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Pasé media hora, repito media hora tratando de aprender unas cuantas fechas de historia. La odio, siempre he reprobado esa materia.

- te doy cinco minutos, descansa y relajate. - dice la vieja, digo la maestra antes de irse de la habitación.

Recorro con la vista la habitación y me paro de la silla de madera que aplanó mi trasero. Coloco mis manos en los lugares correctos y empiezo a hacerlos bailar sobre el piano. (Multimedia)

La musica gira y te cuenta una historia trágica, como la mía. Una chica pirata que perdió a su madre, vive sola con su padre pero casi no hay palabras. Ella tiene que esconderse por su bien, el precio; tiene miedo de que la vean, nunca ha salido, esta sola pero está viva.

- eran cinco para que te despejaras, -(parar multimedia) - no para que te ocuparas en otra cosa.

Todo se rompe, la atmósfera de nostalgia y tragedia que había creado la destruye en segundos. Me gusta ser exagerada a veces con la situación actual.

Se va a la mesa, de nuevo, y se sienta en su silla con el libro de texto en mano.

- volvamos a repasar. Ven.

Me levanto del banquillo y me siento de nuevo junto a ella, en la silla aplana traseros.

***

Salgo de allí con las pocas neuronas que me quedan intactas a punto de quemarse, como siempre. Odio historia. Odia esta "escuela". Odio a la maestra.

Regreso a la casa, papá aún no ha llegado de el muelle y Celina no me dejó tarea, milagrosamente.

Prendo el televisor y me acuesto en el sofá frente a el, nada parecido a las incomodas sillas de la casa de Celina. No encuentro nada que me interese y llamo a los refuerzos: Netflix.

Sin que haya pasado media hora me duermo profundamente y pierdo la conciencia de manera permanente.

la capitánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora