Razón 2: ¡Adiós al machismo!

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El machismo, ese viejo amigo que siempre se colaba en nuestra relación como el invitado no deseado en una fiesta! Recuerdo todas esas veces en las que te sentías incómodo porque yo pagaba mis cuentas, tenía una vida social activa y me arreglaba mucho, según tu.

Pero enterate, ¡me arreglaba para sentirme bien conmigo misma! ¿En serio te molestaba tanto que una mujer tuviera independencia y autonomía?

Esas actitudes no solo eran molestas, ¡eran indignantes! Pero ¿sabes quién fue la tonta en permitir que me dijeras qué hacer y qué no hacer? ¡Yo misma! Y créeme, ya no estoy dispuesta a tolerar ese tipo de comportamiento.

Recuerdo ese día, pagué las entradas por adelantado, y tú, en lugar de agradecer, ¡te enfadaste como si te hubieran dado palomitas caducadas! Empezaste a gritarme, como si el simple acto de pagar por unas entradas de cine fuera una afrenta a tu hombría. "Yo soy el hombre de la relación", dijiste, "me corresponde a mí pagar, no a ti que eres la mujer".

¡Ay, mi querido, dulce y retrógrado caballero! Te aseguro que ser el "hombre de la relación" no se mide por la billetera, sino por el respeto, la empatía y la igualdad. Así que si quieres seguir viviendo en la época de los dinosaurios, te aseguro que lo harás solo. Porque yo, mi estimado, estoy aquí para escribir mi propio guión, y el machismo no tiene cabida en mi historia.




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