Anacronía

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Era un día lluvioso, en el castillo se veía al Rey y a su hijo sentados frente a la chimenea, ambos solo miraban el fuego como si les ocasionara algún tipo de transe, hasta que el Rey decidió levantarse.

- ¿Papá adónde vas? – Dijo el príncipe.

- Iré a la cama, es más cómoda que el suelo, además, solo estamos mirando el fuego como si fuera a pasar algo sabiendo que no pasará nada, ve a dormir, tenemos mucho que hacer mañana. – Dijo el Rey.

- Aún no papá, no tengo sueño.

- Mañana no quiero oírte pidiendo cinco minutos más, solo por querer acostarte tarde.

- Papá ve a dormir, en un rato voy a mi habitación.

El padre de Jayn se fue a dormir dejando a Jayn solo en la sala. Jayn, volvió y se sentó en el suelo y se puso a pensar.

- Este día llegó más pronto de lo normal, pensé que estaría más preparado pero aún no lo estoy, mañana será un día difícil. Mejor me acuesto.

Jayn se levantó, subió las escaleras hasta su alcoba y se recostó, no dejaba de pensar en el día que cada segundo se aproximaba hasta que al fin quedó dormido. Al otro día el padre de Jayn fue a buscarlo temprano a su alcoba, pero cuando fue Jayn no estaba. El Rey se alteró y empezó a gritar el nombre de Jayn en el castillo.

- Jayn!!! Jayn!!!

- Buenos días Rey Arthur, Jayn está abajo frente la chimenea. – Dijo nana una de las sirvientas del castillo.

- ¿Y por qué rayos no me responde? Ya verás el regaño que le daré. – Dijo el Rey.

- Sir Arthur no creo que sea buena idea, al menos no hoy, sabe que este es un día melancólico para Jayn, trate de calmarse un poco.

- Tienes razón.

- Vaya y acompañe a su hijo que hoy lo necesita más que nunca.

- Ve preparándonos el desayuno.

El Rey bajó las escaleras hasta la sala y vio a Jayn sentado frente la chimenea con un retrato en la mano.

- ¿Aún no superas la pérdida de tu madre? – Preguntó el Rey.

- No papá, desapareció ya hace dos años no se sabe si murió ni nada acerca de ella. – Respondió el príncipe.

- Lo más probable es que no esté en este mundo, tu madre era mi esposa, esposa de un Rey, madre de un príncipe, ¿Crees que si siguiera viva no lo sabríamos?

- En realidad papá, no sé qué responder, pero lo que sí sé es que mamá no está muerta, lo presiento, y lo voy a demostrar.

- ¿Lo vas a demostrar? ¿Cómo? ¿Saldrás a buscarla? Tu madre está muerta hace dos años acepta la realidad.

- Papá ¿Sabes que es la fe?

- ¿La fe? ¿Qué tiene que ver la religión con todo esto?

- ¿La religión? Nada, pero la fe sí, la fe es creer en lo que no se ve y aunque yo no vea a mamá viva creo que lo está, se que lo está.

- Perderás tu tiempo buscando un muerto.

- Es mi tiempo, si decido perderlo es porque quiero.

Jayn se estaba enfureciendo por la forma en que su padre hablaba, decidió salir de la sala antes que pasaran cosas peores entre él y su padre, llegó a la cocina y se sentó en la mesa de servicio.

El Príncipe Maldito.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora