cinque.

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Las próximas horas después de ese incómodo incidente, el mayor no hacía más que provocar a Luke con miradas seductoras y roces intencionales cerca a su entrepierna, el ojiazul se convencía de que no caería ante los encantos de Michael, pero realmente no podía evitar las erecciones cada vez que esos bellos ojos se posaban en él.

Cuando finalmente llegaron a su verdadero destino, pudo oír por los altavoces como anunciaban el aterrizaje del jet. Luke trató de moverse un poco, pero pronto sintió como sus músculos le dolían, apenas podía mover un dedo.

—¿Dónde estamos?— preguntó el ojiazul mirando fijamente a la ventana, evitando cualquier contacto visual con Michael.

—Aún no es hora de que lo sepas, princesa— Clifford sonrió divertido analizando al menor y sus fallidos intentos de evitar el contacto visual, pues podía ver como de vez en cuando el rubio lo miraba directamente a los ojos, casi viendo su alma.

Cuando finalmente el aterrizaje culminó, el teñido se levantó del asiento, se estiró y le tendió la mano al rubio, quien lo ignoró y se levantó por su propia cuenta, avanzando hasta la puerta del jet, donde se encontraba una chica de pelo rosa.

—Espero que el viaje haya sido placentero, joven Hemmings— ella le sonrió amablemente.

El menor buscó con la mirada la pequeña placa de metal que mostraba el nombre de la pelirrosa.

—Gracias, Rena, fue un gusto— el chico bajó por las escaleras con cuidado, pues aún le dolía moverse.

Paró de caminar para admirar el cielo despejado, podía ver las nubes y el insistente sol, hoy era un día realmente caluroso. Cerró los ojos, respiró un poco y dejó salir un pequeño suspiro.

Pronto sintió la presencia de Michael a su lado y abrió los ojos, mirándolo.

—Bienvenido a Inglaterra, primor— susurró el mayor en el oído de Luke, erizando la piel de su cuello. Lo jaló bruscamente y lo guió hasta una limusina con ventanas polarizadas, aparentemente muy costosa.

—Ven, siéntate— ordenó Michael una vez que estuvieron adentro, pero el chico de piernas largas lo ignoró por segunda vez, y se sentó en la otra esquina, molestando a Michael.

—Considera que si estás sentado ahí, es porque lo dejo pasar, si quisiera que me chupes la polla, estarías chupando mi gran polla ahora mismo, niño del demonio, así que ahora te ordeno que vengas y te sientes a mi lado, si no quieres tu culo en dos.

El rubio se aguantó las grandes ganas de refutar al mayor, pero pensó que realmente no quería su culo en dos, así que de mala gana se levantó y se sentó al lado del teñido, quien tenía una sonrisa de suficiencia plasmada en su rostro al conseguir lo que quería.

—Espero que jamás vuelvas a cuestionar algo establecido por mí, corazón, porque yo no perdono dos veces.

[...]

Luego de ese «regaño» por parte de Michael, solo hubo un silencio que ninguno de los dos se molestó en romper, era un silencio incómodo en el que Luke solo moría de nervios por saber que pasaría luego, y Michael mofándose de él.

Y cuando menos se lo esperó, ya estaba bajando de aquella cara limusina, dando paso a la vista de una gran mansión.

El ojiazul abrió los ojos impresionado, pues jamás en su corta vida había visto una casa tan grande y tan bonita, era tan elegante a sus ojos, simplemente no pudo ocultar su cara de asombro. Vio los grandes jardines con bellas flores de muchos colores, tantos que lo aturdieron.

—¿E-esta es tu casa?

—Sí, lo es— afirmó Michael viendo la cara de admiración por parte del menor.

—Es muy grande— Luke avanzó un poco y observó la gran fuente de agua que poseía una escultura realmente bella en el centro de la fuente, le recordó levemente a su madre, por lo que su cara de asombro cambió rápidamente a una de dolor y nostalgia.

—Tengo cosas más grandes, princesa— el pelirrojo rió sin darse cuenta del estado del menor y tomó su mano, guiándolo hasta la puerta, sacó sus llaves y ambos entraron a la vivienda.

Vaya.

Luke se dijo a si mismo que aquella casa era mucho mejor por dentro, los colores combinaban a la perfección, y podía ver que los adornos eran muy costosos, desde los caros jarrones de vidrio situados en las grandes mesas de mármol, hasta los elegantes cuadros con marcos de lo que parecía ser oro puro, aunque lo que más le impresionaba era el tamaño de aquella morada, esa casa era cincuenta veces más grande que la suya, aproximadamente.

Siguió los pasos de Michael subió las escaleras color crema y se dirigieron al segundo piso, igual de inmenso que el primero, y un poco más, se atrevería a decir. El ojiverde abrió la puerta de una habitación y con un ademán por parte de él, Luke caminó con pasos lentos, y se sentó en la cómoda cama, maravillado por el orden y decoración del cuarto.

—Aquí dormirás, mañana iremos a comprar ropa y mierdas que necesites— el hombre se dirigió a la puerta, tomando el cerrojo para irse, pero el menor se lo impidió llamándolo nerviosamente.

—¿Qué es lo que quieres?— Clifford gruñó soltando el cerrojo y se paró frente al melancólico niño.

El menor de los Hemmings sintió un vacío en su pecho, sus ojos le ardían por las lágrimas, le faltó el aire, él quería a su familia en sus brazos, poder decirles un último adiós y un cariñoso te quiero, solo pensó en lo lindo que sería tener a su familia de vuelta, a su lado, viva.

—Mátame.


million dollar man [muke smut]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora