No habían mensajes en la bandeja de mi teléfono como tampoco neuronas funcionales en mi cabeza. El huir de mis problemas no era una solución madura. ¡Pero yo realmente no quería ser ni un poco maduro! Poder explotar la vida libre al ser un "niño" en gustos y actitud era lo único que me impulsaba a ser alguien un poco más abierto que mi superior, aparentando una inocencia extrínseca, dejando de lado los problemas que azotaban la existencia de algo más que el niño suave de primer año.
Cuando él buscaba reprimir su forma de ser, yo intentaba expulsar la mía de manera falsa. Cuando deseé llorar y llorar en sus brazos sólo logré escapar, caer, escapar y besar el piso como si fueran sus gélidos labios en otro de mis tantos sueños vulgares.
Era lunes, el viernes pasado no fui a clases porque creí haberme torcido el pie por accidente. Al ser las escaleras un lugar peligroso dejé de subirlas bajo la supervisión de mi pequeña familia, no me salvé de que un vaso de vidrio rozara mis frágiles piernas. Mi pie sano era la excusa de una cortada cerca del hueso, pero con una sonrisa había escapado de la vigilancia de mi compañero de hogar. No habían excusas que debiera ocultar, pero tampoco existían deseos de ver a la cara al enfermero de toda herida mía, que ni siquiera su pequeña y torcida nariz pude ver en todos esos días.
Era demasiado tiempo sin su esencia a vainilla, sin sus ojos atemorizantes y palabras indefinidas; sin sus huesos blanquecinos, sus sonrisas agradecidas. Una eternidad me hacían ver esos minutos, segundos y horas sin el calor de su aliento a pasta dental, con la acidez lejana de un vómito imposible de identificar para su suerte.
Escondí mi cabeza entre mis libros. Golpeé por accidente mis sentidos al chocar mi frente con la pared del pasillo. Fruncí mis labios, mientras el cabello me ocultaba los ojos decaídos, no presentaban su habitual escarcha.
Tratar de esconderme tras un par de ventanales fue el peso más molesto con el que tuve que cargar un par de segundos. Mi cabello oculto no resaltaba, y por alguna razón sentía que podía caminar con la frente en alto por unos momentos. Pero mi corazón dejó de soltar un apasionado ritmo de calma cuando las uñas de alguien tiraron mi gorro negruzco azabache de mi cabeza. Y claro, otros tonos añil encantaron a mis ingenuos ojos otra vez, en la soledad de la ventana lateral de la escuela, con el sonido de timbre de fondo, vi sus labios susurrar algo que me daba terror analizar.
"Estoy asustado".
¿De qué? Sus labios de movieron temblorosos, su aroma me embriaga en una extasía de dulzura falsa. ¿Asustado de mí y mis terribles miradas constantes sobre su persona? ¿De mí y mi estúpida personalidad de víctima? ¿De mí o de él? ¿Del desgaste de sus órganos por culpa del descuido? ¿De mí y mi rostro moreteado contra el piso? ¿De mí, el eterno observador de sus ojos azul cristalino?
–¿De qué?–Susurro, no quiero ser atrapado otra vez por él y su exuberante belleza insana. No deseaba admirar sus ojos cansados profundamente porque caería inmerso al barranco de su alma roída, pero al mismo tiempo añoraba dejarme caer por sus labios mojados agriamente.
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Huesos | mafusora
FanfictionMe pregunto si su cuerpo se siente cálido, al menos por esta última vez. 2016