. Se acercó y miró mis labios.—¿No crees que tienes que esperar a que se te vaya el color tan rosado?—añade.
Seguí mirandolo confusa. Se acercó más a mí y me miró por unos segundos. Dejó un suave beso en mi mejilla y me abrazó.
—Está bien... Esto fue raro.–murmuré.
—Sé que estoy con Morena, pero, sabes porqué.
—No... No sé porqué.–balbuceé
—Nunca más me devolviste mi laptop. ¿Ya hiciste tu trabajo?–se cruza de brazos.
—¿Sabes? Me tengo que ir.
—Oh, lo siento, señorita, pero la clase ya comenzó.–dice con su rostro muy cerca del mío. Sonrió y dejó un beso en mis labios. Lo miré con desagrado y me alejé.
—Me tengo que ir.–susurré antes de irme corriendo al salón. Volteé a verlo, tenía una sonrisa victoriosa. Suspiré, ¿qué me estaba pasando?

—Velez, llega tarde.–escuché decir a la profesora. Levanté mi vista del banco. Él me miraba fijamente. Zabdiel lo miró y luego me miró a mí. Frunció el ceño y siguió escribiendo lo que decía en la pizarra.
—Lo siento, pero...–suspira.–Tuve que ir a enfermería.–le entrega un papel. Aún mirándome, sonríe y luego miré a Morena. Que miraba perpleja.
Christopher la miró y su sonrisa se desvaneció. Caminó hasta su banco y se sentó a su lado.
—Lo de formar una familia.–susurré en el oído de Zabdiel.
—Profesora, ¿es posible que se pueda cambiar de lugar?—pregunta llamando a la profesora.
—Sí, claro que se puede.—sonríe egocéntrica. Zabdiel se levanta con su cuadernillo. Lo tomé de la mano y me miró enojado. Caminó hasta un banco, para ser directa, cerca de Richard, y él se sentaba adelante para escuchar a la profesora.

Terminó la clase. Guardé los cuadernillos y libros en el casillero y lo cerré con llave. Zabdiel llega a mi lado, guarda todo y se va.
Corrí hacia él pero llegó la persona menos esperada, en el peor momento.
—¿Te parece ir a tomar un café?–pregunta enfrente mío. Yo miraba a Zabdiel. Ya estaba subido a su auto. Me miró y sonrió apenado.
—Uhm... No...—murmuré.
—Oh vamos, eres mi amiga.—me jala del brazo hasta su auto.
—Dije que no.—bufé.
—Pero yo dije que eres mi amiga.–dice y abre la puerta de acompañante. Reí ante su "caballerosidad" y luego de que él cerrara la puerta, entró del otro lado.
Encendió el auto, y luego la radio.
—Bien, nos vamos para algún restaurante.–dijo. Miró detrás y fue retrocediendo. Aceleró y subió el volumen de la radio.
Miré su boca. Estaba comiendo una goma de mascar. Y movía los labios de manera tan... sexy.

—Llegamos.–dice. No estábamos en un restaurante. Algo parecido a un... bosque.
Bajé del auto y me quedé mirando el lugar. No había totalmente nada.
—Mira para atrás.–volteo y había una cabaña. Muy bonita, moderna.
—¿No íbamos a un restaurante?–pregunté. Él negó con la cabeza y sacó unas llaves de su bolsillo.
—Vamos a pasar la noche aquí. Avísale a tu madre, y quizás, no hace falta que le avises a tu noviecito, lo haré yo mismo...
—No, por favor, no hagas nada, sino, no pasaré la noche aquí.–dije. Él suspiró y asintió con la cabeza.
—Sólo te obedezco porque...
—¿Porque...?
—Porque me gustas.
—¡Dios santo, Christopher! ¿No te cansas de mentir? – bufé.
—¡No me conoces muy bien para saber si es verdad o mentira! ¡Me gustas y ya!
—¡No te creo!—grité.
—Bien, no me creas.—encoje sus hombros. Se acerca a mí, me toma de la mejilla y une mis labios con los suyos. Lo empujé y me mira confuso.
—No me mires así. Esto es un error. Yo ahora tendría que estar con Zabdiel. Tú con Morena. ¿Y qué estoy haciendo? Estoy contigo.

Enamorar a mi enemiga (Christopher Velez)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora