Capitulo 8

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Adam

Escuché pasos rápidos detrás de mi y como sus pequeñas manos se colaron  en mi cuello. Enrollando sus piernas en mi cadera y haciéndome caer de golpe al suelo.

-Lo siento, lo siento, lo siento- la escuché decir entre sollozos -Yo nunca he sido de amigos, los únicos que tengo con carly y este chico, no me importa ¿si? Pero no le hagas daño, ignóralo, es un cualquiera. Te daré lo que quieras, la senté en mi regazo y ella se hizo un una bola temblando. -Piensa en lo nuestro, piensa en mi hermano, ahora no puede saberlo- le miré fijo. Sus ojos grises se fundieron en los míos como ninguna. La inocencia me invadía el corazón y eso no pude evitarlo. El susurro salió por si solo.

-Aún no estas lista- ella frunció sus cejas color chocolate

-¿Qué?- susurro y metió su cara en mi cuello. Jugué con un rizo en su cabello. Tenía que prepararla, no estaba lista.

-Vamos a mi casa- le ofrecí y ella solo trago grueso.

-¿Para que no estoy lista?-

-Para conocerme-

-¿No te conozco?- eche una carcajada y la cargue el brazo colocándola en el suelo de nuevo.

-No, no lo haces- ella alzó las cejas y camino delante de mi, con su bolso en un solo hombro batiendo las caderas.

¿Como sabía calentarme?

-¿Qué haces?-

-Lo prometido es deuda- dijo  y yo abrí los ojos como platos. Hoy iba a ser una buena noche.

Gabrielle


-Mi padre me asesinara- comenté lanzando mi mochila al sofá más cercano de la casa de Adam. Él me miró con serio, pero en sus ojos de asomaba una sonrisa.

-¿Cuantos idiomas habláis?- pregunte y él se sentó en el sofá de cuero con una copa de agua en sus labios.

-Español, alemán, italiano...- sonrió -¿sigo?- dejo la copa en la mesa de cristal.

-Theodoro me enseñó un poco de aleman-

-¿Y tu? Háblame de ti- me senté en su regazo y él comenzó a desatar mi corbata. ¿Es que no se cansa?

-No me gustan Igual o mayores que yo- dijo apartando mi cabello para ver la marca por debajo de mi oreja -Me gustan niñas inocentes y frágiles-

-No soy así- él me miró mordiéndose el labio

-Yo me encargare de quitarte eso- susurro en mi boca -Pero no puedo permitirmelo aún, no puedo- me beso duro y me mordió el labio con lentitud. -Me gusta lento, muy lento, me gusta hacerte sufrir, me gustar verte, soy un hombre observador-

-¿Observador en el sexo?-

-Todo tiene una técnica, no me costo mucho aprender- tomo mi mano y beso mis nudillos, luego mis dedos mordisqueándolos. Se me escapo un jadeo, como eso me ponía así.

-¿Yo aprenderé de ti?- pase sus manos por su cuello y me mordí el labio.

-Nonono- susurro y cerré los ojos mientras relamía mis labios. Coloque mis muslos a cada lado de sus caderas y él no dudo en acariciar las mismas -Aún estas cruda, no voy a lastimarte- ya no me dolía nada eso o que esto me estaba borrando la consciencia.

-Ya no me duele- el cerro los ojos como si le hubiese abofeteado.

-Oh señorita no me diga eso- jugueteo con el cuello de mi camisa escolar -No tenemos mucho tiempo, la escuela termina  en unas horas y la excusa más estable que puedes dar es que fuiste a realizar un trabajo con una compañera de estudios y se quedaron despiertas hasta muy tarde-

La Perdición de los Hermanos SmithDonde viven las historias. Descúbrelo ahora