Pasión prohibida

Una noche más.

-¡Al fin, hemos llegado a casa! Exclamé de manera satisfactoria. ¿quién no lo haría, si tuvimos que caminar al doble, o quizá al triple que la distancia de la escuela a mi casa.
-¡Ay sí, por fin! Dijo tirando su mochila en la mesa.-Voy a bañarme,  estoy cansada. Así me acuesto un rato, a esperar que también te duches, y platicamos.
-Pigpig. Se escucha una bocina desde afuera,  no presté atención y me senté en el mueble.
-PigPig. Suena por segunda vez.
-PigPig. Suena por tercera vez.

-Ay Dios, pero que insistente. Escucho gritar a Paulina desde el baño. -Ve a ver quién carajos es.

Me paré del comodo mueble y me dirigí hacia la puerta... cuando abrí para salir, ahí estaba él,  con una gran sonrisa y un ramo de rosas en las manos. ¡Se veía imperfectamente perfecto ante mis ojos!
-Hola pequeña niña grande. Me dijo y al mismo tiempo me pasó las rosas. -Son para tí, no sé si son tus favoritas, pero espero que te gusten. Después de haber dicho esto, me besó, nos besamos.
-Gracias,  están muy bonitas y viniendo de tí, todo me gusta. Pero ven, entra y ponte cómodo.
-¿Hay alguien aquí?  Dice pasando y algo extrañado al ver la mochila de Paulina sobre la mesa.
-Sí, Paulina, ahora está en el baño.
-¿Ya sabe lo que pasó?
-No, pero lo sabrá cuando salga. A ella si le voy a contar,  necesito que lo sepa. Esto es muy importante para mí, espero que no te incomode.
-¡No, no, no! Para nada, sé que ella es una de tus mejores amigas, por lo tanto estaba al tanto que te morías por mí.  
¡Que ingreído! Pero sí,  lo que decía era cierto.
-Ay por favor, no te creas tanto, que no lo eres.
-¿No lo soy? ¿Estás segura?
-Bueno... solté una carcajada.

-Perla, ¿con quién estás? Escuché a Paulina gritar, esta vez desde la habitación.
-Cuando salgas te enteras, mientras tanto te dejo con la intriga de saber.
        
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-Profe, ¿qué hace aquí? 
-Hola Paulina, hay algo muy importante que debes saber.
-¿qué? No me digas que uste... No bien terminó la palabra cuando pegó un grito.- Ay Dios, no, ¿en serio?  ¡no lo puedo creer! Tanto que hablablamos de esto y mira ahora, ¡AHORA ES REAL!

No había nada más que agregar; Paulina lo entendió todo, y tenía una emoción demasiado fuerte...eso me encanta, cuando estoy feliz, ella lo está más y cuando estoy triste, hace lo que sea para animarme.

-Que inteligente eres. Dice Josué. -Muy bien, así nos ahorramos explicaciones. Dijo mirándome satisfecho,  como si se hubiese quitado una carga de encima.
-¿Qué quieren que le prepare de comer? Pregunté, quería que la noche fuera bonita, alegre,  especial. -¿O prefieren que compre algo que ya esté listo? Así es más fácil,  pero tendrá que ser más tarde porque sino, en la madrugada estaríamos muridiendo de hambre al cenar tan temprano.
-Sí, tienes razón, déjalo para más tarde. Yo voy a la habitación, los dejo un rato para que compartan. Dicho esto, se retiró.
-Josué...
-¿Sí? 
-Me gusta mucho tu manera de vestir, te ves muy elegante y podría decir que un poquito, solo un poquito se...
- Sexy, lo sé. Dijo interrumpiendo.
-¡Óyeme, eres muy creído! ¿Siempre has sido así?
-Sí, siempre. Debiste notarlo antes ¿no?
- Ay, ni que estuviera al pendiente de tí a todas las horas.
-A todas las horas no, pero cuando estaba a tu alrededor sí,  ¿crees que no me daba cuenta?
-Si te diste cuenta es porque tú también estabas pendiente de mí.
-Bueno sí,  no te lo voy a negar,  siempre me importó lo que hacías, con quién andabas... todo, todo lo tuyo me importa.

En ese mismo momento sentí como mi estómago se revolteó, Josué me miraba esperando una respuesta y yo, yo lo tomé por el cuello, besé y chupé a mi antojo su labio inferior para continuar un juego con mi lengua, él me siguió el ritmo y puedo jurar que ya estaba excitada.  Ese hombre sabe como volverme loca.

-¡Ya son las 7:30, me tengo que ir! Exclamó mi querido profesor, apartandose de mí y dejándome con unas ganas locas de continuar besándolo. 
-No, por favor, no te vayas, quédate conmigo... una noche más.