Hice una pausa mientras hablaba con Kris por teléfono, quería decirle algo pero estaba indecisa, sentía la garganta ahogada.
-¿Por qué no hablas? Te quedaste callada de pronto.
-Yo... Kris, yo...
-Tranquila Amber ¿Qué pasa?
-Te amo.
Ahora fue Kris el que se quedó callado.
-Amber yo... no se que decir.
-N-No digas nada. Perdón si te sorprendí. Te veo mañana. -colgué.
Mi celular ya no sonó y ni siquiera me llegó algún mensaje. Estaba desconcertada, no podía creer lo que le había dicho a Kris. Tal vez lo tomó mal. No sabía que pensar. No pude dormir.
A la mañana siguiente me invadían los nervios. Kris ya no tardaba en venir por mi, y si es que venía. De pronto tocaron la puerta y mi corazón se aceleró de manera peligrosa. Pude sentir como se me enfriaba la sangre.
Mi madre abrió la puerta. -Hola, Kris, ahorita baja Amber. - cerró la puerta. -¡Amber! ¡Ya vinieron por ti!
No respondí. Solo salí de manera sigilosa bajando de a poco las escaleras. Kris observó y se acercó rápidamente.
-¿Aún te duele? - preguntó observando mi tobillo.
-S-Solo un poco, no es nada. -dije.
Kris me ayudó a bajar lo que me faltaba de las escaleras.
-Con cuidado hijos - dijo mi madre mientras salíamos de la casa.
Nos subimos a la bicicleta. Ni yo ni Kris dijimos alguna palabra en el primer tramo del camino.
-¿Y cómo amaneciste? - me animé a preguntar.
-Bien ¿y tu?- contestó Kris con total normalidad.
-Bien. Supongo.
-Qué bien.
Continuamos el camino en silencio. Era obvio que Kris no quería hablar de lo que dije ayer y eso me ponía deprimida de algún modo.
Llegamos a la escuela y seguimos como si nada, pero notoriamente incómodos.
-¿Les pasa algo? -preguntó Victoria -andan muy callados.
-¿Qué pasa chicos? - preguntó Krystal.
-Nada, todo bien. -contestó Kris. -¿verdad, Amber?
-S-Si, está todo bien.
-Es sólo que estoy cansado - dijo Kris.
-¿Y eso? -preguntó Krystal.
-No pude dormir. Alguien me dijo algunas cosas y me dejó pensando toda la noche.
-¿Ah si? ¿Quién?
-Alguien...
No insistimos y lo dejamos pasar. Así transcurrió toda la mañana hasta la hora de la salida.
Kris y yo íbamos de regreso a nuestras casas. Una vez más estábamos en silencio. Después de un rato, Kris se desvió.
-¿A dónde vas? Ya casi llegábamos. -pregunté.
Kris no me contestó. Hasta que llegamos a una calle que nunca había visto por lo que me empecé a preocupar.
-¿Por qué nos detuvimos aquí?
-Quiero hablar contigo -decía mientras bajaba de la bicicleta.
-¿De qué? ¿Qué pasa?
Kris me ayudó a bajarme también-No te espantes, es solo de lo que me dijiste ayer por teléfono.
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