5. No sabes que hay un mundo detrás de mi mirada

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Iniciaba la segunda semana de clases de Finn en el Real conservatorio de música de Toronto. El chico estaba molido. No conseguía ponerse al corriente con las semanas de atraso, los deberes se le habían juntado y le faltaba poco para volverse loco. El terrible cansancio y sus ojeras pronunciadas indicaban que estaba dando todo de sí para que nadie le echara en cara que la música era un pasatiempo y lo mejor era estudiar una carrera de verdad. Su nivel de agotamiento era tanto que Caleb le compró un café en la hora del almuerzo.

—Gracias hermano —lo recibió el guitarrista y le dio un trago con urgencia. Desde luego que lo necesitaba puesto que le quedaba una clase más por asistir y los ojos se le cerraban solos. Moría de sueño. Se había quedado hasta tarde redactando un ensayo de música barroca. 

Espabiló un poco cuando vio a Millie ingresar en la cafetería. Iba acompañada de Iris Apatow. Ambas se sirvieron el almuerzo y fueron a sentarse a una mesa apartada de la de Finn y sus amigos. El guitarrista las siguió con la mirada.

Desde que Finn regresó al conservatorio, la pianista no había vuelto a sentarse a comer con ellos, es decir, con Finn, Gatn, Caleb y Noah. Ahora Millie Brown únicamente se juntaba con Iris y solo con Iris. A los cuatro chicos les parecía estupendo que la pianista hiciera nuevas amigas, se alegraban por ella. Sin embargo, el guitarrista la echaba de menos, no podía ignorar cuatro años de costumbre de estar reunidos en las tres comidas del día como una pequeña familia que se junta a pasar tiempo de calidad. Sin ella, se sentía un enorme vacío en la mesa. Finn ya no tenía a quién pasarle la sal o el azúcar porque era el único que podía escuchar su petición entre todo el murmullo de los estudiantes y de sus propios amigos. Finn sentía culpable del distanciamiento de Millie.

Y hablando de Millie...

—¿Alguien puede hacerme un gran favor? —empezó Finn. Sus amigos se volvieron atentos.

—Claro, para eso estamos —habló Gaten. Noah y Caleb asintieron.

—¿Le pueden preguntar a Millie si me presta un libro? No quedan ejemplares en la biblioteca y no lo tienen en la librería hasta el mes que viene.

—¿Qué libro es? —preguntó Noah.

—Se llama «El pianista virtuoso» de un sujeto que se apellida Hanon —dijo Finn—. Mi profesora de Piano para Composición me lo pidió, dice que me ayudará a mejorar la velocidad, precisión, agilidad y fuerza en los dedos y muñecas de las manos ya que el piano no es mi primer instrumento y mi técnica de ejecución no es tan buena. Millie lo ha de tener, se lo piden a todos los estudiantes de piano en su primer año.

—Yo le preguntaré —se ofreció Caleb.

Finn le agradeció.

Terminó la hora del almuerzo. Dado que la última clase del guitarrista era hasta las cinco de la tarde, se dispuso a hacer los deberes acumulados allí mismo, en la cafetería, sin embargo, se quedó dormido sobre su cuaderno y cuando despertó una hoja se le pegó en la mejilla. Con horror consultó el reloj. Faltaban veinte minutos para las seis, su última clase estaba por terminar. Echó todos sus libros y cuadernos sin cuidado a la mochila y llegó corriendo a su clase de Composición I. El profesor August Blanchard le abrió la puerta con elegancia y lo invitó a pasar.

—Lo siento, no volverá a suceder —se disculpó el guitarrista.

—No pasa nada, muchacho —contestó de forma comprensiva. Después de todo, August Blanchard era testigo de lo mucho que Finn se estaba esforzando por seguir el hilo de las clases—. Toma asiento

Finn hizo lo propio. Trató de espabilar respirando hondo. Juntó las manos sobre su butaca y depositó toda su concentración en el profesor.

—Decía —Blanchard se aclaró la garganta— La música popular se hace de sentimientos, de emociones, de inspiración; la música académica tiene más una fundamentación teórica. Como compositores debemos tomar lo mejor de los dos mundos. Personalmente, tienen toda mi admiración y mi reconocimiento aquellos que hacen melodías sin tener una remota idea de teoría musical; esas personas que no estudian música, sino que hacen música.

Vendiendo Recuerdos Para Poder Dormir [Fillie] [en edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora