Capítulo 5💕

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Se desplomó sobre la cama justo a tiempo, porque no creía que sus piernas le pudieran sostener ni un segundo más; aunque fuera Magnus el que le hubiera guiado a través del salón. Forcejeó para librarse de los pantalones y boxers medio bajados (con los que casi había tropezado un par de veces por el camino) y atrajo al brujo rodeando con los brazos su cuello;necesitaba sentirle más cerca, mucho más cerca. El mago se puso a horcajadas sobre él para besarle más intensamente. Al cabo de unos segundos separó su boca de la de Alec.

-Pasemos a algo más emocionante, ¿te parece?- susurró.

El joven no pudo más que asentir decididamente con la boca entreabierta. Sísísí. Sí a lo que sea. Sí a todo mil veces. Pero rápido, por el amor del Ángel.

Magnus pareció leerle la mente, porque no se hizo esperar y enredó sus piernas entre las de él. Luego chasqueó sus dedos. El cazador de sombras sintió las chispas de la magia en su interior, algo relajándose dentro de su cuerpo –“no tengo paciencia para hacerlo como me gustaría”, le susurró boca contra boca- y entonces lo entendió; Magnus le estaba preparando. Magnus le estaba preparando para follárselo e iba a explotar solo de pensarlo.

Alec sintió al mago quitarle la almohada de la cabeza y colocarla bajo sus caderas. Le miró. Tenía el pelo pegado a la frente y al cuello, y los ojos turbios de sexo.

El subterráneo soltó un pequeño suspiro, volvió a besarle y, tras maniobrar entre sus piernas le penetró con un movimiento lento, muy lento, pero decidido. Alec había esperado un dolor desgarrador o algo así y se sorprendió cuando Magnus terminó de entrar en él sin que hubiera tenido que hacer otra cosa más que apretar un poco los dientes. La sensación no era como para echar cohetes y su erección había disminuido un poco, pero le gustó tenerlo dentro de él, ver la expresión de intenso placer de su cara.

Magnus empezó a moverse, aún despacio, y Alec se perdió en la novedad. Podía sentir sus propios músculos relajándose cada vez más, aceptándolo, y a cada embestida la excitación volvía a crecer. Pero aún se preguntaba si aquello sería bastante para conseguir un orgasmo cuando el brujo tocó un punto insospechado en su interior y el golpe de placer le arrancó un leve gemido.

-Oh, por el Ángel...

Pero aquella fue su última palabra inteligible porque Magnus volvió a hacerlo otra vez y otra, cada vez más rápido, haciendo brotar en él un calor blanco e intenso. Sin pensar ya, cruzó las piernas por detrás del subterráneo, atrayéndolo hacia él para recibirlo mejor, y su erección quedó atrapada entre sus estómagos. El efecto de la fricción fue casi inmediato. Un poderoso hormigueo empezó a subirle por los dedos de los pies, sintió una pequeña y familiar punzada en los huevos y su cuerpo se tensó contra el de él mientras lanzaba un último grito de placer. Después se desplomó en la cama, mareado y exhausto, y contempló con los ojos medio cerrados cómo Magnus alcanzaba su propio orgasmo -el cuello tenso, los ojos apretados-, unos segundos más tarde.
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La primera de muchas  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora