Why Love Can't Hurt (UsUk)

VIII

Sabía que faltaban unos minutos para completar nuestras jornadas, aún así estoy harto de esta rutina que lentamente me mata, necesito más que más trabajo para callar estas ideas caóticas así que acepto salir con Francis usando el pretexto de lo que sea que haya dicho el atarantado para salir de todo esto y ahogar mis penas en lo que sea que tenga en sus turbios planes este francés.

Cuando salimos por la entrada principal lo primero que olvidé fue mi orgullo -¿A dónde vamos? Espero no haber renunciado a mis responsabilidades para algo insignificante- Menciono en tono altanero al ver que mi compañero de aventuras está metido en su celular -Para esto me quedo disfrutando de la comodidad de los interiores, la luz me lastima los ojos- Le digo acercando mi cara a su teléfono en un intento de llamar su atención. Ningún resultado.

Cuando estaba a punto de abrir la boca para añadir algo más Francis interrumpe mi momento de inspiración -Calma, no seas exagerado son como las siete, no se vayan a quemar esas pobres retinas. Además le pedí a unos amigos que vinieran por nosotros, vamos a divertirnos... y tachar el pendiente más reciente añadido a la lista- Sale corriendo antes de que pueda recordar nuestro último pendiente en la lista -¿De qué est...? Espera, estás hablando de... ¡Nadie me va a conseguir pareja, no la necesito!- vocifero mientras lo sigo con mi puño en alto -¡Calma fiera! Aquí está tu solución- Me dice intentando bloquear mi acercamiento con movimientos bruscos de muñeca, con la otra hace señales a un coche que se aproxima a una velocidad considerablemente más alta al promedio y una trayectoria que dejaba mucho que desear, cuando por fin se detiene ante nosotros él me abre la puerta trasera para revelar a sus irresponsables amigos -Adelante mon ami- me dice antes de empujarme al interior pues yo estoy en una especie de shock -Gilbert, Antonio, este es mi jefe Arthur y hoy le enseñaremos el verdadero significado de distracción- Con esto cerró la puerta del auto y me permití parpadear, perdí el juicio. No comprendo cómo permití que pasara, moriré con estos amantes de la velocidad, ni cinturones de seguridad traen puestos.

Cuando acabé de asegurarme al asiento, el chico del asiento del copiloto se contorsiona para extenderme su albina mano -Soy Gilbert, un gusto conocerte. Espero que te gusten nuestras elecciones para la noche, él es Antonio- Menciona señalando a su compañero al volante -Y nosotros nos encargaremos de borrar esa expresión de preocupación en tu rostro- Mira al frente y apuntando a la nada nos grita -¡Por una velada inolvidable! ¡Al bar, Antonio!- Miro al francés de manera furtiva. Estoy en problemas le grito con la mirada.

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De nuevo, gracias por el apoyo, espero poder recompensarlos con mi pobre redacción e imaginación :D