Día 3

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Kageyama sonrió al verse de aquel modo.

Una sonrisa hilarante, por supuesto.

Su nariz no había dejado de sangrar por motivos desconocidos, con Yamaguchi a su lado, había sido el encargado de ayudarlo.

Por lo que ahora, el pecoso y Tobio estaban en la enfermería.

—Intenta mantenerlo allí un poco más de tiempo.—Pidió Tadashi viendo de reojo a Kageyama, quien sólo asintió mientras limpiada con un pañuelo su nariz.

—Yamaguchi.

—¿Huh?—El de pecas lo miro curioso del llamado.

—Gracias por lo de antes.—Soltó sin más. Tadashi mostró sorpresa de esas repentinas palabras con expresión gentil.

—¿Antes?

—La foto y Tsukishima.—Aclaro sin mucho que agregar más que su sonrisa amable.

—Eso... No fue nada, sólo pensé que era algo importante para ti.—Musitó sin mucha importancia, sonriendo con las mejillas rosadas, feliz de esas palabras.

—Aún así, gracias...—Kageyama le sonrió, con confianza.

—Pero... Kageyama, últimamente estás algo raro, ¿Te paso algo?

Kageyama miro al pecoso quien tenía una expresión preocupada, más de lo usual, suspiro un poco, dudando, pero sólo desvío la mirada y negó con una sonrisa.

—Estoy bien.

Cargaría con todo solo.

—Si no te sientes del todo bien puedes ir al hospital, si te sangra tanto la nariz tal vez es serio.—Hablo preocupado. Kageyama río un poco ante consejo que seguramente una madre daría.

—Mi medicina es el equipo, además, Yamaguchi es un buen enfermero.—En un guiño. El pecoso se sonrojo ligeramente.

—Ah... G-Gracias... Creo.—Inquieto de si era halagado o no, negó con la cabeza.

Kageyama volvió a sonreír. Por algún motivo eso ya no era tan extraño ahora.

Y ahora de vuelta...

—Kageyama.—Yamaguchi, caminando de vuelta al gimnasio, miro aún preocupado al azabache a su lado.

—¿Hmm?

—Yo... Nosotros...—El pecoso aclaro su garganta nervioso.—El equipo y todos estamos para ti.

—¿Ah?—Kageyama abrió los ojos con ligera sorpresa. Tadashi jugo con sus manos.

—Así que... Para todo, aquí estamos.—Termino con una gentil sonrisa, digna de él que aliviaba un poco el dolor.

Kageyama seguía viéndole con sorpresa, apretó los puños y forzó una risa leve.

7 días para estar a su lado | KageyamaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora