Capitulo 4

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Barai seguía buscando al Rey pero no lo encontraba por ningún lado, decidió ir al lugar donde ejecutaron a Maikel y al otro prisionero. Cuando llegó allá vio que los cadáveres no estaban y tampoco había personas por el lugar, cerca de ahí pasó Nana, vio a Barai y siguió de largo. Barai por curiosidad empezó a seguirla, Nana al percatarse de que Barai la seguía adelantó el paso pero fue inútil, Barai la alcanzó y la acorraló.

- Y tú ¿De dónde vienes? – Preguntó Barai con tono provocador.

- A ti que te importa ¡Déjame ir!

- No seas tan atrevida o te saldrá caro.

- ¡¡Déjame en paz!! – Gritó Nana.

Nana buscaba la forma de como escapársele a Barai pero no la encontraba. Mientras, Barai la acorralaba, la miraba con ganas de tomar su cuerpo, sin pensarlo empezó a manosearla. Nana no sabía qué hacer para poder fugarse, intentó golpear en los genitales a Barai pero él se cubrió. Barai intentó levantarle la blusa, Nana gritó pero nadie la escuchó, al percatarse que nadie la escuchaba y que no podía zafarse a Barai llegó a pensar que tenía que ceder, dejar que el hiciera lo que quisiera, en el último minuto recordó una pequeña lesión que tenía Barai en la pierna izquierda, ella se estuvo quieta varios segundos dejando a Barai saciar su hambre sexual, cuando Barai se descuidó Nana lo golpeó fuerte en la pierna izquierda y lo empujó. Barai cayó al piso adolorido, cuando subió la mirada vio correr a Nana.

- Me la pagarás infeliz, me la vas a pagar. – Dijo Barai adolorido.

Nana llegó corriendo al castillo, no vio a nadie en la sala ni en la cocina, subió a la habitación del Rey pero el Rey no había llegado, fue a la habitación de Jayn, cuando entró vio a Jayn dormido, pensó despertarlo y hablarle de lo sucedido pero decidió salir y esperar al día próximo. Mientras, el Rey estaba en la iglesia de rodillas frente a un crucifijo, orando pidiendo perdón por sus pecados. El sacerdote se le acercó.

- Hijo ¿Otra vez aquí? – Preguntó el sacerdote sorprendido.

- Si padre, maté un hermano hijo de Dios y fui testigo de la muerte de otro.

- Arthur hijo mío ¿Hasta cuándo seguirás con esto? Tu ambición es mayor que el amor a tu prójimo, mientras sigas matando personas solo por mencionar a Jennette, estarás condenado. Dios no se cansa de perdonar pero no es para que te aproveches de ello.

- Mientras Dios no se canse de perdonar seguiré haciendo lo que hago, evitar que alguien ocupe mi lugar y deje este pueblo hacer lo que quiera.

- Nadie ocupa el lugar de nadie, si haces las cosas bien no habrá quien te reemplace, pero haciendo lo que haces solo ganas el odio y el desprecio de las personas que habitan este lugar.

- Padre, Prefiero que me odien a que me amen, si me aman en cualquier momento querrán que las cosas sean como ellos quieren, pero si me temen tendrán miedo a hacer cualquier cosa, lo pensarán dos veces, que me odien sería la mejor opción, al menos es un sentimiento sincero.

- El amor también es un sentimiento sincero.

- Quizás el amor de la familia sea sincero, pero no el de un pueblo. La avaricia y la codicia en un reino son mayor que el amor a su Rey, no importa lo que él haga, siempre será codiciado porque alguien quiere superarlo.

- Arthur ¿Seguirás siendo el mismo Rey asesino y tirano hasta el fin de tus días? – Preguntó el padre decepcionado.

- Sí, si eso implica mantener las cosas como ahora. – Dijo el Rey sin miedo.

- Si ya pediste perdón por tus pecados, puedes salir del templo.

- Padre, aún no me da la bendición.

- En el nombre del padre, del hijo, y del espíritu santo. Amén. Dios perdone tus pecados.

- Amén.

- Y a la verdad, espero y no se canse de perdonarte. – Dijo el sacerdote decepcionado.

El Rey dio la vuelta y salió de la iglesia, antes de seguir caminando miró hacia el cielo y vio que estaba nublado, aceleró el paso, llegó al castillo y se sorprendió al ver que todo estaba tranquilo, subió a la habitación de Jayn y lo vio dormido, también pasó cerca de la habitación de Nana y también la vio dormida. Decidió seguir los pasos de ambos y se acostó. Tarde de la madrugada Jayn seguía dormido pero algo inquieto, tartamudeaba dormido llamando a su madre.

- Ma... Má, mamá... ma... má. ¡Mamá!

- ¿Qué crees que hago aquí? Vine a escuchar todo lo que tienes que decirme.

- ¿Todo lo que tengo que decirle?

- Sí, aprovecha y dime todo lo que sabes de mamá.

- Príncipe, no puedo decirle nada, lo poco que sabía se lo dije.

- ¿Pretendes decirme que estoy aquí a estas horas para nada? – Preguntó Jayn enojado.

- No sé si me explique bien, otra persona hablará con usted.

- Eso me lo dijiste, pero dime ¿Qué sabes acerca de mamá?

- No sé nada más, por eso le dije que otra persona hablaría con usted.

- ¿Entonces estoy aquí para nada?

- Lamentablemente.

- Al menos dime quién se acercará a hablar conmigo. – Dijo Jayn desesperado.

- Príncipe quisiera hacerlo pero no puedo, pero sí le puedo decir algo, esa persona estará aquí, y aquí es que le confesará todo.

- ¿Aquí? ¿Por qué aquí? – Preguntó Jayn sorprendido.

- No lo sé, solo sé que será aquí.

- No lo entiendo ¿Por qué aquí?

- Mañana ambos sabremos el porqué.

- Si... ya que vine a nada me iré, espero y mañana me aclaren todo.

- Príncipe y algo más, venga a esta misma hora.

- ¿Qué? ¿Por qué debe ser a estas horas de la madrugada?

- Esta es la única hora en la que nadie vendría a molestar. ¿O tiene otra opción?

- Ahora que lo mencionas, es verdad, mañana nos vemos aquí a esta misma hora.

- Mañana nos vemos.

Jayn salió del calabozo y lo cerró. _Cuando volvió al castillo vio que no se habían dado cuenta de que había salido, cerró la puerta, subió a su alcoba y volvió a acostarse. Cuando se acostó quedó mirando al techo.

- ¿En verdad mamá está viva? ¿Quién es ese ser misterioso que hablará conmigo? ¿Por qué decirme esto ahora? Será verdad que mamá... - Y en ese momento cayó dormido. 


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⏰ Última actualización: Sep 03, 2017 ⏰

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El Príncipe Maldito.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora