Provocación

93 24 4
                                    


—Realmente no sé lo que esperas encontrar aquí, Stephen; es solo un bosque, la bestia más grande que podrás ver es un ave de rapiña, —Mencionó Bruce caminando frente al extraño hombre, con el fin de evitar que pisara cualquier tipo de trampa para animales.

—Oíste a la señora del mercado también, dijo que hay un espíritu rabioso habitando este lugar, —Replicó el hechicero.

—¿La vieja gitana? —Preguntó el Doctor mientras se inclinaba a desactivar una trampa para pies, que de haber sido accionada por algún animal o en un peor caso, alguno de ellos dos; le habría destrozado el pie a cualquiera—, esa mujer habría dicho cualquier cosa con tal de venderte algo, de eso consiste la subsistencia de su economía.

—También dijo que eras un hombre de buen corazón, que estaría bien siempre y cuando me acompañaras, eso luce factible.

—Eso es exactamente lo que querías oír, por eso se que no es más que un truco para convencerte de comprar algo. —Se burlo Bruce, le parecía algo divertido que siendo un hombre de ciencia, Strange tomara tan en serio las palabras de una mística o lo que sea que fuera esa señora.— Y además, ¿Un hombre de buen corazón?, ahí es donde su teoría se derrumba.

—Primero, yo no tenía dinero y segundo...

—Ella no lo sabía, y ofreció cambiarte no sé que predicción por el colgante que traes; luce como si fuera de oro y no sé que tipo de esmeralda sea la piedra que lleva, —El castaño volvió a ponerse de pie y se acercó al pecho de Stephen para mirar con detención el collar que colgaba del cuello de Stephen— No luces, para nada, como alguien que no trae un dolar en sus bolsillos, ¿Por qué esa túnica los tiene no?

—Sí, los posee, y vamos, no vas a convencerme de que no eres un buen sujeto.

Strange valoraba el objeto que reposaba alrededor de su garganta, de una manera muy diferente a la que Bruce podía imaginar. No se trataba de su valor monetario, la razón por la que él creía que la mujer se había fijado en el Ojo; era por su poder místico.

Por supuesto, se había negado a siquiera considerar desde un comienzo el realizar una transacción con ella en la que el Ojo fuera el medio de pago. Después de todo, él únicamente había acompañado a Bruce mercado para conseguir una cámara, con el fin de seguir con fidelidad su relato acerca de ser fotógrafo amateur; y averiguar cuando llegaría el próximo ferry para hacer coincidir la llegada de Wong con esa fecha.

—No me conoces para nada.

—Pero me gustaría hacerlo, —Sonrió Stephen, en respuesta al pesimismo con el que Bruce hablaba de si mismo.

—Quizás te asuste lo que puedas ver.

—Solo para que lo sepas, no serías el primer hombre que viera desnudo y mi profesión no es lo único que tiene que ver en eso.

Bruce parecía algo descolocado al oír eso, no era como si no se hubiese dado cuenta que Strange le coqueteaba básicamente desde que había abierto los ojos y lo había visto por primera vez. Pero una cosa era el jugueteó que le conocía hacer a las personas inteligentes y atractivas, que eran consientes "demasiado" de que lo eran, y otra distinta era que el coqueteo dejase de ser solo un juego y esperase alguna respuesta, una reacción en la otra persona, en este caso, al parecer él.

—Te apuesto a que pensarías diferente si supieras las circunstancias por las cuales me quede desnudo la última vez que lo hice, —Respondió finalmente Bruce, tratando de sonar desafectado por su comentario y recordando la última vez que se había convertido en Hulk.

Se había enojado, no pudo evitarlo al ver como esos cazadores masacraban a ese pobre venado al que él había liberado y vendado de la pata trasera días atrás. No solo había sido cruel, había sido injusto, oportunista, el pobre animal ni siquiera había tenido la oportunidad de huir corriendo.

Lo próximo que recordaba era estar desnudo, con su pantalón siendo no más que jirones que apenas le cubrían cuando volvió en sí. Y que no habían sido de gran utilidad ya que no se lograban mantener en su sitio, si intentaba hacer cualquier movimiento brusco.

Lo próximo que había notado era a Strange, tirado, inconsciente y extraño. No le tomó más que un instante el saber que él había sido el responsable; bueno en realidad el otro sujeto, Hulk, y si había logrado volver en sí, imaginaba que solo había sido gracias a Strange, quien quizás no había merecido el golpe.

Al llegar a la posada, la dueña de la misma no se había sorprendido de que volviese en tal estado. Ya había pasado un par de veces y ya estaba habituada, si le había inquietado la identidad de el hombre que había llevado con él; pero en ese momento él no la conocía.

Tres semanas... Había pasado en ese bosque tres semanas de las cuales no recordaba nada, jamás se acostumbraría a ello.

—Te apuesto a que exageras, —Respondió Stephen, tomando de la barbilla a Bruce para que alzara la vista, quedando su rostro "peligrosamente" cerca de el de Stephen.

—Yo no haría eso si fuera tú...

—¿El qué?

—Querer provocarme, podrías conseguirlo, y realmente no quieres verme molesto.



La bestia en el bosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora