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Ophelia mantenía un silencio sepulcral esperando que la persona que estaba junto a ella le respondiera. Hambre suspiró haciendo que Ophelia se removiera en su lugar.
—Lo que las personas suelen sentir en su mayoría hacía otras de su misma especie y de la manera en la que lo dices suele llamarse, amor. Ese sentimiento... no lo conozco, nunca he amado a alguien porque no tengo corazón para ello —decir aquello le causó una gran incomodidad.
—¿Y yo puedo amar?
—Oh, claro que puedes, puedes amar a muchas personas y te darás cuenta que la intensidad de ese sentimiento puede variar en diferentes personas.
—Uhm.
Hambre intentó serenarse para salir de aquel lugar, pero Ophelia no se movía, pese a que el mundo era inmenso, los lugares a los que iban estaban limitados, sus hermanos iban y venían también e intentaba evadirlos, pero siempre terminaban en lugares atroces donde era evidente la muerte, detrás de él siempre estaría su hermano y el ardor en sus brazos eran una señal segura.
—Tenemos que irnos.
—Me siento tan débil como para caminar —se quejó intentando ponerse de pie.
Hambre se aproximó por instinto a ayudarla, pero se detuvo cuando ella lo observó fijamente o al menos eso parecía.
—¿Cómo sabes dónde estoy? —le preguntó porque la duda le carcomía o quizá era miedo.
—No lo sé —respondió ella bajito— no puedo verte, pero siento algo extraño en la punta de mis dedos, siento que tiran de mi y sé que estás ahí.
Hambre no se iba a quedar con esa explicación a medias, cambia la posibilidad de que Ophelia poseyera un don, no había duda de ello, sabía que algunos humanos poseían habilidades impresionantes basada en suposiciones, y que estas mismas también se convertían en profecías.
Los seres humanos eran criaturas fascinantes pero también nefastas.
Ophelia caminaba despacio mientras las tormentas de polvo iban y venían, siempre terminaba con los ojos irritados a causa de ello y aunque se quejara no había mucho que pudiera hacer. Hambre vislumbró la carretera con pocos autos a la vista.
Hambre nunca sintió la urgencia de poseer dinero, era demasiado viejo y sabía de muchas cosas, en su realidad sólo necesitaba de sus pies y no de un auto, necesitaba de sus manos y no de un volante, y para nada una tarjeta de crédito porque podía alimentar a Ophelia con lo que encontraba, pero su apariencia comenzaba a preocuparle.
—Tendremos que modernizarnos —musitó mientras el viento caluroso les soplaba en sus caras.
—¿Modernizarnos?
—Estamos en pleno siglo XXI por si quieres saberlo, existe la tecnología, la vida es mucho más fácil para los seres humanos, ahora todo tiene un precio, ahora incluso la vida tiene un precio, es difícil saber si son seres humanos o un mero producto.
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Las melodías lúgubres de Ophelia [PAUSADA]
ParanormalEllos son los entes olvidados de Dios, son quienes limpian y tragan los restos de los caídos. La humanidad no quiere saber de ellos, temen a las últimas páginas de aquel libro escrito por los hombres. Son cuatro entes, cuatro intentos de almas incol...