Capítulo 3

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Gabriela

Mis ojos se abrieron repentinamente, ¿Qué hora es? Como de costumbre me hago esa pregunta pero de ante mano sé que son las 6:00 a.m. de la mañana, mi cuerpo se despierta siempre a esta hora como si tuviera un despertador interno. Pretendía levantarme cuando me di cuenta que algo no andaba bien. ¿Dónde diablos estoy? Y lo más importante ¿Por qué tengo una vista de Londres en mi ventana? No, esta no es mi habitación. ¡Santa mierda! Hay alguien abrazándome por la cintura. Mi cabeza empezó a viajar a mil por hora y de pronto todos los acontecimientos de la noche anterior se me vinieron a la mente. ¡Me acosté con otro hombre! No puede ser, no puede ser, no puede ser. No dejaba de repetirme en voz baja cuando poco a poco me fui levantando de mi cama. Esta obscuro no puedo ver bien, ¿Dónde rayos está mi ropa? No puede ser, no puede ser, no puede ser. Encuentro mi bolsa en una silla y tengo 20 llamadas perdidas de Maggie y Anton y 5 mensajes

Mensaje 1 Maggie: Gaby ¿Dónde estás ya nos vamos de la disco?

Mensaje 2 Maggie: Gaby es en serio, me estoy orinando y ay una fila de 1 hora para entrar al baño. Te veo en la entrada

Mensaje 3 Maggie: Maldita sea ¿Por qué no contestas tu teléfono?

Mensaje 4 Maggie: ¡Vete a la mierda enana! Acabo de orinar en los arbustos del parque de en frente.

Mensaje 5 Maggie: ¡Dios mío! ¿En dónde estás? Me dijo el manager de la banda que te fuiste con Liam. ¿En verdad te fuiste con él? ¡Dios mío Gaby! ¡Por favor márcame en cuanto veas tu celular!

Decidí no escuchar los mensajes de voz porque solo me iba a sentir peor. Pobre de Maggie, debe de estar muy preocupada por mí. ¿Qué diablos he hecho? Me siento en el suelo, coloco mis codos en mis rodillas y me agarro la frente. Me dan ganas de llorar pero regreso mis propias lágrimas porque no me gusta llorar. Ya he llorado demasiado en esta vida. Me pongo a gatas a buscar mi ropa y al menos encuentro mi vestido así que me lo pongo sin ropa interior. Con la luz del celular encuentro mis zapatos y los agarro junto con mi bolsa. ¡Listo! Es todo lo que necesito. Hecho un vistazo a la cama y veo al hombre con el que hace unas horas tuve relaciones. Quiero golpearme a mí misma con mis tacones. Es un hombre hermoso pero ¿Cómo pude? Anoche estaba convencida de que no iba a llegar a ningún lado con él, pero después de varias bebidas y de la plática, y de su aroma y de su cara, su sonrisa, su lunar. ¡Su lunar! ¡Santa mierda! Tengo un vago recuerdo de haberlo lamido. Muevo mi cabeza en negación y me tallo la cara con una mano. Después de las bebidas me dije a mi misma que no tenía nada de malo dar el siguiente paso con él, que al fin de cuenta no iba a volver a verlo. Pero obviamente tome de más, y me dejé llevar por su belleza, es como una maldita medusa pero en versión masculina. Le enseño el dedo de en medio enojada y me doy la media vuelta para salir del cuarto. Camino de puntitas y abro la puerta despacio. Cuando estoy afuera, estoy feliz de que las luces de la casa sigan encendidas. ¿Por dónde rayos está la salida? Camino sin rumbo y encuentro las escaleras que van para la parte de abajo. La casa es impresionante pero no quiero detenerme a observarla. Me da miedo que se despierte y tengamos una conversación incómoda donde le explico que en realidad estaba demasiado borracha como para pensar claramente y que sinceramente no recuerdo bien nuestro encuentro de anoche. De verdad no lo recuerdo bien solo que su…estaba muy…y que cuando se movía yo…! Cállate Gabriela! Me regaño mentalmente y termino de bajar las escaleras silenciosamente. Apenas doy un paso fuera de ellas cuando una gran bestia se me acerca y suelto un pequeño grito.

-¡Shhh! –me digo a mi misma y luego pongo los ojos en blanco por haber hablado cuando en realidad no quiero hacer ruido. Recuerdo esta gran bestia de anoche. ¿Era brava o no era brava? ¿Qué dijo Liam sobre ella? Mierda, no lo recuerdo. Observo a la bestia y reconozco que es hermosa. Su pelaje es abundante, parece un lobo pero con mucho pelo, es color negro con blanco y sus ojos son de color celeste casi blanco. Se me acerca un poco y yo me hago para atrás y vuelvo a hacer ruido con mi garganta- ¡Por favor, no te me acerques! –le grito-susurro y siento como empiezo a sudar frio. Desde que la perra policía de Daniel me mordió, tengo un miedo a los perros que son más altos que mis rodillas. –Por favor, por favor, déjame pasar –le digo en voz muy bajita y trato de caminar en forma defensiva hacia un lado

The Pop Star & The English TeacherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora