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Extráñame, como yo te extraño. Ámame como si fuera la primera vez y mírame como si el mundo se fuera acabar. Por qué no habrá nadie en este mundo que te amé cómo yo.
– Nam Joon –
La miraba reír con él, ajena a su mirada o quizá, consciente de ella. Sonriendo adrede, logrando que la sangre en sus venas hirviera con sólo verla junto a él.
En otro momento, en otro tiempo. Si ella estuviera con él, no dejaría que ningún otro la hiciera sonreír de tal manera, mucho menos que acariciara su mejilla o la tomara de las caderas, como en ese mismo instante su esposo lo hacía.
Desvío la mirada molesto. Colérico por no poder apartarla de aquél estúpido que le miraba con adoración.
Sorbió de su copa. Miró el contenido y le importó poco si aún quedaba demasiado líquido en el interior. El alcohol le haría olvidar por un momento dónde se encontraba, con quienes y que es lo que veía frente a él.
Miró a un mesero pasar a su lado y le detuvo.
- Sírveme una copa más.
El hombre de mayor edad asintió tomando su primera copa.
- No. ¡Espera! - Le detuvo-. Mejor tráeme la botella completa, por favor.
El mesero asintió y se retiró.
- Deja de tomar de esa manera Nam Joon. Así no resolverás nada.
Le reprendió Seok Jin.
- Déjame en paz Seok. Además, ella se encuentra de lo mejor junto a ese idiota-. Expresó molesto.
- El gran Nam Joon ¿celoso?
- Sí, mucho. Demasiado, siento que estoy en el jodido infierno de solo verla sonreírle.
- Sopórtalo ahora, Nam Joon. No puedes darte por vencido.
El cenizo recargo su rostro sobre sus brazos puestos sobre la mesa y suspiró con cansancio.
Recuperar a Holly no era lo más sencillo del planeta y sin duda tampoco estaba garantizado. Lo peor de todo es que el único culpable era él y nadie más.
