CAPÍTULO 3 - ¿Los aviones nadan?

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El capitán y el primer oficial miraban estupefactos cómo un avión descendía con rapidez a lo lejos, hasta acabar en el mar provocando un impacto dentro de aquel transporte.
Cruzaban miradas entre ellos, incluso preguntas que se quedaban al ras de sus labios pero que eran incapaces de pronunciar.
¿Por qué había un avión?
¿Por qué se ha estrellado?
¿A dónde iba?
¿De dónde venía?

Intentando buscar respuestas, una niña rubia muy curiosa entra al puente de mandos con su osito Bobby bajo el brazo, percatándose del suceso al mirar al horizonte y ver humo negro saliendo de un avión.

– ¡Valeria! ¿Qué haces aquí? Venga, que estamos ocupados, ¿por qué no estás con Burbuja? - Su padre intentaba normalizar la situación y evadir el tema, pero de poco serviría, no es una niña conformista.

– Papá, ¿los aviones también nadan? - La pequeña señala a través del cristal que separa la sala de la cubierta con la mirada fija en los grandes trozos de avión que quedan a flote, y que poco a poco, se van hundiendo.

Ricardo gira la cabeza hacia Julián en busca de apoyo sin saber qué responder a la pregunta.
Su tío Julián se acerca a ella guiándola hasta la puerta con la intención de deshacerse de ella antes de que viera e hiciera más preguntas.

– Ahora estamos ocupados, cariño. Esta noche papá te lo cuenta.

Mientras tanto, transcurre la tarde en el mismo sitio planeando cómo bajar a la profundidad y rescatar lo poco que se pueda, la caja negra.
La idea de que cientos de personas hayan muerto sin saber que no eran los únicos en el mundo era horrible, ya no podrían apoyarse en nadie.

Esa misma noche se organiza el plan para que se pueda rastrear la zona y recuperar la información que se pueda; Ulises y De La Cuadra bajarán en busca de pistas que puedan explicar qué ha ocurrido con el avión y si es posible que todavía haya gente viva a parte de ellos. Aunque sea en el otro extremo del mundo.

19:52 h.

Ajustándose la corbata con la mano derecha, con la izquierda aporrea suavemente la puerta del camarote y espera a que esta se abra, con la cabeza alta y una media sonrisa dibujada en sus labios.
Ella abre la puerta sin esperar a nadie y sonríe confundida al ver ahí a su cita, antes de que ella articule palabra, él se adelanta.

– Buenas noches, señorita. No me he olvidado de nuestra cena pero hay un inconveniente. Puesto que tengo que buscar respuestas para toda la tripulación, he de ausentarme esta noche...

Deja a Julia en suspense unos segundos para ver a continuación cómo su reacción cambiaría.
Acerca un carrito con dos platos cubiertos y dos copas de vino pendiente de su rostro.

– Así que, como no me voy a quedar sin verla, propongo cenar antes. Aunque no sea en la torre de su castillo, ni con las estrellas encima.

Ella tapa parte de su cara debido a la vergüenza y alegría que sentía.
Por estas cosas estaba con Ulises, por la espontaneidad tan característica, por ser impredecible y buscar soluciones cuando no parece haberlas.

Después de una cena romántica en el camarote de la doctora, entre beso y beso, se despiden para que Ulises pueda bajar con su padre a recuperar los datos que aún estén.

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