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Recuerdos 2/3

"Aún ni siquiera te tengo, y ya tengo miedo de perderte, amor"

Alonso caminaba por los pasillos de la escuela, intentando llegar a tiempo a su clase, pero alguien se puso en su camino. Reconoció de inmediato la cadena  que colgaba del cuello de esta persona, puesto que el mismo castaño se había encargado de elegir el dije que colgaba de ésta.

- Miguel, necesito llegar a clase, quítate - exigió, dando un paso a la derecha, pero el pelinegro se movió hacia el mismo lado que el pequeño, iniciando así un típico juego de nunca acabar -. Es en serio, quítate - se quejó.

- Quítame - dijo con sorna, a sabiendas que el chiquillo era muy poco fuerte como para poder moverlo.

- No estoy para juegos, Jos - gruñó, empujando al ojimiel y corriendo a su salón.

Jos miró al ojiazul, hasta que lo perdió de vista. Sonrió, bajó la mirada, y caminó despreocupado hasta el aula que le correspondía.

Ya no sabía cómo llamar su atención.

( . . . )

- Ya díselo, Miguel - aconsejó su mejor amigo, observándolo dar vueltas por todo el cuarto -. Y deja de caminar así, me mareas - se quejó, desviando la mirada.

- Es que no, Gus. Yo sé cómo es Alonso. Si se lo digo, se va a incomodar, y seguro deja de hablarme. No importa cuánto me guste, su amistad es muy importante - al fin se sentó en su cama, tirando con sutileza su corto cabello.

- Deja de actuar como quinceañera y díselo. ¿Y si tú también le gustas? - levantó una ceja, picándolo juguetonamente en las costillas.

- ¿Y si no? - Quijas suspiró frustrado por la negatividad de su amigo. Se levantó de la silla giratoria en la que estaba, y se dirigió a la puerta. Antes de retirarse, le dijo una última frase al pelinegro.

- Los dos tienen que ser muy ciegos para no darse cuenta de que lo que sienten por el otro, es mutuo - y dicho esto, cerró la puerta. El chico analizó sus palabras, y decidió enviarle un mensaje a Alonso.

"Alon, te veo mañana en la tarde en el parque cerca de la escuela. Necesito hablar contigo".

( . . . )

Jos estaba en el parque donde había quedado con Alonso. Movía sus manos con nerviosismo, esperando lo que solo quería que se retrasara y nunca pasara. Se encontraba con la mirada baja, sobre sus manos, hasta que una cara estuvo frente a él.

- Hola, Miguel - Alonso sonrío, y Jos intentó hacerlo -. ¿De qué querías hablar? - se sentó a su lado en la banca, y lo miró, esperando que hablara.

El pelinegro se puso aún más nervioso de lo que ya estaba, y ello jugó en su contra, pues actuó antes de pensar, y terminó besando a Alonso.

Sus labios se movían con miedo, con timidez, esperando ser rechazados. Se mantuvo unos segundos besando al chico que lo tenía loco desde hacía meses, esperando una respuesta que nunca fue recibida. Se separó de Alonso, y lo miró, encontrándose con la expresión neutral de su castaño amigo, con esa cara que más temía hallar.

- Perdón, Alonso, yo... - trató de excusarse, pero antes de ello, el ojiazul habló.

- No importa, Jos - se levantó y se fue, dejando a Jos en la banca del parque, solo, haciéndolo sentir aún peor de lo que ya se sentía.

| . . . |

El lunes llegó, y con él, algo que Alonso trataría de evitar a toda costa: Ver a Jos. Entró a la escuela, y corrió hasta su salón, sin importar que aún faltaran más de veinte minutos para que comenzara la clase. El almuerzo lo tomó en la cancha de futbol, en lugar de la cafetería, y en la salida, subió al autobús público que pasaba a una calle de la escuela. Y así fue toda una semana. 

Sing me to sleep «j.v» [pausada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora