Capitulo 2

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PD: Dale play al video mientras lees...

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Pequeños pasos se escuchaban en los silenciosos pasillos de la fortaleza roja. Eran los pasos de un pequeño hombre, pero de sombra muy grande. Tyrion Lannister iba solo, con una copa de vino en las manos, en busca de dos pequeñas cabezas platinadas que corrían por allí. Ya era tarde y era hora de hacer dormir a los niños.

- Tío Tyrion - un niño pequeño de aproximadamente cinco años se abalanzó contra el.

Había salido de uno de los recovecos de los pasillos, intentando asustarlo. Siempre lo hacían. Miró al suelo buscando alguna cuerda o pequeña trampa. Ella era experta en hacer eso.

Abrazó al niño, poniéndolo protectoramente a su lado derecho. Mientras que con la mano izquierda sostenía su copa de vino semi vacía.

- Lyanna es hora que salgas a la luz. Ya sabes que no funcionan más estas tretas. Deberías cambiar tus estrategias - le habló al pasillo.

Sabía que eventualmente saldria de su escondite y lo abrazaría con todo. Él no tenía hijos aún. Esperaba pronto tener la grata noticia. Pero esos pequeños hacían de su vida algo nuevo y gracioso cada mañana. Eran divertidos y espontáneos.

Lyanna, la mayor de los mellizos, era una niña rubia con los ojos lilas más vivaces que había visto en su vida. Era muy inteligente y gozaba aprender estrategias con Tyrion, le encantaba la lucha y usar espadas. En eso era instruida por su tía Arya cada vez que se veían.

En cambio el niño, Rhaegar, era distinto. Callado y pensativo. Tenía mucha compasion con la gente más necesitada. Pasaba mucho tiempo con su madre. Estaba decidido a ser un gran rey. Adoraba escuchar historias sobre Poniente, y la que más le gustaba era la historia sobre la larga noche.

De pronto, la pequeña Targaryen emergió bajo una mesilla y le sonrió con encanto. Se colgó del brazo del enano y se levantó un poco para darle un dulce beso en la mejilla.

- Siempre me pillas tío. Pero llegará un día que te voy a ganar.

- No lo dudo pequeña. Pero ya es hora de ir a dormir. Hoy les voy a contar la última parte de cuando el Rey de la noche llegó al fin de su camino - Tyrion sonreía mié tras veía la emoción de los pequeños.

Ya en la habitación, después de haberlos arropado con cuidado a cada uno. Tomó uno de los libros del estante más arriba y lo abrió con cuidado. Los pequeños se encontraban atentos escudriñando cada gesto del Lannister.

"Llegó un día luego de un largo verano, cuando cayó la noche más oscura sobre Poniente. La noche trajo el Invierno, y con el invierno llegaron los Otros..."

Los caballos y sus jinetes corrían eufóricos en círculos rodeando todos los espectros que podían. Los arqueros, apostados en los lugares altos, lanzaban flechas con fuego y vidriagon mientras algunos de los espectros se desvanecían y otros avanzaban a través de las llamas.

La situación era bastante apremiante, y el frío aún más. Jon lo sabía, los dothrakis no podrían aguantar durante mucho tiempo. Hizo la señal con el brazo y aparecieron más soldados, está vez era una mezcla de inmaculados y salvajes.

Ambos bandos luchaban con fiereza. Habían espectros gigantes, animales de gran porte. Miles de muertos andantes y salían de todos lados. Pero la preocupación del lobo blanco no era esa. Temía por los caminantes, aún no habían aparecido y la lucha era ya aterradora.

Muchos de los que no le habían creído, creían ahora y se esforzaban por mantenerse en pie. Se habían jurado que si uno caía iba a ser inmediatamente quemado para no pasar al otro bando, literalmente.

A lo lejos divisó al dragón dorado. Volaba majestuosamente sobre ellos a pesar de aquella fuerte ventisca que apareció de la nada. ¿Una ventisca? Eso sólo significaba una cosa... Los caminantes harían su entrada triunfal.

Jon, con Fantasma a su lado, hizo la otra señal. De esta manera aviso a su ejército que se prepararan con el acero valyrio y el vidriagon. Ahora comenzaría la lucha encarnizada.

Fuego del dragón dorado derretía todo a su alrededor. De pronto vio aparecer otra figura entre las llamas.

Era Rhaegar, el dragón verde de Daenerys. Pero extrañamente él venía sólo y se disponía a ayudar con el fuego. Jon sólo sonrió mecánicamente, puesto que la situación no daba para más. Si sobrevivían iba a ser un milagro. Miró al muro, estaba agrietado. Pero no debían dejar pasar a ninguno de los Otros. Al otro lado se encontraba Daenerys y aunque el tuviera que morir, ella se salvaría.

De pronto, Fantasma gruñó y se abalanzó contra una figura que emergia de la tierra. Era un caminante. Esta cosa solo aparto de un manotazo al lobo y lo lanzó como diez metros al aire. Tenía una fuerza descomunal.

Jon, blandió su espada y se dispuso a atacar. Luchó con fiereza y decisión. Terminó haciendo trizas a su oponente y cuando iba a bajar la guardia, lo sorprendió otra cosa. Un gran dragón blanco, cuyo jinete era nada más y nada menos que el Rey de la noche.

En otra parte, Daenerys se sentía intranquila e inquieta. Veía a Jorah a su lado manteniendo la guardia. No permitía que se acerque a la puerta bajo ninguna circunstancia. Cuando lo peor pasó... Unos gritos alertaron a ambos. El muro había caído...



Fin del caminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora