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. . .
Sus pasos eran rápidos. Un trote suave tal vez.
¿Tenía prisa?
No en realidad.
—¡Oi, Kageyama!—Hinata lo llamó, corriendo a sus espaldas, el azabache correspondió el saludo.—¿Por qué la prisa?, Aún hay tiempo de sobra.—Musitó sonriente de al fin llegar temprano, aún tenían unos 10 minutos para llegar a clase.
—El tiempo se pierde más rápido de lo que crees...—Aquel murmullo inexpresivo y sutil hizo al más bajo alzó una ceja, no lo escucho bien.—Hinata.
—¿Huh?
—¿Me ayudas con algo?
La mirada seria fue convincente, Kageyama hizo una pequeña mueca.
—¡¿Qué?!—Y allí estaban todos los miembros del Karasuno, incluida ambas manager escuchando aquellas palabras inesperadas de la persona menos prevista.
—¿Una foto grupal?—Suga mostró sorpresa, más al oír la idea del rey, Kageyama miro el piso algo cohibido.
—Si... Yo pienso...—Aclaro su garganta para continuar.—Que sería una buena idea.—Tobio enseño la cámara en sus manos.—Esta servirá...
Muchos parecieron sorprendidos de aquello. No era común en Kageyama interesarse en ellos, o en...
La humanidad, a decir verdad.
—Por mí está bien, creo que es una buena idea.—Sonrío Suga, juntando sus manos viendo al capitán quien con una sonrisa asintió.
Todos parecían contentos con la idea.
—Me niego.
Al menos la mayoría.
—No me interesan esas tonterías, odio las fotos.—Dicho eso, acomodó sus gafas, dándose la vuelta, el entrenamiento había terminado.
—¡Espera, Tsukishima!—Kageyama lo detuvo al elevar la voz, el rubio lo miro de reojo.—E-Esto... Esto es importante...—Intento convencerlo, sin mucho éxito, su tono no era confiado, ni siquiera tenía su típica actitud dictadora.
—Dame una razón válida para hacerlo.—Kageyama mantuvo silencio, Tsukishima suspiro.—Eso creí. Me largo.
—¡T-Tsukki!—Yamaguchi detuvo al rubio poniéndose frente a él con los brazos extendidos y expresión preocupada.—¡Por favor, acepta!
—¿Yamaguchi?, ¿Por qué tú...?—Tsukishima se irritó, más al ver a su mejor amigo del lado de Kageyama.
—Por favor...—Yamaguchi imploró, podía ver algo extraño en la petición de Kageyama.—Te lo pido, yo... Creo que te arrepentirás después si te niegas.—El rubio chasqueo la lengua con fastidio.
