Prologo

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— Pagaría por verte de esta manera a todas horas.


Natalia  miró por encima de su hombro a su novio.


― ¿De verdad? ¿Cuánto?


Apoyándose contra el cabezal, vestido sólo con unos bóxer negros ceñidos,Maicol sonrió todavía más.


― No lo sé. Depende de cuánto tiempo estuvieras desnuda para mí.


— Hmm, ¿toda la noche?


Él se rió.


― Naty, te quiero, pero ya duermes desnuda. No pagaría por eso.


Ella puso los ojos en blanco un poco mientras rebuscaba en su cajón de la ropa interior.


― ¿Dónde está el maldito sujetador? ―murmuró para sí.


— ¿Entonces que me dices? ¿Cuánto tiempo?


Naty suspiró.


― No lo sé. ¿Todo el día? ―respondió, con la mente claramente no en sus preguntas.


— Me suena bien. Hagamos que sea todo el fin de semana y te compraré aquellas botas que admirabas en el escaparate la otra tarde.


Ante sus palabras, se enderezó y se giró hacia él. Con las manos en las caderas, le dijo:


— Estás bromeando, ¿verdad? ¿Quieres que pase todo el fin de semana en cueros y a cambio tú me harás un regalo?


— O... podría desafiarte a hacerlo. ―Observó, divertido, cómo ella se mordía el labio inferior―. ¿Hay juego?

Sus ojos se oscurecieron.


― Hay juego, pero sólo si tú pasas el fin de semana desnudo conmigo.


Él sonrió ladinamente.


― No hay problema. No me importa sacarme la ropa.


Fue el turno de ella de reírse.


― No me digas.


Mientras la mirada de ella vagaba por su cuerpo, éste se despertó con esa lujuria siempre presente cada vez que ella estaba cerca. Especialmente considerando la manera en que se veía justo ahora: su cabello mojado cayendo por su espalda con mechones castaño oscuro, sus pechos llenos bailoteando cada vez que se movía, sus curvas desnudas llamándolo. Sintió que se le levantaba la polla y se movió para bajarse de la cama, pero ella levantó la palma de la mano.


—Oh, no. Conozco esa mirada. Ahora no, Casanova. Necesito prepararme para ir al trabajo.


—Por una vez podrías llegar tarde ―la incitó mientras caminaba hacia ella.


—Nop. Hoy no, nene. Tengo una reunión temprano y... ―su voz se fue haciendo más baja al divisar la erección que le levantaba los bóxer―. Infiernos.


—Entonces sólo un rapidito.


Ella todavía meneaba la cabeza cuando él la alcanzó, su boca encontrando la suya segundos más tarde. Gimió, y él supo que la tenía justo donde la quería. Pensamientos acerca del siguiente fin de semana hicieron que la polla le diera un tirón y se apresuró a tumbarla en la cama, abriéndole de par en par las piernas para poder moverse entre ellas. Su mirada se centró en su coño mojado y olvidó todo lo demás excepto hacer que su novia gritara de placer. Empezaría a planearlo todo bien justo después de que ella se corriera con su polla machacándola...  

El desafioWhere stories live. Discover now