Capitulo 7.

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SOFÍA

Debía estar volviéndome loca o algo así, había tenido el peor de los impulsos, me había puesto tan feliz de por fin memorizar todo ese repertorio que me lancé sobre Esteban y le robe un beso... ósea yo robando un beso!!! y sus labios estaban tibios y suaves.

Mi cuerpo me traicionó, el corazón dejo de latir y mis pulmones dejaron de respirar, abrí los ojos con mis labios aún sobre los suyos y sentí mareo cuando caí en cuenta de lo que había hecho.

El muy tarado se quedo quieto como una estatua mientras yo, ósea yo, Sofía Hidalgo, a la que todos buscaban y la que se da el lujo de despreciar a quien quisiera, le daba un beso.

Mi estupidez solo duro un segundo, Esteban me tomo de las muñecas, desenredo mis manos de atrás de su cuello y me separo de el en un solo movimiento... quien demonios se cree para estar despreciándome?.

-Señorita Sofía, esto no es un comportamiento adecuado, recuerde que yo soy su empleado-, me dijo hablando como si fuera un robot.... ahhhh pero que se ha creído este?.

Pase del susto a la furia absoluta en menos de una milésima de segundo, sentí furia con el por idiota y por estar despreciándome, y conmigo por impulsiva y andar robandole besos a mi escolta... es un escolta por Dios!.

-Eres un idiota Esteban!-, le grite, me había llenado de una ira descomunal y salí de ahí casi que corriendo y hechando humo... me las va a pagar, nadie nunca me había hecho semejante desplante, y el no iba a salir indemne de eso!.

ESTEBAN

Estaba seguro que me había pasado cuando reaccione de esa manera, ella era la mujer más hermosa que había conocido, insufrible eso sí, pero hermosa, y cuando llegabas a conocerla un poco te dabas cuenta que su actitud de niña malcriada no era más que la forma de llamar la atención de su padre, que según parece había dejado la crianza de sus hijos a Mariana y actuaba como un simple espectador en sus vidas.

Cualquier hombre en mi lugar se hubiera sentido halagado de que una mujer como Sofía Hidalgo lo besara, incluso yo lo sentí por una fracción de segundo, pero estábamos en su casa, cualquiera hubiera podido vernos y adiós al empleo, además ella y yo no pertenecíamos al mismo mundo, yo me había esforzado mucho en lograr guardar las distancias y ella rompió mi muralla de hielo literalmente de un salto.

Esa noche casi no pude dormir, estuve viendo a su ventana hasta casi las tres de la mañana, tenía que hablar con ella, debía disculparme si es que la había hecho sentir mal y pedirle amablemente que mantuviéramos las distancias.

Amablemente... como si esa palabra significara algo para ella!.

-Buenos días seño...-, mi regular saludo había sido interrumpido por la mal humorada y caprichosa Sofía.

-Cállate y llévame a la universidad ahora!-, ella me habló con el tono de arrogancia que empleaba cada vez que la mocosa insufrible hacia su aparición... estaba bastante molesta y no iba a ser fácil contentarla!.

-Apresúrate Esteban, voy a llegar tarde al examen por tu culpa-, yo iba a 80 y ella quería que acelerara, mentalmente puse en una balanza las posibles consecuencias de hacer o no lo que me pedía y termine llevándola a 100 por hora... me aguantaba a la mocosa malcriada, pero mocosa malcriada y mal humorada?, eso sí que no.

-Quiero pedirle disculpas-, empecé hablando calmadamente, ya tenía un pequeño discurso armado en mi cabeza que pretendía recitar mientras íbamos llegando a la universidad.

-No hace falta Esteban, fui yo la que cometió el error de no guardar la distancia, tú eres mi guardaespaldas y yo tu protegida, no volverá a pasar y no quiero hablar más del tema-, su forma tan tajante de hablarme tenía implícito las enormes ganas que tenía de herir mis sentimientos, y casi lo había logrado, pero mi lado racional estuvo de acuerdo con cada una de sus palabras y entonces hice lo que me pidió, guarde silencio.

ATRAPADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora