Albard
Pueblo Nirvana quedaba al sur de Quihra, era la ciudad más alejada de todas. Un grupo de personas viajaban allí para vigilar la situación que estaba ocurriendo. Todos eran hombres al mando de El Rosado Wheeler.
Albard había sido guardaespaldas de Brandon Wheeler desde hace ya muchos años, ya se había acostumbrado a la mayoría de sus ideas un tanto «distintas» a lo que uno estaba acostumbrado.
—Yo no manejo esto, sólo soy el segundo al mando —contestó El Rosado cuando le confesó todo apenas con un mes de haber aceptado ser su guardaespaldas.
—Pero señor usted podría...
—Cálmate, esto ya lo había pensado desde hace mucho tiempo —interrumpió a Albard—, nadie merece lo que esta pasando.«Somos libres de hacer lo que queramos». Solía decir su padre, y ahora mismo Albard no podría estar más de acuerdo. Apoyaba a El Rosado y lo protegería con su vida.
—Señor, ¿usted podría decirme quién es el que está al mando? —preguntó aquella vez, era muy jóven.
—El nombre no te lo puedo decir hasta que lo conozcas o que yo crea que sea oportuno —El Rosado sonreía mientras su rostro se tornaba del color de las manzanas—. No es que no confíe en ti, es que no confío en nadie —soltó una ruidosa carcajada—. Vamos, no pongas esa cara. Si quieres, por ahora lo llamaremos El Lobo Solitario.«El Lobo Solitario, como si eso fuese en realidad un nombre».
Cuando Brandon Wheeler le contó sus planes, muy dentro de sí sabía que era lo correcto. Albard había vivido una vida acomodada en La Capital, su padre trabajaba para el gobierno como alguien que monitoreaba lo que ocurría en las Seis Ciudades. Los Lobos como solían llamar a la población que no era de La Capital, realmente la pasaban fatal. Lo que el gobierno les hace es una cosa inhumana, ver como la gente sufría y moría lentamente era algo insoportable según su padre.
Albard acababa de cumplir veintisiete años, su padre había muerto por una situación que no quería recordar, tenía dos hermanas menores y un hermano varios años mayor «el Gran Jacob». Su madre vivía con sus hermanas tranquilamente en una zona poco densa de La Capital, mientras que Jacob trabajaba de la estación espacial Estrella Alta y para esa labor solo la podían aspirar los genios.
Ahora mismo Albard se encontraba viajando con el comité de Brandon Wheeler, se reportaron disturbios y alzamientos en Pueblo Nirvana, para llegar allí tenían que abordar una nave con suficiente potencia, ya que La Capital estaba en el norte de Quihra. Pueblo Nirvana era la única de las Seis Ciudades, en donde hacía frío en todo el año. La guerra había modificado seriamente el clima mundial, aún se realizan investigaciones ya que los cambios climáticos son fluctuantes. Al sur y al oeste de Pueblo Nirvana se encontraban el Mar Gélido y los enormes glaciares.
En estos momentos sobrevolaban Costa Carmín, la ciudad de las playas exquisitas, pero no era una ciudad tan grande como Ciudadela Damasco. La gente vivía en aldeas con casas muy pequeñas, y se sabe que su economía se basa en la pesca.
Para llegar a Pueblo Nirvana hacían falta unas cuantas horas. Los viajes largos siempre le sentaban mal a Albard, por lo que la mayoría de las veces trataba de evitarlos. El Rosado llamó a Albard al salón que estaba en la nave.
—¿Qué te parece ésta nave, Albard? —El Rosado bebía una copa de vino blanco—. Vamos muchacho, siéntate. Ahora mismo no estás de servicio. Disfruta del viaje.
—Lo siento, pero no me gustan estos viajes —contestó Albard mientras se sentaba.
—Sírvete lo que quieras y come lo que gustes.La mesa estaba pegada a las pared, justo al lado había una gran ventana. El Rosado estaba sentado junto a una mujer de piel morena y de ojos negros como el azabache y de nariz pequeña. Conversaban acerca de un tratado que debía firmar El Gobernador con Ciudadela Damasco. Albard se sirvió vino en un copa, y bebió con rapidez. Diversas frutas estaban puestas en la mesa desde uvas y pasas hasta manzanas, naranjas y peras, junto a rebanadas de pan con mantequilla y ajo, carne picada y ahogada en salsa, puré de papas, un tazón de avena y ensaladas, tambien había un pastel con glaseado que se veía muy provocativo.
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Un Lugar para los Lobos
Science FictionLuego de una devastación en el continente americano por una guerra mundial sin precedentes, los humanos quedaron al borde de la extinción. Hizo falta algo más que fuerza de voluntad para volver a levantarse, pero se logró. Siglos pasaron para que la...