03- Persecución, caos y muerte

113 15 3
                                    


1

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

1

Les siguió la pista como un perro, su departamento era un caos, la muerte de su amigo no se quedaría impune, por algo era el jefe y por algo era respetado, no le importaba si se tratase del mismo Diablo, él daría con esas espantosas cosas y usaría toda arma para detenerlos, sin saber que no se puede derrotar a las consecuencias humanas.

Tan ingenuo.

No puedes seguirle la pista a tu sombra y menos cuando no es la tuya, incluso en la oscuridad se pierde todo rastro e incluso tu propia alma.

Muchos no quisieron ayudarlo, muchos se refugiaron en su biblia, no querían meterse en ese mundo, esa mujer traía consigo el... apocalipsis.

¿Acaso de eso se trataba?

Intentó con las fotografías que su compañero había tomado, las analizó intentando encajar con el rostro de alguien, pero no había nadie con esos rasgos, incluso buscó en internet sin éxito alguno. Era una completa extraña, ¿cómo alguien que estaba enterrada era acompañante de dos espectros del mal?

Porque no tenía otro adjetivo para aquello que sus ojos habían visto.

Dentro de sí había dos entidades peleándose, la realidad versus la imaginación. Su consciencia le decía que todo era una alucinación, que a su amigo lo asesinaron otras personas, por otro lado, su inconsciencia se rehusaba a borrar esas imágenes que ante él aparecieron, la mujer de pie, esos dos hombres junto con la cortina de viento y tierra que se lo llevó todo.

Siempre terminaba con migrañas dolorosas, se mordía las uñas hasta sangrarlas, no dormía intentando encontrar una señal, pero nada. No había nada que le diera el paradero de esas personas.

2

En el norte del continente americano, se flagraban los campos, el sol apabullante no hacía más que regalar sus cálidos rayos de sol a esa pobre gente que moría de sed y hambre. La angustia se hacía palpable en aquel lugar, hacía demasiado calor y el sudor se pegaba a su piel en un claro intento de decirle que no eran iguales. Él no era humano, ella sí.

Ophelia lo abrazaba, no quería irse a ningún lado y el intentaba empujarla sin éxito alguno.

—Debo irme —se quejó, aun pudiendo desmaterializarse. No quería desatar el caos nuevamente.

—¿Vas a dejarme de nuevo? —se quejó Ophelia sobre su pecho— ¿Vas a enterrarme y volver mucho tiempo después? Me encontrarán y sucederá lo mismo, al final terminaré muriendo ¿Quieres que muera? —el silenció se instaló.

Hacia demasiadas preguntas y no podía responderlas porque, en efecto, las cosas así debían hacerse y así se hacían desde hace tiempo.

—Tú sabes que no puedes morir ¿cierto? —fue lo único que logró decirle.

Las melodías lúgubres de Ophelia [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora