Capítulo 1

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Gabriela

Antes pensaba que lo peor que me podía pasar en el mundo, era que me despertaran de mi sueño sagrado un sábado en la mañana a las 6:00 a.m. Pero estaba muy equivocada, lo peor que me podía pasar en el mundo era que me despertaran de mi sueño sagrado un sábado a las 6:00 a.m. una voz desconocida por mi celular que me informaba que mi esposo había fallecido en un accidente automovilístico cuando regresaba a casa del trabajo.

Daniel y yo nos casamos justo cuando salí de la universidad, yo de 21 años y el de 24. Un verano nos conocimos, cuando yo tenía 19, estaba renovando mi visa de estudiante  para los Estados Unidos de América, él estaba ahí en la parte de afuera cuidando la fila con uno de esos perros guardianes, porque trabajaba en la aduana. Como siempre fui una amante de los perros, me acerque a hacerle cariños y su perro se me hecho encima y yo me puse a gritar como loca. Me mordió en el brazo y tuvieron que llevarme a urgencias para darme unas puntadas, en realidad no fue para tanto pero él personalmente estuvo al pendiente de mí y nunca se cansó de pedirme disculpas, me decía que ya había notado a su perra rara últimamente pero no quiso hacer caso de eso. Me pidió mi número para preguntarme como seguía de mi brazo. Dos semanas después de haber estado platicando todos los días conmigo, me invitó a salir, siempre le reproche porque se había tardado mucho y él solo contestaba que quería volverme loca de las ganas de verlo. Fuimos novios 1 mes después y fue el noviazgo más mágico y hermoso que jamás ha tenido alguien, lo juro.

Daniel fue el hombre de mi vida, y me regalo un 1 año 6 meses de matrimonio del cual estoy segura que todas las mujeres estarían envidiosas. A veces pienso que por eso Dios me lo quitó, porque entre el noviazgo y el matrimonio me dio más amor del que alguien puede ser capaz de recibir. A veces estoy tan enojada con Dios que le grito y lo maldigo porque haber perdido el amor de mi vida a los 23 años no es algo que un padre que ama a su hija haría, y si Dios que según es mi padre, me quitó al amor de mi vida, entonces ¿Qué puedo esperar de mis enemigos? . Deje de creer en Dios el día en que vi la hermosa cara de mi esposo cubierta de moretones a través de un vidrio de un ataúd el día de su funeral. Viví todo el velorio como en un trance, y me rompí en el momento en que los hombres en el panteón empezaron a bajar su ataúd por el agujero de 3 metros en el suelo y me di cuenta que jamás, jamás, jamás, iba a volver a verlo en persona.

Perdí mi corazón y a mi mejor amigo en mi día favorito de todos y a la hora que más disfrutaba para dormir, a partir de ese día, todos los días me despierto a las 6:00 a.m. sin importar la hora en la que me haya dormido una noche anterior, ninguna mala noticia me iba a agarrar desprevenida mientras duermo, nunca más. Seguí viviendo en América hasta que termine mi maestría en literatura especializada y por medio de mi escuela conseguí un contrato para trabajar en una escuela de Londres como maestra de inglés y español. Ya tengo seis meses viviendo aquí, no podía seguir pisando las mismas calles que Daniel alguna vez pisó, viviendo en la misma casa donde alguna vez vivimos juntos y viendo su ropa colgada en su closet, y oliendo su perfume todos los días, me estaba volviendo loca, así que cuando me hablaron del colegio Saint Joseph, no lo dude ni un minuto en irme a vivir a otro país, ni siquiera me importó que era un colegio católico, ya que yo dejé de ser creyente hacía mucho tiempo, lo único que me importaba era largarme de este lugar que estaba inundado de los recuerdos de mi dolorosa vida pasada. 

-Prometiste que hoy ibas a venir conmigo- la voz acaramelada de Maggie, mi roomie, me exaltó por la parte de atrás donde estaba en la mesa calificando exámenes

The Pop Star & The English TeacherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora