𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 5

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El sol salía del cielo iluminando toda la aldea y el castillo con sus rayos. Las aves cantaban una mientras los gallos marcando su territorio gritando como todas las mañanas.

Ella se había despertado, y empezó hacer unos estiramientos para después bajar de su cama, así podría ir a desayunar.  Por suerte el mal tiempo solo duró ayer.

—¡Chicos ha levantarse!—Los despertó, a esta hora con su familia desayunaban.—¡Chicos!— Repitió, pero solo seguían durmiendo.— ¡El que se levanta primero le doí cien monedas!
— Habló esta vez rápido.

Enseguida escucharón y no dudaron más que ir a bajo a desayunar, se había creado una especie de carrera. Elsa fue la ante última en bajar, el que no se unió al reto de la chica fue Hiccup, sin ganas se tuvo que levantar, su estómago no dejaba de rugirle.

Mientras Elsa no paraba de reírse a carcajadas.

—Espero mis monedas, Elsita. —alardeó Jack con una mirada pícara.

—Ay, ¿te la creiste, Jack?— Exclamó tentanda de la risa todavía.

—¿Así?, pues ya me las pagarás Arendelle.— Bromeó.

—¿Pueden callarse un poco?, hay gente que quiere desayunar aquí.-
—Dijo enojado. La ojiazul rodó los ojos.— ¿Es lo único que sabes hacer cada vez que te digo algo, Elsa?

—¡Estúp...— Mérida le había tapado su boca y Anna le hizo una señal de que haga silencio. Ya que no querían problemas, ya había demasiados presentes.

Al soltarla, solo sentó y comenzó a comer.

—Bueno, ustedes saben lo que ocurrió y sus padres, no pueden estar aquí...— Dijo un mayordomo.

—Sí, winchister. Los barcos se hundieron y ahora hay que mejorarlos.— Él asintió con una sonrisa tranquila.

—¡Me alegro que lo entienda señorita arendelle...—Hizo una reverencia a Anna educadamente.
—Disfruten su desayuno.—Y se fue caminando de manera educada y tranquilo.

El día fue trascurriendo bien, bueno menos para Hiccup, estar al lado del castillo le daba asco por solo el hecho por lo de ayer y por la platinada.

Los demás se divertían de diferentes maneras. Haciendo payasadas, riendo, jugando a retos. Como cualquier adolecente. Pero la albina simpre miraba al solitario castaño solo ahí sentado en las sombras.

«¿Por qué simplemente es tan frío?» 

Parecerá histérica pero fue donde estaba, de cierto modo se sentía culpable por lo de ayer y no le gustaba ver a alguien sólo, porqué sabía lo que se sentía, en algunas ocasiones.

La soledad no es para todas las almas. 

Inventó una escusa a los demás y se dispusó ir a donde estaba el castaño. Que era donde había un gran árbol y él estaba sentado debajo de aquel, viendo a la nada, sin expresión en su rostro.

Todo era demaciado impulsivo, debió pensarlo dos veces.

—¿En qué piensas?— Preguntó. Él seguía sin reaccionar, parecia una planta.—Mira sé que empezamos con el pie izquierdo y sigo sin enteder por qué te caigo mal, ni siquiera te conozco. Pero juro que no soy mala persona, de verdad.
—Se arodillo justo al lado de él, mirando aunque Haddock no quería. — Yo nunca te haria daño.

Esas palabras hicieron que sus ojos interactúen con los de ella. El azul y verde eran hermosos colores.

Elsa le sonrío y el castaño aún no sabía como reaccionar.

—¿Amigos?— No lo negó estaba un poco atónito, nadie le había dicho eso. Pero su inseguridad atacó a su mente. 

—No.—Se levantó y la miró con frialdad.— Te dije que no quiero ser tu amigo. Me caes mal y punto, somos polos totalmente diferentes, así que dejame en paz.

—¡Hiccup!— Se alejaba a gran velocidad.

—¡Déjame!— Ella no se rindió y corrió solo para hacerle una pregunta.

—Pero entonces, ¿que quieres que haga?, ¿qué hize para que me trates así?— gritó, esperando una respuesta a lo que él detuvo sus pasos apresurados y la vió, llena de extrañesa y una pizca de tristeza.

—¡Odio que intenten quitar mi soledad!, ¡es donde merezco estar!
—Devolvió su grito y ella abrió los ojos como platos.

«¿Qué te ha pasado para que piensas así, Haddock?» 

El destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora