31 de julio

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Acabo de salir de mi primer día de clases, salgo emocionada rumbo a mi casa cojo el tren y antes de llegar a casa pienso en Zye y decido llamarlo.

Zye llamando

—Hola, si dígame—
—Hola Zye ¿estás ocupado? (Escucho una voz de mujer al fondo y se me hace muy conocido) ¿Ella aún sigue ahí?— digo haciendo referencia a su enamorada.
—Sí, se va a quedar aquí conmigo— escucho esas palabras y lo poco de corazón sano que tengo se rompe, y lo que ya estaba trizas, más trizas se hace.
—...Ah ya, sé feliz te deseo lo mejor...
—...
—Bueno, te llamaba para saber el porqué de tu llamada el día de ayer
—¿Yo? Te juro que yo no te llame
—Bueno quería saber el po..—me dispongo a terminar pero corta la llamada.
Veo el celular, doy un respiro fuerte y sigo el camino a mi casa, llego a mi cuarto me echo a mi cama y quiero llorar, las lágrimas ya no se pueden contener pero son solo dos ínfimas lágrimas, tal vez es porque todo ya estaba premeditado en mi cabeza.
Entro a las redes sociales, busco el perfil de los dos y los bloqueo, no quiero ver como él es feliz con otra persona, sabiendo que yo no lo soy.

Días Sin ZyeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora