– ¡No! ¡Papá! ¡No!
– Cállate –gruñó el policía–. A mi jefe no le gusta que golpee a sus chicas en el rostro, pero puedo golpearte en donde quiera, así que cállate de una vez –y lo hice sin dejar de temblar–. Mira, que bonita te vez calladita.
– ¡Arturo! –el hombre se alejó de mí rápidamente– ¡Largo!
– Si señor... –el policía salió corriendo de la habitación sin mirarnos.
– Hola, ojos bonitos. –se quitó el saco. Me senté en la cama intentando alejarme de él mientras veía que se quitaba los anillos y los dejaba sobre una mesita cerca de la puerta de lo que supuse sería el baño.
– Eso será complicado, ¿sabes por qué? –al ver que no contestaba sonrió – ¿No? Porque todas las chicas, todas, tienen que estar conmigo el primer día.
Gateó por la cama hasta quedar frente a mí.
– Por favor, no me... –iba a suplicar que no me hiciera nada pero se burlaría de mí porque ambos sabíamos lo que estaba a punto de suceder–. No me lastimes demasiado...
– No llores, ojos bonitos. –me limpió una lágrima con el dedo.
– Vamos, acuéstate. –se movió para permitirme hacerlo pero no me moví.
– Lo harás por las buenas o llamaré a alguno de mis hombres.
Fingí que me movía para acostarme pero en realidad era para acomodarme y poder patearlo en las bolas. Cuando estaba en la posición correcta no perdí oportunidad, lo patee y lo empujé con los pies lejos de mí. Bajé de la cama, corrí hacia la puerta y la abrí; no di ni 5 pasos cuando choqué contra un gran pecho que parecía de acero.
– Miren quién está siendo una chica mala –se burló el policía que me había traído. Me dio un puñetazo en el abdomen que me hizo doblarme de dolor. Tomó mi blusa y me la quitó sin cuidado dejándome sólo con mis panties. Los guaruras que estaban ahí se burlaron de mí–. Sólo espero el momento en el que intentes huir para poder hacerte lo que yo quiera. –me susurró al oído. Cuando el jefe nos vio me ordenó que regresara a la habitación dándome un zape en la cabeza aunque sabía que se iba a desquitar una vez que cerrara las puertas de nuevo.
– Tírate al suelo. –sin comprender por qué me lo pedía lo hice poniéndome boca abajo. Me pateó en la espalda haciendo que mi pecho chocara contra el piso y sacándome todo el aire. Aún no me recomponía cuando su pie impactó contra mis costillas. Me tomó por el cabello y me subió de nuevo a la cama. Me sentó en la esquina y me abrazó por la espalda dándome pequeños besos en el cuello.
– Sé que es difícil, pero es mejor si no peleas, lo prometo. –asentí. No podía hacer nada más.
Me acomodó en la cama de tal forma que mi pecho quedaba pegado a ésta y mis pies tocaban el suelo. Me bajó la última prenda que me quedaba y me penetró. Quise gritar pero me resistí a hacerlo. Mis uñas se enterraban en las palmas de mis manos pero no me dolía. Agarró mi cabello con fuerza haciendo mi cabeza hacia atrás mientras me penetraba cada vez más rápido. Después de una eternidad por fin terminó.
– Sal, mis guardias te van a llevar al patio con las otras. –subí mis panties de nuevo a su lugar y caminé lentamente hacia la puerta. Otro hombre alto y musculoso (que no era el policía) me quitó la cadena de las muñecas y me llevó al patio delantero empujándome y provocando que cayera de boca sobre la tierra caliente.
Me puse de pie sin decir nada y caminé en línea recta hasta llegar a la reja metálica.
– Hola –escuché una voz tan repentina que me hizo saltar y pegarme a la reja. Se rió un poco–. Lo siento, no quise asustarte. –negué con la cabeza como diciéndole "no hay problema".
– ¿Quieres que te dé mi blusa? –se la quitó y me la extendió. Su cuerpo estaba tapado solamente por su ropa interior.
– Gracias... –susurré mientras me ponía la prenda que me ofrecía.
– ¿Cómo te llamaron? –. Me preguntó.
– ¿Qué?
– Nadie aquí... –suspiró–. Bueno... –buscó las palabras adecuadas–. Ellos nos pusieron "apodos", la mayoría fueron elegidos por El Jefe... Creo que algunas ni siquiera recuerdan su propio nombre; ¿cómo te pusieron a ti?
– Ojos bonitos. Creo... –sonrió.
– Siempre son muy obvios cuando nos llaman.
– ¿Y a ti cómo te llamaron? –. Abrió la boca pero justo en ese momento escuchamos que uno de los guardias gritaba acercándose a nosotras.
– ¡Hey tú! ¡Pechos grandes! Con El Jefe, ahora.
La chica me miró con una sonrisa triste.
– Es mejor no hacerlo esperar... –caminó a lado del guardia hasta entrar a la casa.
Necesito escapar de aquí ahora.
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Ojos Bonitos
Short StoryMi madre fue brutalmente asesinada Amenazan a mi padre de hacerme lo mismo a mí si no acepta el trato que le ofrecen El trato soy yo a cambio de mantenerme viva 12/Julio/2018 ----------- #3 26/Julio/2018 ----------- #1 © CSIA 2017 Hermosa portada he...