Capítulo 2 | De ensaladas y tacos

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Al subir al autobús, Beth se encuentra con dos asientos vacíos en la columna de la derecha, al fondo. Se sienta en aquel que da vista a la ventana y observa a través de ella, atenta. Abrieron una nueva cafetería a tres cuadras de su casa, justo a un lado de la tienda de regalos. Al transcurrir unos minutos, siente un peso sobre su hombro, es Pablo.

—Hola, pecas. —dice, apartando a un lado los mechones castaños de Beth para estar más cómodo.

—Hey. —saluda Beth, mientras se recuesta sobre la cabeza de Pablo. Su cabello alborotado le pica la nariz, así que se aparta rápidamente—. Deberías cortarte el cabello, no eres cómodo.

—Pues tú sí que lo eres, Beth. —responde, mientras saca un paquete de galletas sabor chocolate de su mochila—. ¿Quieres una?

Beth niega suavemente con la cabeza, sonriendo. Pablo muerde su galleta, mientras la saborea. Después de terminar su paquete, limpia su boca con la manga de su chaqueta.

— ¿A qué hora iremos con Camila? ¿Te parece después de la clase de historia?

—Aún tienes algo de chocolate en tu labio.

—Porque bueno, Camila es la editora del periódico. Y Megara dijo que eso te ayudaría con Abbot.

—Justo abajo de tu nariz, hay chocolate. ¿Quieres que te preste un pañuelo para que te limpies? —cuestiona Beth, evadiendo a Pablo.

—Beth, esto es en serio. Podríamos acabar con el imperio de Abbot con la ayuda de Camila. ¿Estudiaron juntas en el jardín de niños, no? ¿Le prestaste de tu plastilina para que hiciera un dinosaurio, cierto? Seguro que te devuelve el favor.

—Justo aquí. —Beth se acerca lentamente a Pablo y limpia su labio pasando su dedo pulgar por el chocolate, eliminándolo. Pablo se queda sumamente quieto por unos instantes, y esto provoca que Beth se ría—. ¿Decías algo?

—Eh... bueno, que... —piensa Pablo en voz alta. Beth se ríe aún más y abraza a su amigo. Se dibuja una pequeña sonrisa en el rostro de Pablo, que después se desvanece con rapidez—. Sí, que necesito refuerzos para lograr llegar a esa parte de ti que quiere vengarse de Megan.

— ¿Refuerzos? —repite Beth, sarcástica—. Natalia y Laura no son refuerzos. No van a lograr sacarme nada, lo juro por mi vida.

— ¡Juro por mi vida que voy a asesinar a esa arpía! —grita Beth, furiosa

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— ¡Juro por mi vida que voy a asesinar a esa arpía! —grita Beth, furiosa. Natalia sonríe maliciosamente y Laura niega con la cabeza.

— Yo puedo ayudarte a enterrar el cuerpo. —dice Natalia, sonriente. Laura la mira con reproche.

—No, Nat. Tu deber como amiga es controlar a Beth en sus impulsos, no alentarla.

— Mi deber como amiga es ayudarle a esconderse de la policía si es necesario. —argumenta Natalia, mientras hace una pequeña mueca dirigida a Laura.

Con amor, Megara.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora