uno.

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—Luke, el restaurante ya está por cerrar— exclamó Emily, su compañera de trabajo. El nombrado suspiró cansado.

—Tú vete, yo cierro el restaurante— dijo Luke en tono amable.

—¿De verdad?— chilló su compañera con alegría .— ¡Gracias, Luke!, sabía que podía contar contigo.

Luke sonrió, se despidió de Emily y vio como desaparecía en las oscuras e frías calles de Australia. Se quitó el uniforme y apagó todas la luces del local.

Caminaba por las calles de Sidney, todo era silencioso. El viento helado golpeaba la cara de Luke, haciendo que su nariz se tornara de un suave color rosa.

Analizaba su día y lo agotador que fue, en eso, sintió como unos pasos fuertes resonaron en su campo auditivo, el adolescente no lo negaría, era un chico muy temeroso, y más aún si un extraño parecía seguirlo en aquella noche llena de inseguridades.

Sintió como su piel se erizaba y sus piernas empezaban a temblar, giró la cabeza levemente, trató de ver quien era su seguidor, y vio como un par de ojos verdes, en la oscuridad brillaban cual color escarlata, intimidaban al ojiazul por completo, pero también lo cautivó esa mirada tan llamativa.

Caminó más rápido, pronto sintió como los pasos aumentaban su velocidad también.

El adolescente empezaba a entrar en pánico, y cuando estaba a unos cuantos pasos de llegar a casa, mágicamente los pasos pararon, Luke volvió a voltear la cabeza disimuladamente y no vio nada más que la oscuridad de la noche.

Al llegar a su casa cerró la puerta rápidamente y observó por la ventana rastro de alguna persona por las calles, pero por segunda vez no encontró nada. Negó con la cabeza, pensando que todo era fruto de su cansancio.

Ignoró lo sucedido anteriormente y gritó el nombre de su madre para verificar si estaba en casa. En vez de una respuesta de su progenitora sólo recibió una respuesta por parte de su hermano, Jack.

—¿Estás bien?— preguntó el hermano mirando fijamente a Luke, preocupado.

—Sí, ¿pasa algo?— respondió curioso el otro.

Jack lo miró dándole una mirada de dolor y tristeza, cosa que confundió al rubio.

—N-no, tengo que ir a arreglar unas cosas— el mayor evitando al el ojiazul.

Se dirigió a la salida pero antes de salir sólo dijo:— No le abras la puerta a nadie a quien no confíes, Luke.

Y con eso su hermano se fue, justo al tiempo en el que su madre llegaba a casa.

—¿Cómo fue en el trabajo hoy, mamá?

—Bien, corazón, muy bien— Liz le dio un beso en la frente a su hijo— Por cierto, ¿Por qué Jack estaba tan apurado?

Luke sólo se encogió de hombros sin saber la respuesta:— Hoy está muy raro.

La mujer se dirigió hacia la cocina y Luke la siguió.

—Deberías ir a descansar un poco, hijo, se te nota cansado.

Él le dio la razón a su madre, un abrazo y beso en la mejilla fue su adiós. Subió las escaleras rumbo a su pequeño cuarto.

Las paredes sucias y la cama vieja adornaban la humilde habitación del menor, quien se acostó en el colchón, cerró los ojos y cayó en un profundo sueño.

[...]

El menor soñaba con esos ojos esmeralda, sostenía una suave mano, caminaban en un bosque de paz, sentía que lo conocía, muy dentro de su ser sabía que no habían sido alucinaciones ni nada parecido, que esa bella mirada le pertenecía a alguien.

Podría jurar que los mismos dioses habían pintado sus ojos con total cuidado, habrían colocado los colores perfectos, las cantidades suficientes, eran celestiales, un color que embelesa a cualquiera.

Luke caminaba por las hierbas, mirando esos ojos que le quitaban el aliento, ese brillo se le hacía tan conocido, tan familiar.

Ver ese precioso color que emanaban los ojos del desconocido lo torturaban, pero le encantaban al mismo tiempo, sentía que caía en un abismo, sentía que penetraba su alma, abrazaba sus sueños, lo llevaban a otro lugar, uno mejor, él conocía esa bella mirada, anhelaban que esos ojos se posaran en su alma una vez más.

Conocía ese color de ojos, lo sabía, lo juraba, se encantó con ese desconocido, sabiendo que tal vez no lo vería de nuevo, amó como ese color de ojos pintó esa fría noche.

Luke se despertó por los gritos de Jack suplicándole que se levantara.

Aturdido por los bruscos movimientos, abrió los ojos lentamente, viendo a su hermano casi bañado en sangre.

Casi por inercia, Luke gritó.

Jack, desesperado y temblando, le tapó la boca y colocó su dedo índice en sus labios.

—¿Qué diablos está pasando?— susurró Luke con la voz cargada de miedo. Jack bajo la vista en señal de temor, aún en la oscuridad de la noche podía ver el terror pintado en su rostro.

—E-ellos están aquí— trato de excusarse el mayor—. Bueno, es algo difícil de explicar

—Jack, por favor, ¿Quiénes están aquí?— insistió el menor atemorizado. El nombrado dejó salir un suspiro.

—Le debo dinero a alguien— empezó él.— Quería un poco de cocaína pero el dinero no me alcanzaba, lo necesitaba, Luke, entiéndeme.

—Jack, ¡te dijimos que todos esos temas eran malos!, ¡Mira lo que pasó ahora!

El mayor agachó la cabeza, sollozando y dejando que las lágrimas cayeran por sus mejillas.

—No puedo dejarlo, hermano, siento que me llama, me persigue, lo siento, lo siento tanto— se lamentó entre lágrimas.

Luke sintió pena por su hermano, era un buen chico, pero aún se cuestionaba, ¿De quién era toda esa sangre?

Se cuestionó el preguntarle a su hermano, sentía que la respuesta no sería buena, en absoluto, pero tenía curiosidad, mucha.

—Jack— empezó el menor con un nudo en la garganta.— ¿De quién es toda esa sangre?.

Sin más, su hermano rompió en un llanto devastador aún más devastador. Parecía que se atragantaba con sus propias palabras, tratando de buscar algo bueno que decir.

Pero finalmente, la respuesta llegó.

—De mamá.

million dollar man [muke smut]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora