Capitulo 4

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— ¡insisto en que no te metas en mis malditos asuntos! —responde con gran agresividad. Sus mejillas se tornaron de un color rojizo por la ira que estaba acumulando.

— antes que te de un ataque, quiero que sepas que principalmente estoy aquí por Midoriya. —hace una leve pausa cambiando su apoyo de un pie al otro— se le notaba triste mientras me contaba aquello además, todo lo que me dijo lo encontré extraño ya q-

Se silencia de golpe al ver que su compañero temblaba, tal vez, de la furia. Se armó un largo silencio en la habitación. El pelirrubio solo bajó la mirada apretando sus puños cada vez más.

— ¿realmente quieres saber? —dice, soltando una que otra risilla nerviosa— tal vez no te agrade y me tomes por un ser completamente desagradable...

— ¿porqué dices e- —aquellas palabras provocaron en él una expresión de asombro; nuevamente el de ojos carmesí estaba hablando con ese tono tan extraño y poco común.

— me gustaba que me persiguiera; que me rogara por un poco de atención. —decía con gran nerviosismo y molestia— Siempre fui el centro de atención, nunca se me hizo difícil destacar pero cuando llegué aquí, todo eso se fue a la mierda. No destaco como quiero hacerlo y eso me molestaba bastante, pero...ahí estaba, Esa escoria de Deku que seguía ahí viéndome como alguien superior y persiguiéndome como la cola de un perro. —levanta la mirada clavándola en la del contrario. Sus ojos brillaban como si en cualquier momento fuera a estallar en llanto— pero apareciste tú para arruinar y quitarme al maldito nerd con tu apariencia y personalidad del "chico perfecto". ¡No te basta con esa atención que te da todo el mundo! ¡Tuviste que venir y arruinarme todo!

¿Todoroki estaba sorprendido? Por supuesto, esta ya era la segunda vez en un solo día que veía como hacia un quiebre la persona de Bakugou.
Tenía una idea de lo que podría significar aquellos sentimientos que tenía el chico por el peliverde pero, temía decirlo por el simple motivo de que lo último que quería, era otro conflicto y más si era en un recinto pequeño y cerrado.

— realmente no te gusta Midoriya, más bien, lo vez como una necesidad. —el de doble Quirk iba a seguir hablando pero decide cerrar la boca. En si, no estaba en sus planes haberle dicho aquello.

— realmente eres... ¡un maldito infeliz! Te odio ¡te odio, te odio, te odio, te odio, te odio bastardo!

El bicolor no sabía ya que hacer. Veía como Katsuki se cubría la mitad del rostro con la palma de su mano y gritaba aquellas simples palabras que, por alguna razón, le dolían bastante. Solo se acerca un poco más a su compañero atrayéndolo hacia él para que el contrario reposara su cabeza en su hombro.
No tenía ni la menor idea de cuál sería la reacción del antes mencionado pero decidió tomar aquel riesgo; ya no podía seguir viéndolo en ese estado, le hacía mal.

— ¿porque tú...yo te odio, maldición. —repetía este sin negarse al agarre contrario, aflojando sus puños y dejando caer sus brazos.

— lo sé, eso ya me quedo claro. —agrega desanimado, abrazándole con cuidado.

~•••~

Ya casi se cumplía una semana desde aquella vez y Todoroki no le había dirigido la palabra, siquiera una mirada a Bakugou.

El chico, luego de haber dejado la habitación del explosivo, se fue directo a la de Midoriya para terminar con aquella conversación.
Sabía perfectamente lo que le quería decir su amigo pero, aún sabiendo, decidió escuchar atento para luego armarse más de valor y contarle sobre lo suyo...
Todo había salido bien; seguían siendo amigos y esa charla había quedado en el completo olvido como si nunca se hubiera tocado el tema.

El día pasó tan lento, o al menos, así lo sintió Todoroki. Las clases teóricas y los pesados entrenamientos se les habían hecho eternos pero la tan esperada hora de salida había llegado al fin.
Al llegar a los dormitorios, lo primero que hizo fue lanzar sus cosas por ahí y recostarse en su cama aflojando su corbata y dejando la chaqueta a un lado.
Cuando estaba cerrando los ojos, unos suaves golpes en la puerta lo molestan. Solo se coloca de pie y se dirige a ver de quién se trataba.

— ¿si? ¿Eh?

Jamás se había imaginado que se trataría del mismísimo Bakugou que estaba ahí de pie con su típica expresión pero algo había en la de ahora, parecía más tranquilo de lo normal.

— que, acaso ¿esperabas a alguien más? —suelta como si nada cruzándose de brazos.

— no. La verdad es que no esperaba a nadie y menos...bueno, a ti.

— solo cállate y entra a tu habitación, quiero hablar contigo. —Este lo empuja levemente cerrando la puerta tras de él quedándose en aquel sitio en frente del contrario.

— ¿que querías hablar conmigo?

— sobre lo de la semana pasada...

— has como si nada hubiera pasado ¿vale? Solo olvídalo. —le interrumpe.

— idiota, deja que termine de hablar. No sabes cuántos días estuve armándome de valor para decirte esta mierda. —da un leve suspiro y luego chasquea la lengua— sabes, aún no entiendo que es lo que viste en mi, en si, tampoco se el porque me coloco de ese modo cerca de ti; me colocas de los nervios, me dan unas ganas de patearte el trasero pero a la vez, siento otras cosas que, a mí parecer, son inservibles... —comienza a quejarse molesto. No estaba acostumbrado a hablar de ese modo tan calmado y más si se trataba de sentimientos.— lo que quiero decir...es que...

Al ver que el bicolor se acercaba con lentitud hacia él, lo dejaba sin aire; estaba nervioso y le estaba molestando ya que sentía que se estaba comportando como una verdadera y estúpida mujer frente al chico que le gustaba...se sentía patético.

— ¡a la mierda! —le jala de la corbata para que se agache un poco más y así juntar sus labios en un brusco beso.

Aquel beso le agarró por sorpresa pero no le molestaba en lo absoluto. Solo correspondió a este cambiando los papeles y tomando el mando.
Fue acercándose aun más tomándole las manos y colocándoselas detrás de su nuca para que le abrazara y luego baja las suyas a la cadera del contrario apegando así sus cuerpos intensificando aún más aquel inesperado beso.

El de doble Quirk abre levemente los ojos encontrándose con aquella adorable expresión de su compañero. Aquellas mejillas con un leve sonrojo que aumentaba de apoco; sus ojos apretados con el sueño fruncido que cada vez se aflojaba más. Todo lo mencionado le estaba volviendo loco. Nunca pensó que podría tener al explosivo en sus brazos y con aquella expresión tan gratificante.

Tortuoso AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora