Beaufort lo pensó por unos segundos pero terminó asintiendo. Estaba claro que confiaba mucho en su amigo como para dejarla bajo su cuidado; aunque ella ya sabía que él era un hombre de bien y nunca le pondría una mano encima porque deseaba a Aline.
—Y yo que pensaba que sólo mi hermana atraía problemas —espetó Sutherland con dureza y se encogió al sentir su enojo; no obstante, se armó de valor y lo enfrentó con seguridad.
—Mi hermana me pidió que la acompañara. —Tiró de su brazo, pero fue inútil, él no la soltó.
—Y usted tan amable, aceptó sin dudarlo —ironizó.
—Me regaló un bonito vestido. —Señaló la prenda color esmeralda que llevaba puesta y la inquietud la invadió cuando él la escudriñó sin pudor alguno. El gran escote hizo que se sintiera muy expuesta, tanto que una extraña sensación se alojó en su vientre bajo.
—Uno que no podrá usar si no está casada —espetó con voz ronca, inclinándose sobre ella, y la boca se le hizo agua.
—Pronto lo estaré. —Fue su única respuesta y dejó que él la guiara por los oscuros pasillos hasta quedar del otro lado del edificio donde se podía apreciar un pasillo común y corriente con una iluminación relativamente buena.
Agradeciendo que su antifaz le cubriera gran parte del rostro, Ashley bajó el rostro ante las curiosas miradas del personal que se movía por el lugar y trastabilló cuando él le rodeó la cintura con el brazo; no obstante, desde ese momento todo el personal bajó la mirada como si el alfombrado fuera lo más interesante que pudieran ver en la vida. Se fijó en las heridas que descansaban en el brazo de lord Sutherland y se mordió el labio inferior con nerviosismo, ¿le dolería mucho?
—Entre. —Abrió una de las grandes puertas de roble y no muy segura ingresó a lo que seguramente sería su alcoba del club.
Ella sabía que una dama no podía entrar a la alcoba de un caballero, ni siquiera aunque este fuera su esposo, pero Dios, quería conocer más del marqués y no deseaba desperdiciar una oportunidad de ese tipo. Para él seguramente era una mujer carente de educación, era la segunda vez que sucedía algo así y nadie podría considerarla un buen partido si conocieran esos secretos, se estaba comportando como una libertina.
Sus ojos recayeron en la enorme cama, donde fácilmente entraría toda una familia, y dio un paso hacia atrás para mantener su distancia con el mueble. Esta vez se acercó al sofá que estaba frente al hogar de la habitación, lo último que quería era que él recordara como se subió a su cama en Sussex sin vergüenza alguna. La habitación era oscura, pero cada mueble de terciopelo exclamaba a gritos que su dueño poseía una gran fortuna. Las pesadas cortinas color borgoña no ayudaban mucho con la iluminación del lugar, era como si Sutherland prefiriera estar en la oscuridad antes que en un lugar demasiado iluminado. Dos puertas captaron su atención, una seguramente del cuarto de baño y otra de una pequeña sala de descanso, no le sorprendería que el dueño de un aclamado club tuviera su lugar de descanso.
—Puede explorar el lugar si tanta curiosidad tiene. —Su mirada se encontró con la de Sutherland y se sonrojó al ver que tenía los ojos puestos en ella.
—No quiero —gruñó con enojo, ¡¿por qué no podía ser más discreta?!
No podía culpar al marqués por no desearla, ella jamás podría ser una buena esposa para un noble. Sin embargo, ese punto era uno que su futuro esposo no conocería hasta después del matrimonio donde ella tendría que entrenarse para superarse a sí misma.
—Debo curarme y cambiarme si quiero llevarla a su casa.
Rápidamente se puso de pie y reacomodó su antifaz con nerviosismo.
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Amigos del placer 03 *Libertinos Enamorados*
Ficción históricaA LA VENTA EN AMAZON. Ashley Answorth, hija de los condes de Worcester, desea casarse por amor y no descansará hasta encontrar al hombre indicado con quién compartir su vida. Sin embargo, todo se sale de su control cuando sus sentimientos empiezan...