Un Día Completo

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Molcred (Sophie)

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El sonido de las olas, los pájaros cantando y cuatro toques en mi puerta fueron los causantes de mi despertar. Yo pensaba que sería la encargada de la limpieza, pero me encontré con otra persona.

- Buenos días, Sophie.- llegó a mi puerta el encargado de la planta.

- Buenos días, Mario. ¿Que se te ofrece?

- Venía a darle una mala noticia y a hacerle una pequeña petición.

- Acabemos con esto cuanto antes...- me empecé a preocupar.

- La mala noticia es que no va a tener suficientes alumnos en sus clases de ballet, y por ello el director del hotel ha decidido cancelar las clases.

- Dios... Vine a este hotel solo por ese trabajo... Quería demostrar a mis padres que era capaz de trabajar, y no ser una niña mimada y consentida..

- No sé si es el mejor momento para decir esto pero... La petición era que si podrías venir a cenar conmigo esta noche.

- Mario, me duele decirte esto... Pero, no me gustas...

- No es necesario, solo es esta noche, necesito que te hagas pasar por mi novia. Hoy va a venir un amigo de la infancia a cenar a mi casa y...

- ¿Y qué?

- Le dije que tenía novia.

- Le mentiste, y pretendes que yo te ayude a continuar con la mentira.

- Señorita Briand, Sophie... Te lo pido por favor.- se arrodilló cogiendo mi mano.

- ¡Cuidado que voy!- se escuchó un grito al fondo del pasillo.

- Bueno... ¿Qué me dices?

- ¡Mario, por dios ten cuidado!- grité mientras un dron golpeaba la cabeza de Mario.

- ¡Lo siento! No debería usar el dron, aquí dentro. Por favor, no se lo digáis a nadie.- se disculpó una chica pequeña vestida de azul.

- Deberías tener cuidado, ayúdame a llevarle a mi cama, creo que está inconsciente.- dije señalando a Mario.

- ¡Tengo prisa!- recogió su dron y salio corriendo hacia el ascensor.

- Se supone que en un hotel como este no se debería admitir a gente así...- exclamé mientras arrastraba a Mario hacia mi dormitorio.

Cogí un pañuelo, lo llené de hielo, y se lo coloqué en la cabeza. Pasó media hora, y yo tenía que ir a desayunar. Dejé una nota explicando la situación y Mario quedó solo en mi habitación. En el restaurante comencé a hablar con Marta y un señor adinerado se me acercó.

- Si no me equivoco usted es la Señorita Briand, hija de Adrien Briand.

- Si, soy yo. ¿Le ocurre algo?

- Solo le aviso que le haré saber a tu padre que estas tratando con gente de rango inferior.

- ¿De rango inferior? ¿Acaso no puedo hablar con la camarera sobre el cafe que tienen aquí?

- No es solo la camarera, el encargado de las maletas estaba muy interesado en usted esta mañana.

- Señor, no sé quien es, y no sé que hace espiandome, pero... ¡Como siga así le voy a denunciar!

- Madre mía, tienes el carácter de tu madre...

- Fuera de aquí.

El señor volvió a su mesa intimidado por las miradas de la gente.

Bahía de OroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora