CAPÍTULO 1 - Tira Y Pesca

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Ainhoa daba vueltas en su cama. Una. Dos. Otra más. Y una cuarta. Así hasta alcanzar el récord probablemente. Mira la hora en el despertador de la mesilla; 02:40. Se frota los ojos abriendo la boca hasta que consigue escapar un bostezo. Mientras sus compañeras duermen ella tiene la mirada en el techo y a Gamboa en su cabeza. Esboza una sonrisa recordando sus primeros encuentros con él, su forma de mirarla, de atenderla y su notable madurez, aunque nunca fue un problema para ella la edad revelada en el DNI de una persona y ella ya había conocido a lo largo de sus 18 años varios chicos. Su padre no le acaba de dar el visto bueno al hombre con el que empieza a tontear su "niña" pero ningún hombre es lo suficientemente bueno para las hijas, ¿no?
3:15; Acomodándose en la cama acaba profundamente dormida dejando su mano izquierda tendida a la vez que su pelo pasea sobre la almohada conscientemente por última vez.

- Ay, por favor. ¿Pero ya son las 7 y media? - Murmura Vilma hundiendo su cabeza debajo de la almohada antes de apagar su despertador a tientas. Se sienta en el filo de la cama y entre bostezos se pone en pie. Al ver a Ainhoa aún dormida, atrapada entre las sábanas, la zarandea con suavidad mientras susurra su nombre para despertarla y cuando lo consigue Vilma se va a las duchas dejando a Ainhoa y a Estela cambiándose en el camarote.
- Tía, qué cara de zombie tienes, ¿qué hiciste anoche para tener esas ojeras?
- Calla, que he tardado muchísimo en coger el sueño y no sé cómo me voy a tener en pie el resto del día.
Tras las palabras de Ainhoa se dirigen juntas al comedor para esperar a Vilma hasta que den las 8 en punto y comience el desayuno.
En su espera aparece Gamboa y Ainhoa se dirige hacia él levantándose de la mesa para darle un beso de buenos días acompañado de un qué tal, eran el centro de atención, al igual que el capitán no veía lógica esa relación los compañeros tampoco pero ellos dos eran ajenos a esos pensamientos.
En las duchas se puede ver a Vilma tomándose sus primeros y quizás únicos minutos de tranquilidad del día, se vistió sin prisa pero sin pausa, cogió su ropa y se encaminó hacia la lavandería para dejar su ropa sucia en el cesto que más tarde algún compañero cogerá para pasearse por los camarotes con la tarea de hacer la colada. En cuestión de unos minutos llega al comedor y coge su bandeja, un vaso de leche y dos galletas, desde que supieron que a lo mejor no llegarían nunca a tierra tenían que racionar mejor la comida.
Las tres amigas ya sentadas en la mesa empiezan a hablar de su próxima clase: salvación y socorrismo.

- Menos mal que ahora tenemos una clase suave, porque si nos ponen a primera máquinas y electrónica...
- Bueno, tú por lo menos ves a tu novio, y algo es algo.
- Pues mira, yo no sé si será por el bebé o no, pero la clase que sea me parece un coñazo.
- Ahora tienes excusa, si te encuentras mal dices que tienes que ir al baño y te escaqueas.
- Já, ¿y las náuseas, los mareos, los dolores, los cambios de humor... Quién me los quita?
- Vilma... Yo creo que los cambios de humor no son por el bebé. - Ainhoa echa a reír sin maldad entendiendo con sus miradas que se refería a Piti, a su insistencia por hacerse cargo del niño pero también por su poca madurez, por ser a veces un capullo integral.

La clase ha finalizado y pueden tomar su tiempo libre y los lugares más frecuentados eran cubierta y el club aunque fuese el lugar que fuese, casi siempre había una Coca-Cola en las manos de cualquier tripulante, como ahora hacía Ulises. Su encargo era arreglar en la sala de máquinas el funcionamiento de una pieza esencial y de vez en cuando para refrescarse tomaba un sorbo de su bebida y se secaba con su antebrazo las gotas de sudor que se deslizaban por su frente. Era todo un marinero, sabía cada parte del barco y cómo deben de ir las cosas, las soluciones a problemas difíciles aunque su comienzo como polizón hizo que desconfiaran de él.

Julia con una sonrisa pilla va hacia la sala con la intención de pasar tiempo con Ulises, aunque no sabe muy bien qué tipo de relación tienen ella está como una quinceañera en su primer amor y ya solo por ese sentimiento sabía que valía la pena y daba igual la etiqueta de su historia. Se sitúa detrás de él y aprieta los labios mirando su espalda y su pelo moreno con una media sonrisa y tras coger aire consigue articular palabra.

- ¿Necesitas ayuda? Te veo un poco agobiado.
- Esto está chupado pero si me quieres echar una mano... - Gira la cabeza noventa grados con su picardía característica y limpiándose las manos con un trapo manchado de grasa enmarañado por su uso se levanta y de cara hacia ella posa sus brazos alrededor de su cadera quedándose a centímetros de sus labios. Un suave pero largo beso hacen que los dos al final de este sonrían.

- ¿Te parece que cenemos juntos esta noche en la cubierta? Me ha dicho Salomé que va a hacer una dorada deliciosa y tiene un vino de reserva.
- No se me ocurre mejor plan. ¿Te paso a recoger a las nueve a tu camarote? No tardes cuarenta minutos en arreglarte como la primera vez.

Entre risas hacen algún chiste sobre su primera cita y Julia le ayuda con la máquina lo poco que sabe, pero para los dos lo más importante es la compañía aunque Ulises no tenía del todo claro que Julia no fuera un parche por no poder estar con Ainhoa.

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